26 Diciembre 2013
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BUENOS AIRES.- Entre 2004 y 2012 aumentó la brecha social en Argentina, se agrandó la diferencia entre la calidad de vida del sector medio y la del más vulnerable, según un estudio hecho por la Universidad Católica Argentina, es el 25% de la población -más de 10 millones de personas- la que vive en la pobreza, sin empleo formal, educación de calidad ni vivienda digna, y con un servicio de salud insuficiente.
El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA, de la Universidad Católica Argentina), llamado "Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales persistentes", fue publicado por el diario "La Nación", con datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina, consigna que casi la mitad de los trabajadores tiene un empleo precario o hace "trabajos de indigencia" (como el cartoneo), y más de la mitad de las nuevas generaciones de adultos está excluida del sistema de seguridad social. Alrededor de tres millones de personas están mal nutridas. Una de cada 10 viviendas no tiene agua corriente y tres de cada 10, cloacas.
El 37% de los jóvenes no termina la secundaria y el 20% no estudia ni trabaja, afirma el estudio. El 12% de los niños de entre 5 y 17 años debe hacer alguna actividad laboral y dos de cada 10 hogares requieren asistencia pública, con un total de 23,5% que necesitan un programa de asistencia social permanente. A pesar del esfuerzo asistencial, uno de cada cuatro de estos 500.000 hogares no accede al valor real de la canasta básica alimentaria.
"La marginalidad estructural no mejoró en la Argentina a pesar de años en los que el país creció a un ritmo de 8% anual. Se cristalizó la pobreza estructural, la imposibilidad de alcanzar niveles elementales de bienestar e integración social", dice Agustín Salvia, investigador jefe del Observatorio.
"La mitad de los pobres de 2002 dejaron de ser pobres, pero los niveles anteriores a la crisis se agravaron. Buena parte de la conflictividad social tiene que ver con la desigualdad y con expectativas no satisfechas. El delito, el arrebato y el saqueo están dentro de un contexto de descomposición social, de gente que siente que el sistema no los incluye y que la distancia con los que están mejor es cada vez mayor."
"Está aumentando la pobreza por la inflación y el estancamiento del empleo formal. En 2013 subió por encima del 25%", dice Salvia.
Si en 2003 la tasa de pobreza era del 50,9% de las personas, en 2012 fue de 24,5% de acuerdo con los datos del ODSA (5,4% para el Indec en 2012). Es decir que casi el 30 por ciento de los argentinos (si sumamos el 4,9 por ciento de indigentes) no logró salir de esta situación, pese al fuerte crecimiento económico. En ese contexto, la ayuda social pasó del 10,3% del PBI en 2007 al 15,3% en 2012.
Un amplio porcentaje de quienes formaban parte de los desocupados en 2002 se reinsertó rápidamente en el sistema económico productivo, ya que tenían habilidades laborales, pero se habían quedado sin trabajo después del cierre de fábricas y empresas en medio de la crisis. Una vez que cambiaron las condiciones económicas, esas empresas, que tenían capacidad ociosa, volvieron a tomarlos. Pero quienes no cambiaron su situación son los que se encuentran en la base de la pirámide.
Datos del informe
El 25% de la población vive en condiciones de pobreza urbana en la Argentina. Son más de 10 millones de personas.
El 37% de los jóvenes no logran terminar la secundaria, un requisito fundamental para un empleo de calidad
Unos 500.000 hogares se mantienen en situación de indigencia porque no acceden a la canasta básica alimentaria
Entre los sectores más vulnerables, el 40,7% tiene un empleo precario. En los sectores medios-altos alcanza el 23,8%.
El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA, de la Universidad Católica Argentina), llamado "Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales persistentes", fue publicado por el diario "La Nación", con datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina, consigna que casi la mitad de los trabajadores tiene un empleo precario o hace "trabajos de indigencia" (como el cartoneo), y más de la mitad de las nuevas generaciones de adultos está excluida del sistema de seguridad social. Alrededor de tres millones de personas están mal nutridas. Una de cada 10 viviendas no tiene agua corriente y tres de cada 10, cloacas.
El 37% de los jóvenes no termina la secundaria y el 20% no estudia ni trabaja, afirma el estudio. El 12% de los niños de entre 5 y 17 años debe hacer alguna actividad laboral y dos de cada 10 hogares requieren asistencia pública, con un total de 23,5% que necesitan un programa de asistencia social permanente. A pesar del esfuerzo asistencial, uno de cada cuatro de estos 500.000 hogares no accede al valor real de la canasta básica alimentaria.
"La marginalidad estructural no mejoró en la Argentina a pesar de años en los que el país creció a un ritmo de 8% anual. Se cristalizó la pobreza estructural, la imposibilidad de alcanzar niveles elementales de bienestar e integración social", dice Agustín Salvia, investigador jefe del Observatorio.
"La mitad de los pobres de 2002 dejaron de ser pobres, pero los niveles anteriores a la crisis se agravaron. Buena parte de la conflictividad social tiene que ver con la desigualdad y con expectativas no satisfechas. El delito, el arrebato y el saqueo están dentro de un contexto de descomposición social, de gente que siente que el sistema no los incluye y que la distancia con los que están mejor es cada vez mayor."
"Está aumentando la pobreza por la inflación y el estancamiento del empleo formal. En 2013 subió por encima del 25%", dice Salvia.
Si en 2003 la tasa de pobreza era del 50,9% de las personas, en 2012 fue de 24,5% de acuerdo con los datos del ODSA (5,4% para el Indec en 2012). Es decir que casi el 30 por ciento de los argentinos (si sumamos el 4,9 por ciento de indigentes) no logró salir de esta situación, pese al fuerte crecimiento económico. En ese contexto, la ayuda social pasó del 10,3% del PBI en 2007 al 15,3% en 2012.
Un amplio porcentaje de quienes formaban parte de los desocupados en 2002 se reinsertó rápidamente en el sistema económico productivo, ya que tenían habilidades laborales, pero se habían quedado sin trabajo después del cierre de fábricas y empresas en medio de la crisis. Una vez que cambiaron las condiciones económicas, esas empresas, que tenían capacidad ociosa, volvieron a tomarlos. Pero quienes no cambiaron su situación son los que se encuentran en la base de la pirámide.
Datos del informe
El 25% de la población vive en condiciones de pobreza urbana en la Argentina. Son más de 10 millones de personas.
El 37% de los jóvenes no logran terminar la secundaria, un requisito fundamental para un empleo de calidad
Unos 500.000 hogares se mantienen en situación de indigencia porque no acceden a la canasta básica alimentaria
Entre los sectores más vulnerables, el 40,7% tiene un empleo precario. En los sectores medios-altos alcanza el 23,8%.
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