Por Rubén Rodó
22 Diciembre 2013
Así como nunca, hasta ahora, un gobernador de la provincia de Buenos Aires llegó, en andas del voto, a la presidencia de la República, el tercer mandato consecutivo resultó un fruto maldito para aquéllos que intentaron atornillarse al poder. En la historia no lejana está, el caso de Eduardo Angeloz y ayer nomás el de José Luis Gioja. El cordobés terminó preso, acusado de enriquecimiento ilícito. Con presión política, arrancó a la Corte de su provincia la habilitación de la re, re, re, con la advertencia judicial de que las leyes rigen para adelante. En Tucumán pasó lo mismo.
El sanjuanino sufrió un gravísimo accidente al caerse el helicóptero en el que viajaba. Estuvo al borde de la muerte y todo hace suponer que no volverá a la política. Forzó un plebiscito amañado con el cuento de que el pueblo, con su sufragio, es el que decide, para justificar su continuismo. Con el mismo falso argumento y en otras circunstancias, Menem buscó el tercer período, pese a la prohibición constitucional, a través del Pacto de Olivos que firmó con Alfonsín. Hoy, esquiva la prisión domiciliaria con la protección de la Presidente.
La de José Alperovich es una saga aparte, de delirio patológico, típica de mesiánicos y única en la tierra de Alberdi. Para el diván, con largo tratamiento. Con el latiguillo “vamos por todo y hay mucho por hacer”, junto a su esposa machucaba noche y día. ¿Está arrepentido? A dos años de concluir el actual período no puede salir a la calle, a riesgo de la repulsa. Se fue a la banquina estrepitosamente y quemó el poco capital político del que disponía. El 27 de octubre fue un domingo negro del que jamás se repuso. Después, llegaron los saqueos con la muerte colectiva. Entre sus antecesores nadie tiene el triste récord de ocho muertos. Y pueden ser más.
Hoy, solo como un hongo, sin brújula y zamarreado por sucesos que no controla, es un hombre devastado. Nadie de la tropa rentada salió en su defensa, prueba irrefutable de que la billetera oficial ya no le sirve. Enmudeció. Siente el desangramiento político con los mellizos Orellana a la cabeza del alzamiento. La fisura se ensanchará con el tiempo. El peronismo no acompaña a los derrotados. Los abandona a su suerte. Es el sino inexorable de quien tuvo un poder omnímodo y se le evapora, para su desesperación.
“No sé qué hacer con tanto poder”, se ufanó alguna vez, soberbio y desdeñoso, definiéndose a sí mismo como el dueño de Tucumán. Olvidó la volatilidad de la política y su eterna mutación. Por hastío, la gente le quitó su adhesión y descarga su bronca cotidiana en densas manifestaciones en la plaza Independencia. Como yapa se sumó la protesta sindical. Los estatales, en tropel, ganaron la calle reclamando idénticos salarios que los dados a la policía. Se viene un verano caliente, no sólo por los días de fuego del estío. Alperovich, en una huida inútil hacia adelante, recordó a los gremios que el convenio laboral vence en marzo. Ese argumento infantil lo único que generará es una movilización mayor. El zar anda escaso de maravedíes por el despilfarro de su administración. La Nación no puede asistir a Tucumán como antes, porque Cristina sufre los cimbronazos de su propio relato.
Para Alperovich llegó un bálsamo, que mucho necesita en estos días aciagos. A secas, Susana Trimarco expresó: “Nunca estaré conforme hasta que no aparezca con vida mi hija”. Ese fue el impacto que provocó el fallo de la Corte Suprema en los dos personajes más interesados en la definición del caso Marita Verón, además de la presidente de la República. Con una elegante verónica, propia de un diestro torero, la Sala Penal -Antonio Gandur, Claudia Sdbar y Antonio Estofán-, revocó parcialmente la absolución y se sacó de encima, por ahora, un espinoso asunto que provocó duras controversias entre sus miembros.
Sin perder tiempo, se constituyó por sorteo la nueva cámara que dictará las penas. El Tribunal Superior declaró a cuatro de los imputados como responsables penales por el secuestro y desaparición de la joven; a otros seis considera partícipes necesarios, y confirmó la exculpación de los hermanos Rivero: María Jesús y Víctor.
