15 Diciembre 2013
SANTIAGO.- Cuando Michelle Bachelet fue nombrada ministra de Salud en el 2000, el entonces presidente Ricardo Lagos le dio una desafiante tarea: terminar en tres meses con las largas filas en los abarrotados centros de atención primaria. Bachelet se esforzó para cumplir con el plazo, pero no lo logró. Sin embargo, cuando Lagos visitó un centro médico para evaluar la situación, una mujer se le acercó para elogiar a su ministra y pedirle que la mantuviera en el cargo.
“No recuerdo que me hayan dicho en mi período presidencial: ‘no vaya a echar a su ministro’”, dijo Lagos, entre risas.
Sus esfuerzos por mejorar e incrementar los centros de salud y su estilo ameno le abrieron las puertas para suceder a Lagos y convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia chilena, que ejerció entre el 2006 y el 2010. Torturada durante la dictadura de Augusto Pinochet y madre soltera de tres hijos, Bachelet fue uno de los presidentes más inusuales en el conservador Chile desde el retorno a la democracia en 1990.
Es amada por gran parte de las mujeres de clase media y baja desencantadas con la elite política chilena, que se jacta de la estabilidad y del crecimiento de la economía de un país que tiene la peor tasa de distribución del ingreso entre los socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Sus críticos dicen que su popularidad depende demasiado de su personalidad, y muchos votantes de izquierda desilusionados con su primer mandato por sus políticas moderadas son escépticos de sus promesas de cambio.
Bachelet promete impulsar varias reformas, incluyendo un aumento de los impuestos corporativos para financiar mejoras en la educación pública, cambios en la Constitución heredada de la dictadura y la legalización del aborto en cierto casos.
En una muestra de simpleza, la candidata socialista dijo durante una entrevista televisiva que una de la cosas que más disfrutaba viviendo fuera de Chile era la libertad de ir a hacer las compras en bermudas. Y durante el mismo programa bailó al ritmo de la cumbia con el popular presentador Don Francisco. (Reuters)
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