La alergia a la proteína de la leche de vaca es frecuente, pero difícil de diagnosticar
La alergia a la proteína láctea afecta del 2 al 7,5% de los niños. El alimento debe ser reemplazado por fórmulas hipoalergénicas basadas en aminoácidos. Estudios demuestran que la remisión de la enfermedad se da por sí sola en el 95% de los casos, entre los 3 años y los 5 años.
Casi todos los bebés están inquietos en algunos momentos. Pero hay algunos que están demasiado inquietos porque son alérgicos a la proteína de la leche de vaca, que además constituye el principal componente de la mayoría de las leches artificiales comercializadas para lactantes.
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) es considerada una de las alergias alimentarias más frecuentes en los primeros meses de vida. Sin embargo, su diagnóstico es difícil en la práctica pediátrica. Los especialistas que analizaron este tema en el 36º Congreso de Pediatría que se realizó en Mar del Plata destacaron la importancia de informar a los profesionales sobre la sintomatología, el diagnóstico oportuno y el tratamiento a través de fórmulas y dieta de exclusión.
No es intolerancia a la lactosa
“La prevalencia de esta alergia alimentaria oscila del 2 al 7,5%, y a menudo es confundida con la intolerancia a la lactosa. Por eso vale aclarar: la alergia a la leche de vaca ocurre cuando el sistema inmunitario interpreta -equivocadamente- que la proteína de la leche es una sustancia peligrosa, contra la que se debe defender el organismo. En cambio, en la intolerancia a la lactosa el sistema inmune no está involucrado”, precisó el doctor Lucio González, gastroenterólogo infantil, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
La lactosa es un azúcar que en el intestino es metabolizada por una enzima denominada lactasa. Cuando esta enzima es deficiente, la lactosa no puede digerirse adecuadamente. Por el contrario, si un niño sufre una alergia, ingerir una mínima cantidad del alimento puede provocar una reacción alérgica grave, destacó. “En niños susceptibles, se pueden presentar manifestaciones de alergias alimentarias, aunque sólo estén alimentados a pecho (con leche materna). En esos casos, no se debe suspender la lactancia, sino que la mamá debe realizar una dieta que excluya los productos lácteos y sus derivados, como así también todo alimento que contenga el alergeno. Pero debe recibir a cambio suplementos de calcio”, explicó Liliana Bezrodnik, coordinadora del grupo de trabajo de Inmunología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Los síntomas de sospecha de este tipo de alergia alimentaria pueden aparecer después de horas o días luego de la ingestión de leche de vaca:
1) Síntomas inmediatos: síndrome de alergia oral en boca, labios y también en piel (eritema, urticaria), anafilaxia (una forma grave de alergia).
2) Síntomas tardíos: sangre y moco en materia fecal (proctitis, proctocolitis), vómitos, regurgitaciones, cólicos, constipación. Cuadros dermatológicos. Cuadros respiratorios: rinitis, hiperreactividad bronquial, etc.
Cómo se diagnostica
Además de un exhaustivo interrogatorio de los antecedentes del paciente y el examen físico, el método gold standard es lo recomendable: el niño mejora con la suspensión de proteína leche de vaca, y los síntomas reaparecen con el enfrentamiento al alergeno cerrado o doble ciego (ni el profesional ni los padres saben si le están administrando o no el alergeno).
“En la práctica clínica cotidiana, si los síntomas mejoran, se realiza después de la cuarta semana el enfrentamiento abierto (el médico y la familia conocen la introducción del alergeno), en instituciones de salud y bajo supervisión médica”, explicó Jorge Martínez, especialista en alergia e inmunología y miembro de la American Academy of Allergy Asthma & Immunology.
La leche de soja y la de cabra no son alternativas
Los niños que presentan alergia a la proteína de lecha de vaca deben recibir una dieta con productos que no tengan tal proteína, ni siquiera en mínimas cantidades. La leche de vaca se sustituye con fórmulas hipoalergénicas basadas en aminoácidos (AA), que son sintéticas y libres de proteína láctea. En todos los casos será el pediatra el que especificará qué leche darle al niño.
También están las fórmulas hipoalérgicas basadas en hidrolizados extensos, que tienen componentes modificados de la proteína láctica. Tienen muy baja alergenicidad, pero no nula. Esta leche, como la de soja y las de otros mamíferos (cabra, oveja, búfalo, etcétera) no representan una alternativa para tratar al niño alérgico a la leche de vaca.
“En el largo plazo, la mayoría de los niños que sufren este tipo de alergia alimentaria (a la proteína de la leche de vaca) se curan por sí solos entre 3 y 5 años, aunque hay algunos que no la superan con la edad. Son los menos, ya que estudios epidemiológicos demuestran que el 95% de los niños adquiere tolerancia a la proteína láctea alrededor de los 3 años. En esto contribuyen diferentes mecanismos de tolerancia que se activan en el organismo a medida que el niño deja de consumir leche de vaca, aclaró Christian Boggio Marzet, coordinador del grupo de trabajo de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Pirovano.