El entuerto está aún lejos del final. Una vez alumbradas las condenas, la causa volverá, en casación, a la Corte y ésta con nuevos integrantes las confirmará o no. Queda, aún, a los riojanos el recurso extraordinario federal. Para evitar todos estos artilugios y atajos, bueno sería -dicen los abogados-, crear el Tribunal de Casación Penal en el ámbito provincial.
Para los entendidos, el fallo contiene un flanco claramente político antes que el humo del buen derecho. Alperovich jugó sus cartas para revertir la incómoda situación en que quedó con Cristina, tras la absolución colectiva. No falta quien sostenga que es nulo por haber sido arrancado con el fórceps de la presión. Días antes, desbocada y sin frenos, Trimarco despotricó contra los togados con calificativos agraviantes. Asustados o no, la decisión no tardó en concretarse.
La cortesana Sala Penal encontró pruebas que no las hubo para los camaristas Alberto Piedrabuena, Eduardo Romero Lascano y Emilio Herrera Molina. Les costó el procesamiento político. El último zafó al jubilarse, Piedrabuena anda en ese trámite y aún está atrapado en el laberinto Romero Lascano con un recurso en la Corte Nacional.
Alperovich, encantado con el hallazgo de los culpables. Sin duda, la Presidente también se alegró. Tiempo ha, al pasar por aquí el ultrakirchnerista viceministro de Justicia, Julián Álvarez, dejó la orden de que esperaba una sentencia rápida y condenatoria en el caso Marita. Se actuó en consecuencia. Luis De Mitri, a cargo del Ministerio Público, emitió dictamen a la velocidad de la luz. En escasos días leyó una causa de 14 cuerpos y aconsejó la condena de todos los involucrados.
En el asesinato de Paulina Lebbos y la desaparición de Marita Verón, la investigación determinó la existencia de vasos comunicantes entre sí. La Justicia acaba de condenar por encubrimiento a tres policías de Raco. En ese largo ocultamiento se comprobaron irregularidades.
La fiscal Prieto de Sólimo, en un durísimo informe, comprometió a sus pares Carlos Albaca y Alejandro Noguera por graves omisiones en la pesquisa. Lebbos, ahora, solicitó a la Corte la sanción de Albaca por mal desempeño y el PRO acaba de pedir juicio político para este funcionario. El expediente de Raco fue girado al fiscal López Ávila para establecer la participación que tuvo la ex plana mayor policial en el crimen de la estudiante. Se cierra el cerco. El César se mostró conforme con las penas, pero Lebbos insiste en que Alperovich es el principal responsable de la operación de encubrimiento.
La asunción de Silvia Elías de Pérez como senadora nacional tuvo un culebrón previo del que salió chamuscada la esposa del mandamás. Convertida en acérrima defensora, junto con su marido, del ingreso de Luis Yanicelli -a quien no le correspondía la banca que dejó libre José Cano- protagonizó un papelón al sostener que se abstendría de votar el acuerdo de la tucumana. Amado Boudou, primero, y Miguel Pichetto, después, la cruzaron duro diciéndole que no había nada que votar. Traducido, la mandaron elegantemente a leer el reglamento. También a Sergio Mansilla. La Sra. Betty seguramente pensaba que con Yanicelli el cristinato sumaría otro togado a la tropa oficialista. De otro modo no se entiende su vana intervención.
Nada ha dicho el presidente subrogante del Parlamento de “los gastos sociales” que perciben, en forma discriminada, los legisladores. Es su deber inexcusable dar cuenta de los dineros del pueblo. ¿Se está ante un caso similar al de la Convención Constituyente? Circula un facsímil con datos a setiembre de este año con detalles de los pagos extra. Sólo se consignan los apellidos y hasta con errores. Figuran Manzur, Mansilla, Bussi, Gutiérrez, Cortalezzi, Fernández, Terán, Álvarez, Amado y Ruiz. Las sumas van de 150.000 a 500.000 pesos por mes. El ex director de la SIDE, escritor y periodista Juan Bautista “Tata” Yofre, caracterizado por sus documentadas investigaciones, tiró de la punta del ovillo. Corresponde a las autoridades de la Cámara, para despejar las dudas, una pormenorizada aclaración. Es el único poder del Estado con cuentas secretas. ¿Por qué?
