Por Carlos Werner
21 Diciembre 2013
AMBIENTE URBANO Y NAVIDEÑO. “Miguelito”, Miguel y Ezequiel serán las caras visibles de un equipo que buscará hacer su propia carrera a partir del 5 de enero de 2014. Llegar y divertirse es el objetivo.
“Nos vemos a las 16”, dice el periodista vía teléfonica. Y a las 16, como si se tratara de cumplir con el horario de largada de una carrera, los tres estaban listos para conversar con LG Deportiva. Los dos Miguel Reginato (padre e hijo) y Ezequiel “Paco” Queralt, el navegante bonaerense-cordobés que tomará el lugar de Andrés, el menor de los Reginato, que decidió quedarse para gerenciar la empresa. Tres hombres visibles para un equipo que va por su tercer Rally Dakar, esta vez con dos vehículos en competencia.
El diálogo fluye y atraviesa diversas geografías. Hay paisajes a pura risa, tramos de reflexión, sendas angostas sobre las expectativas y dunas difíciles de sortear, sobre todo cuando se hace referencia a Andrés.
“Llegar y divertirnos, ese es el objetivo”, cuenta Miguel (p). Y amplía: “a este Dakar lo estoy programando en tres etapas. La primera es arribar a Rosario y largar, lo cual significa mucho porque han sido muchas horas de trabajo previo, de tareas logísticas, de organización. El segundo objetivo es llegar a mi Tucumán; si consigo eso, en la siguiente etapa hasta Salta le quiero competir a los profesionales de mi categoría. Si supero esto, pretendo ser uno de los crucen la meta en Valparaíso”.
“Miguelito” dice estar muy contento porque esta vez cambiará de rol: “Paso de acompañante a piloto. Y llevo como navegante a una persona de gran experiencia. La intención es llegar y tratar de hacer las cosas lo mejor posible, cuidando la camioneta”.
Queralt espera una carrera a ritmo tranquilo, sin que se rompa nada. “La competencia es larga; llegar es la premisa, también conducirlo a ‘Miguelito’ lo mejor posible. Con un vehículo que no tiene el desarrollo necesario, no se puede salir a sacrificar todo así nomás”. Se le pregunta si en este Dakar será tucumano o cordobés. “Ninguna de las dos cosas, Voy a ser miembro de un equipo que representará a esta provincia”, dice con una sonrisa.
Miguel asumió que va en un cuatriciclo “porque la camioneta fue armada para los chicos”. Y se sinceró: “como no me da el cuero para hacer otra, busqué algo de cuatro ruedas para poder compartir con ellos”. Al transmitírsele que la gente se pregunta cómo hará para llegar al final de la carrera, dice entre risas: “¡también me lo pregunto!”. Ya más serio advierte: “me vengo preparando duro, estoy preparado para resistir, esa es la verdad”.
La calidad de debutante al volante no pone nervioso a “Miguelito”: “es toda una responsabilidad. Por una cosa u otra, por decisiones técnicas, aún no la pudimos probar. Quizás donde más tenga que trabajar es en aprender a manejar con una caja automática”.
Antes de agradecer a su esposa y a su hija por hacerles el aguante, el final queda para Miguel y un monólogo estimulante: “más que decir qué es lo que voy a hacer, señalaré qué es lo que espero y aspiro que los tucumanos hagamos. Por ejemplo, que recibamos a los competidores y a los miembros de los equipos con mucho afecto, que les demostremos nuestra emoción porque lleguen aquí. Debemos trascender más allá de nuestras fronteras y dejar en claro que tenemos que mostrar a Tucumán en el mundo. Esta es una de nuestras mejores oportunidades de hacerlo.”
El diálogo fluye y atraviesa diversas geografías. Hay paisajes a pura risa, tramos de reflexión, sendas angostas sobre las expectativas y dunas difíciles de sortear, sobre todo cuando se hace referencia a Andrés.
“Llegar y divertirnos, ese es el objetivo”, cuenta Miguel (p). Y amplía: “a este Dakar lo estoy programando en tres etapas. La primera es arribar a Rosario y largar, lo cual significa mucho porque han sido muchas horas de trabajo previo, de tareas logísticas, de organización. El segundo objetivo es llegar a mi Tucumán; si consigo eso, en la siguiente etapa hasta Salta le quiero competir a los profesionales de mi categoría. Si supero esto, pretendo ser uno de los crucen la meta en Valparaíso”.
“Miguelito” dice estar muy contento porque esta vez cambiará de rol: “Paso de acompañante a piloto. Y llevo como navegante a una persona de gran experiencia. La intención es llegar y tratar de hacer las cosas lo mejor posible, cuidando la camioneta”.
Queralt espera una carrera a ritmo tranquilo, sin que se rompa nada. “La competencia es larga; llegar es la premisa, también conducirlo a ‘Miguelito’ lo mejor posible. Con un vehículo que no tiene el desarrollo necesario, no se puede salir a sacrificar todo así nomás”. Se le pregunta si en este Dakar será tucumano o cordobés. “Ninguna de las dos cosas, Voy a ser miembro de un equipo que representará a esta provincia”, dice con una sonrisa.
Miguel asumió que va en un cuatriciclo “porque la camioneta fue armada para los chicos”. Y se sinceró: “como no me da el cuero para hacer otra, busqué algo de cuatro ruedas para poder compartir con ellos”. Al transmitírsele que la gente se pregunta cómo hará para llegar al final de la carrera, dice entre risas: “¡también me lo pregunto!”. Ya más serio advierte: “me vengo preparando duro, estoy preparado para resistir, esa es la verdad”.
La calidad de debutante al volante no pone nervioso a “Miguelito”: “es toda una responsabilidad. Por una cosa u otra, por decisiones técnicas, aún no la pudimos probar. Quizás donde más tenga que trabajar es en aprender a manejar con una caja automática”.
Antes de agradecer a su esposa y a su hija por hacerles el aguante, el final queda para Miguel y un monólogo estimulante: “más que decir qué es lo que voy a hacer, señalaré qué es lo que espero y aspiro que los tucumanos hagamos. Por ejemplo, que recibamos a los competidores y a los miembros de los equipos con mucho afecto, que les demostremos nuestra emoción porque lleguen aquí. Debemos trascender más allá de nuestras fronteras y dejar en claro que tenemos que mostrar a Tucumán en el mundo. Esta es una de nuestras mejores oportunidades de hacerlo.”
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