Walter Schmidt - Columnista político de DyN
BUENOS AIRES.- La clase política afrontará duros desafíos en 2014, un año en el que comenzaría a discutirse la próxima etapa, y tal vez hasta el modelo de país que prevalecerá desde 2015 en adelante. Cristina Fernández enfrenta un doble reto: evitar cualquier nivel de conflicto económico y social para transitar de manera “estable” su penúltimo año de gobierno y alimentar, sin herir de muerte al PJ, la continuidad del kirchnerismo.
El problema político de la Presidenta el próximo año reside en encontrar el equilibrio necesario para no permitir que un dirigente peronista se convierta en figura pero tampoco para sepultar las posibilidades del PJ de seguir gobernando mas allá del 2015.
La principal batalla de Cristina, además de pilotear la economía para que no se desmadre hacia una minicrisis en materia inflacionaria y/o de empleo, será conservar el poder. Pero la única manera de que ese poder no se le escurra entre las manos es que los eventuales aspirantes presidenciales del PJ sigan dependientes del Gobierno y no ganen autonomía.
Está claro que anida en muchos dirigentes pejotistas -no kirchneristas- el objetivo de armar una “gran interna” en las PASO de 2015 y avivar a las huestes peronistas para que continúen en el redil. Una interna con Jorge Capitanich, José de la Sota, Daniel Scioli, Sergio Urribarri y hasta José Luis Gioja si logra recuperarse antes.
“Nosotros no tenemos que irnos a ningún lado, ni con Massa ni con Macri, porque acá, en el PJ, se abren muchas vacantes para todos cuando haya que ocupar la Presidencia y la gobernación bonaerense”, razonó un operador peronista.
Proyecto massista
Ese mensaje perjudica, en particular al proyecto del tigrense Sergio Massa. Ocurre que la esperada “fuga” de dirigentes del FpV al Frente Renovador, tras su victoria en las elecciones del 27 de octubre, nunca ocurrió. La ventaja de Massa es que nunca se lanzó a la presidencia, y aún apuesta a la división en el peronismo que le permita recoger heridos. Sin embargo, el precio puede ser muy alto: si el PJ va unido a las urnas en 2015, Massa deberá replantear sus ambiciones o bien aliarse con el PRO, como ocurrió en la provincia de Buenos Aires, en los comicios legislativos.
Pero el macrismo por ahora tiene en claro, aunque en política no hay certezas hacia adelante, que sus expectativas podrían chocar con otra realidad: la candidatura presidencial de Macri no es negociable y, a partir de esa premisa, está abierto a alianzas o acuerdos electorales. El desafío del PRO es instalar la aceptación de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires. La tarea es titánica, ya que Vidal necesita ser conocida y luego ser una figura que traccione votos a través de Macri.
El PRO apuesta a que la sumatoria de “buenas elecciones” en los principales distritos como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Capital Federal le permita llegar a una segunda vuelta. No siempre en política dos más dos es cuatro, pero sí hay oportunidades para todos.
El año de los desafíos también marcará a fuego la proyección de la centroizquierda que en la actualidad refleja una heterogeneidad peligrosa: Hermes Binner, Margarita Stolbizer, Ernesto Sanz, Julio Cobos, Elisa Carrió y Fernando “Pino” Solanas, no representan a los mismos segmentos sociales, ni estos son complementarios.
Si bien el principal desafío será replicar el armado santafesino, a nivel nacional, el otro será “depurar” el espacio, para que las diferencias y probables contradicciones no lo acerquen al pasado indeseado: la Alianza UCR-Frepaso.
Habrá entonces que observar a cada uno de los actores qué rol asume en 2014 sobre el escenario del Congreso Nacional.