En diálogo con esta columna la ex legisladora Elías de Pérez reveló que al margen de su dieta, ella recibía bajo recibo la suma de $ 40.000 y en los tres últimos meses $ 50.000 mensualmente. “Con ese dinero pagué a los asesores, con nombres, apellidos y documentos. Dejé todo en la secretaría administrativa”, aseveró.
El sanjuanino sufrió un gravísimo accidente al caerse el helicóptero en el que viajaba. Estuvo al borde de la muerte y todo hace suponer que no volverá a la política. Forzó un plebiscito amañado con el cuento de que el pueblo, con su sufragio, es el que decide, para justificar su continuismo. Con el mismo falso argumento y en otras circunstancias, Menem buscó el tercer período, pese a la prohibición constitucional, a través del Pacto de Olivos que firmó con Alfonsín. Hoy, esquiva la prisión domiciliaria con la protección de la Presidente.
La de José Alperovich es una saga aparte, de delirio patológico, típica de mesiánicos y única en la tierra de Alberdi. Para el diván, con largo tratamiento. Con el latiguillo “vamos por todo y hay mucho por hacer”, junto a su esposa machucaba noche y día. ¿Está arrepentido? A dos años de concluir el actual período no puede salir a la calle, a riesgo de la repulsa. Se fue a la banquina estrepitosamente y quemó el poco capital político del que disponía. El 27 de octubre fue un domingo negro del que jamás se repuso. Después, llegaron los saqueos con la muerte colectiva. Entre sus antecesores nadie tiene el triste récord de ocho muertos. Y pueden ser más.
Hoy, solo como un hongo, sin brújula y zamarreado por sucesos que no controla, es un hombre devastado. Nadie de la tropa rentada salió en su defensa, prueba irrefutable de que la billetera oficial ya no le sirve. Enmudeció. Siente el desangramiento político con los mellizos Orellana a la cabeza del alzamiento. La fisura se ensanchará con el tiempo. El peronismo no acompaña a los derrotados. Los abandona a su suerte. Es el sino inexorable de quien tuvo un poder omnímodo y se le evapora, para su desesperación.
“No sé qué hacer con tanto poder”, se ufanó alguna vez, soberbio y desdeñoso, definiéndose a sí mismo como el dueño de Tucumán. Olvidó la volatilidad de la política y su eterna mutación. Por hastío, la gente le quitó su adhesión y descarga su bronca cotidiana en densas manifestaciones en la plaza Independencia. Como yapa se sumó la protesta sindical. Los estatales, en tropel, ganaron la calle reclamando idénticos salarios que los dados a la policía. Se viene un verano caliente, no sólo por los días de fuego del estío. Alperovich, en una huida inútil hacia adelante, recordó a los gremios que el convenio laboral vence en marzo. Ese argumento infantil lo único que generará es una movilización mayor. El zar anda escaso de maravedíes por el despilfarro de su administración. La Nación no puede asistir a Tucumán como antes, porque Cristina sufre los cimbronazos de su propio relato.
Para Alperovich llegó un bálsamo, que mucho necesita en estos días aciagos. A secas, Susana Trimarco expresó: “Nunca estaré conforme hasta que no aparezca con vida mi hija”. Ese fue el impacto que provocó el fallo de la Corte Suprema en los dos personajes más interesados en la definición del caso Marita Verón, además de la presidente de la República. Con una elegante verónica, propia de un diestro torero, la Sala Penal -Antonio Gandur, Claudia Sdbar y Antonio Estofán-, revocó parcialmente la absolución y se sacó de encima, por ahora, un espinoso asunto que provocó duras controversias entre sus miembros.
Sin perder tiempo, se constituyó por sorteo la nueva cámara que dictará las penas. El Tribunal Superior declaró a cuatro de los imputados como responsables penales por el secuestro y desaparición de la joven; a otros seis considera partícipes necesarios, y confirmó la exculpación de los hermanos Rivero: María Jesús y Víctor.
El entuerto está aún lejos del final. Una vez alumbradas las condenas, la causa volverá, en casación, a la Corte y ésta con nuevos integrantes las confirmará o no. Queda, aún, a los riojanos el recurso extraordinario federal. Para evitar todos estos artilugios y atajos, bueno sería -dicen los abogados-, crear el Tribunal de Casación Penal en el ámbito provincial.
