15 Diciembre 2013
Cristo no fue propenso al elogio aunque tampoco lo ahorró cuando encontró en quienes le rodearon esas cualidades que hacen aptos para el Reino de Dios. La fe del centurión, de la mujer cananea, de Pedro, despertó en Jesús un torrente de elogios. También la sinceridad fue objeto de su aplauso. He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez ni engaño, dijo cuando le presentaron a Natanael. Pero la alabanza más grande que brotó de sus labios fue para Juan Bautista por su valentía, tal vez porque ella es el precipitado de una fe sincera.
Juan está en la cárcel por haber tenido el coraje de recordarle a Herodes que no le era lícito vivir con la mujer de su hermano. Por eso Jesús dirá a quienes le escuchaban: “¿Qué salisteis a ver en el desierto, una caña sacudida por el viento?”. Esto es, un hombre que se inclina ante las presiones del ambiente. En este Adviento, preparación para la llegada de Cristo, tanto en la próxima Navidad como en su aparición al final de los tiempos, la Iglesia nos recuerda la necesidad de la valentía para no silenciar nuestra condición de cristianos.
Vivimos en una sociedad plural, donde familiares y amigos tienen, a veces, una concepción de la vida que no es cristiana. Tarea nuestra será respetar a las personas y sus ideas sabiendo convivir con todos.
A nuestro alrededor hay personas a las que un drama íntimo o alguna experiencia negativa les ha apartado de la fe, pero conservan la nostalgia de la verdad, y si algún amigo les hablara con respeto, la recuperarían. También hay escépticos que han visto cómo muchas utopías se han derrumbado y que podrían también vibrar con la oferta de Cristo. Reflexión: Tucumán ha vivido una semana que quedará en la memoria de sus habitantes para siempre; mostramos lo que había dentro de nuestras almas. Lo que se vio y vivió es la resquebrajadura del alma humana y social. Pero cuando hay crisis de líderes buenos, es el pueblo quien se encarga de marcar la historia de su mismo transitar. Tucumán ya no será igual. Juan el Bautista aparece como el hombre de valor que no negoció con los poderosos la verdad que predicaba. Se jugó la vida para corresponder a su vocación de testigo, y lo hizo sin temor ni temblor. Sabía que el poder es pasajero pero que la verdad dura toda la existencia y la trasciende. La elección del Papa en la tapa de TIME pone de manifiesto que Francisco está poniendo otros horizontes en el mundo. Todo esto nos llama a ser fieles a la verdad, aun a costa de la vida.
¡Tucumán, levántate y camina!
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