Por Indalecio Francisco Sanchez
22 Diciembre 2013
El pasado vuelve y se convierte en futuro cuando se dejaron heridas abiertas, de esas que decantaron en una secuela importante, como una cicatriz que pica o un hueso golpeado que cada tanto duele. El alperovichismo comienza a sentir el golpe de ese búmeran de su historia.
El peronismo añejo jamás le perdonó a José Alperovich que haya copado su partido desde la ventana que le abrieron hace poco más de una década. Esa grieta se formó por necesidad: hacía falta que alguien los salvara del profundo pozo en que el escándalo de la desnutrición lo había hundido, de la mano de Julio Miranda. Ni siquiera los viejos operadores que supieron soportar el origen radical de Alperovich por “un fin superior” aguantaron mucho tiempo al lado del hombre del “vamos por todo”.
Por eso hoy se entiende la veloz fuga de dirigentes del alperovichismo. Un decenio atrás, el dicho “billetera mata galán” se había hecho carne entre los militantes. Fue la época dulce, en la que un Alperovich sonriente y -literalmente- abrazador encantaba cual flautista de Hamelín a los que se cruzaban en su camino. Pocos lograron resistir su tentadora música. Muchos la oyeron y se dejaron llevar, pero guardaron el resentimiento que les provocó haber pecado contra su propia especie política.
Pocos, pero gritones
A los que casi desde siempre se pusieron en la vereda de enfrente del mandatario provincial dentro del PJ, se sumaron otros con el correr de los años, y muchos en este 2013. Los Orellana dijeron adiós y el amayismo parece cada vez más cerca de blanquear su divorcio. Pero una muestra irrefutable de que una mayoría peronista le está dando la espalda al alperovichismo fue la sesión del Congreso Provincial del PJ que se realizó el viernes.
Sillas vacías, muchas ausencias y gritos contra funcionarios ultraalperovichistas dejaron boquiabiertas a las seis docenas de congresales que estuvieron presentes. El mitin había sido convocado desde el Gobierno para emitir una resolución de apoyo a Alperovich, luego de las 48 horas de caos en la que estuvo sumida Tucumán por la protesta policial. Pero el encuentro casi termina siendo otro búmeran. La legisladora Susana Díaz buscó defender al PE a costa de pelearse con la Iglesia y cuestionó en duros términos el documento eclesiástico que echó culpas al Gobierno por los desmanes. El ex intendente de Simoca Miguel Paliza lanzó una frase que dejó atónitos a los presentes: dijo que no vio a ningún peronista apoyando al mandatario en los dos peores días que sufrió Tucumán. Muchos aún se preguntan si sus palabras fueron para apoyar o para perjudicar a Alperovich...Y hasta se oyó a un congresal de Banda del Río Salí cuestionar al ministro de Seguridad, Jorge Gassenbauer, por su impericia para controlar la crisis.
“Ya cualquiera se le anima a los Alperovich”, susurró otro congresal que prefirió observar todo en silencio. El “movimiento” parece encaminado -y decidido- a limitar a aquel que fue salvador y que dejó a muchos sin salvavidas. ¿Mutará el “billetera mata galán” por un “peronismo mata alperovichismo”? En el horizonte cerreño de nuestra provincia aparecen figuras del pasado dispuestas a cobrar viejas deudas. Y hasta algunos metaforizan que hay un “Tigre” que no está dispuesto a estar de “Miranda” mientras se define el 2015.
El peronismo añejo jamás le perdonó a José Alperovich que haya copado su partido desde la ventana que le abrieron hace poco más de una década. Esa grieta se formó por necesidad: hacía falta que alguien los salvara del profundo pozo en que el escándalo de la desnutrición lo había hundido, de la mano de Julio Miranda. Ni siquiera los viejos operadores que supieron soportar el origen radical de Alperovich por “un fin superior” aguantaron mucho tiempo al lado del hombre del “vamos por todo”.
Por eso hoy se entiende la veloz fuga de dirigentes del alperovichismo. Un decenio atrás, el dicho “billetera mata galán” se había hecho carne entre los militantes. Fue la época dulce, en la que un Alperovich sonriente y -literalmente- abrazador encantaba cual flautista de Hamelín a los que se cruzaban en su camino. Pocos lograron resistir su tentadora música. Muchos la oyeron y se dejaron llevar, pero guardaron el resentimiento que les provocó haber pecado contra su propia especie política.
Pocos, pero gritones
A los que casi desde siempre se pusieron en la vereda de enfrente del mandatario provincial dentro del PJ, se sumaron otros con el correr de los años, y muchos en este 2013. Los Orellana dijeron adiós y el amayismo parece cada vez más cerca de blanquear su divorcio. Pero una muestra irrefutable de que una mayoría peronista le está dando la espalda al alperovichismo fue la sesión del Congreso Provincial del PJ que se realizó el viernes.
Sillas vacías, muchas ausencias y gritos contra funcionarios ultraalperovichistas dejaron boquiabiertas a las seis docenas de congresales que estuvieron presentes. El mitin había sido convocado desde el Gobierno para emitir una resolución de apoyo a Alperovich, luego de las 48 horas de caos en la que estuvo sumida Tucumán por la protesta policial. Pero el encuentro casi termina siendo otro búmeran. La legisladora Susana Díaz buscó defender al PE a costa de pelearse con la Iglesia y cuestionó en duros términos el documento eclesiástico que echó culpas al Gobierno por los desmanes. El ex intendente de Simoca Miguel Paliza lanzó una frase que dejó atónitos a los presentes: dijo que no vio a ningún peronista apoyando al mandatario en los dos peores días que sufrió Tucumán. Muchos aún se preguntan si sus palabras fueron para apoyar o para perjudicar a Alperovich...Y hasta se oyó a un congresal de Banda del Río Salí cuestionar al ministro de Seguridad, Jorge Gassenbauer, por su impericia para controlar la crisis.
“Ya cualquiera se le anima a los Alperovich”, susurró otro congresal que prefirió observar todo en silencio. El “movimiento” parece encaminado -y decidido- a limitar a aquel que fue salvador y que dejó a muchos sin salvavidas. ¿Mutará el “billetera mata galán” por un “peronismo mata alperovichismo”? En el horizonte cerreño de nuestra provincia aparecen figuras del pasado dispuestas a cobrar viejas deudas. Y hasta algunos metaforizan que hay un “Tigre” que no está dispuesto a estar de “Miranda” mientras se define el 2015.