Para los entendidos, el fallo contiene un flanco claramente político antes que el humo del buen derecho. Alperovich jugó sus cartas para revertir la incómoda situación en que quedó con Cristina, tras la absolución colectiva. No falta quien sostenga que es nulo por haber sido arrancado con el fórceps de la presión. Días antes, desbocada y sin frenos, Trimarco despotricó contra los togados con calificativos agraviantes. Asustados o no, la decisión no tardó en concretarse.
La cortesana Sala Penal encontró pruebas que no las hubo para los camaristas Alberto Piedrabuena, Eduardo Romero Lascano y Emilio Herrera Molina. Les costó el procesamiento político. El último zafó al jubilarse, Piedrabuena anda en ese trámite y aún está atrapado en el laberinto Romero Lascano con un recurso en la Corte Nacional.
Alperovich, encantado con el hallazgo de los culpables. Sin duda, la Presidente también se alegró. Tiempo ha, al pasar por aquí el ultrakirchnerista viceministro de Justicia, Julián Álvarez, dejó la orden de que esperaba una sentencia rápida y condenatoria en el caso Marita. Se actuó en consecuencia. Luis De Mitri, a cargo del Ministerio Público, emitió dictamen a la velocidad de la luz. En escasos días leyó una causa de 14 cuerpos y aconsejó la condena de todos los involucrados.
En el asesinato de Paulina Lebbos y la desaparición de Marita Verón, la investigación determinó la existencia de vasos comunicantes entre sí. La Justicia acaba de condenar por encubrimiento a tres policías de Raco. En ese largo ocultamiento se comprobaron irregularidades.
La fiscal Prieto de Sólimo, en un durísimo informe, comprometió a sus pares Carlos Albaca y Alejandro Noguera por graves omisiones en la pesquisa. Lebbos, ahora, solicitó a la Corte la sanción de Albaca por mal desempeño y el PRO acaba de pedir juicio político para este funcionario. El expediente de Raco fue girado al fiscal López Ávila para establecer la participación que tuvo la ex plana mayor policial en el crimen de la estudiante. Se cierra el cerco. El César se mostró conforme con las penas, pero Lebbos insiste en que Alperovich es el principal responsable de la operación de encubrimiento.
La asunción de Silvia Elías de Pérez como senadora nacional tuvo un culebrón previo del que salió chamuscada la esposa del mandamás. Convertida en acérrima defensora, junto con su marido, del ingreso de Luis Yanicelli -a quien no le correspondía la banca que dejó libre José Cano- protagonizó un papelón al sostener que se abstendría de votar el acuerdo de la tucumana. Amado Boudou, primero, y Miguel Pichetto, después, la cruzaron duro diciéndole que no había nada que votar. Traducido, la mandaron elegantemente a leer el reglamento. También a Sergio Mansilla. La Sra. Betty seguramente pensaba que con Yanicelli el cristinato sumaría otro togado a la tropa oficialista. De otro modo no se entiende su vana intervención.
Nada ha dicho el presidente subrogante del Parlamento de “los gastos sociales” que perciben, en forma discriminada, los legisladores. Es su deber inexcusable dar cuenta de los dineros del pueblo. ¿Se está ante un caso similar al de la Convención Constituyente? Circula un facsímil con datos a setiembre de este año con detalles de los pagos extra. Sólo se consignan los apellidos y hasta con errores. Figuran Manzur, Mansilla, Bussi, Gutiérrez, Cortalezzi, Fernández, Terán, Álvarez, Amado y Ruiz. Las sumas van de 150.000 a 500.000 pesos por mes. El ex director de la SIDE, escritor y periodista Juan Bautista “Tata” Yofre, caracterizado por sus documentadas investigaciones, tiró de la punta del ovillo. Corresponde a las autoridades de la Cámara, para despejar las dudas, una pormenorizada aclaración. Es el único poder del Estado con cuentas secretas. ¿Por qué?
En diálogo con esta columna la ex legisladora Elías de Pérez reveló que al margen de su dieta, ella recibía bajo recibo la suma de $ 40.000 y en los tres últimos meses $ 50.000 mensualmente. “Con ese dinero pagué a los asesores, con nombres, apellidos y documentos. Dejé todo en la secretaría administrativa”, aseveró.
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