27 Diciembre 2013
INSANA CONVIVENCIA. Al tránsito pesado se suma un flujo más vinculado con lo urbano. Son dos factores que hacen de la ruta 9 una vía peligrosa. la gaceta / fotos de jorge olmos sgrosso
“Es como si esa ruta estuviera maldita”, dice Susana Juárez (67 años) y señala con su quijada la autopista 9. Parada en la rotonda de acceso a Los Nogales, esta vecina que vive desde hace 15 años en esta complicada zona, no se explica por qué se producen tantos accidentes y en el acto recuerda el último choque entre un camión y a una camioneta en el que milagrosamente todos salieron ilesos. Sin embargo, para Susana, la ruta está embrujada, y los “maleficios” se hacen ver, principalmente, los domingos al atardecer.
Comienzan el calor intenso y el tiempo libre, y la autopista más transitada de la provincia se convierte en una trampa mortal para los conductores. En realidad, y según la experiencia de las autoridades, la trampa y la “maldición” a la que se refiere Susana no es más que la imprudencia. Los accesos a El Cadillal, Los Nogales, Las Talitas y Tafí Viejo son las zonas rojas de esta ruta provincial, y prácticamente todas las semanas se lamentan accidentes de mayor o menor envergadura. El ránking de zonas más peligrosas lo encabeza Los Nogales y, los fines de semana, toma la delantera El Cadillal.
Sin red
“Durante un fin de semana de calor, un domingo por ejemplo, hablamos de 15.000 o 20.000 vehículos que circulan para ir hacia El Cadillal. Es una bestialidad, y la mayoría lo hacen en motos, sin casco, e incluso en motocarros con toda la familia a bordo. Es una locura”, señaló Roberto Viaña, director de Transporte de la provincia, e informó que el miércoles 25, durante el festejo de Navidad, se secuestraron más de 200 vehículos. “La mayoría, por circular sin los papeles, o andar en la moto sin casco. También tuvimos 25 alcoholemias positivas”, enumeró el funcionario.
Pero hecha la ley, hecha la trampa. La Policía de Los Nogales, en cuya comisaría se acumulan los vehículos destrozados por los choques, advierte que algunos accidentes se producen por esquivar los controles, principalmente las motos. “Lo que provoca accidentes es la imprudencia. Circulan a velocidades altísimas, no respetan los cruces, manejan alcoholizados y hasta tres o cuatro personas por moto, todos sin casco”, detalló el comisario Héctor Coronel, y advirtió que en estos tiempos hay que circular con mayor cuidado que nunca, ya que se multiplica el tránsito de ómnibus de larga distancia que van hacia el norte del país, a San Pedro y El Cadillal, entre otros destinos.
La familia Cruz convive desde hace 50 años con los accidentes a la vera de la ruta 9. Tienen su casa en el kilómetro 1.309 y se pasan buena parte del día en la puerta, ya que venden macetas y otros objetos de cerámica. “El domingo pasado vimos tres accidentes en un tramo de un kilómetro. En esta época aumentan los choques y cuando llueve seguro pasa algo. Mis hermanos siempre salen a socorrer a alguien: el domingo, por ejemplo, fueron a rescatar a tres adolescentes que habían dado como seis tumbos en el pavimento, y uno de ellos perdió la oreja. De milagro no se mataron”, contó Elizabeth Cruz. Ella llega a la misma conclusión que las autoridades: la “maldición” de la 9 es la velocidad y la imprudencia.
Comienzan el calor intenso y el tiempo libre, y la autopista más transitada de la provincia se convierte en una trampa mortal para los conductores. En realidad, y según la experiencia de las autoridades, la trampa y la “maldición” a la que se refiere Susana no es más que la imprudencia. Los accesos a El Cadillal, Los Nogales, Las Talitas y Tafí Viejo son las zonas rojas de esta ruta provincial, y prácticamente todas las semanas se lamentan accidentes de mayor o menor envergadura. El ránking de zonas más peligrosas lo encabeza Los Nogales y, los fines de semana, toma la delantera El Cadillal.
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“Durante un fin de semana de calor, un domingo por ejemplo, hablamos de 15.000 o 20.000 vehículos que circulan para ir hacia El Cadillal. Es una bestialidad, y la mayoría lo hacen en motos, sin casco, e incluso en motocarros con toda la familia a bordo. Es una locura”, señaló Roberto Viaña, director de Transporte de la provincia, e informó que el miércoles 25, durante el festejo de Navidad, se secuestraron más de 200 vehículos. “La mayoría, por circular sin los papeles, o andar en la moto sin casco. También tuvimos 25 alcoholemias positivas”, enumeró el funcionario.
Pero hecha la ley, hecha la trampa. La Policía de Los Nogales, en cuya comisaría se acumulan los vehículos destrozados por los choques, advierte que algunos accidentes se producen por esquivar los controles, principalmente las motos. “Lo que provoca accidentes es la imprudencia. Circulan a velocidades altísimas, no respetan los cruces, manejan alcoholizados y hasta tres o cuatro personas por moto, todos sin casco”, detalló el comisario Héctor Coronel, y advirtió que en estos tiempos hay que circular con mayor cuidado que nunca, ya que se multiplica el tránsito de ómnibus de larga distancia que van hacia el norte del país, a San Pedro y El Cadillal, entre otros destinos.
La familia Cruz convive desde hace 50 años con los accidentes a la vera de la ruta 9. Tienen su casa en el kilómetro 1.309 y se pasan buena parte del día en la puerta, ya que venden macetas y otros objetos de cerámica. “El domingo pasado vimos tres accidentes en un tramo de un kilómetro. En esta época aumentan los choques y cuando llueve seguro pasa algo. Mis hermanos siempre salen a socorrer a alguien: el domingo, por ejemplo, fueron a rescatar a tres adolescentes que habían dado como seis tumbos en el pavimento, y uno de ellos perdió la oreja. De milagro no se mataron”, contó Elizabeth Cruz. Ella llega a la misma conclusión que las autoridades: la “maldición” de la 9 es la velocidad y la imprudencia.
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