Cartas de lectores / crisis policial y saqueos

Cartas de lectores / crisis policial y saqueos

Cartas de lectores / crisis policial y saqueos
13 Diciembre 2013

Sociedad enferma

Lo ocurrido en estos días  deja mucha tela para cortar. Escucharemos acusaciones cruzadas entre el oficialismo y la oposición, entre la derecha y la izquierda; pero me parece que el análisis debe pasar por lo que nos está sucediendo como sociedad. Una parte numerosa de la población, inducida o no, se cree con derecho a apoderarse de lo ajeno ante la falta de vigilancia por parte del  Estado. Y otra, también mayoritaria, a defenderse en la forma que hemos visto  (con barricadas y todo tipo de armas), creando un estado de inseguridad cuyas consecuencias pudieron ser peor que las provocadas por los saqueadores. Creo que nuestra sociedad está gravemente enferma. Existe una crisis de valores morales y políticos como nunca se ha visto en la Nación y 30 años de democracia no han servido para consolidar las instituciones republicanas. La filosofía del “todo vale” se ha impuesto en la política, en los negocios y en la vida civil toda. También creo que los principales responsables de este relajamiento de las conductas son nuestros dirigentes, a quienes vemos actuar sólo en su interés, sin  respetar las instituciones y hasta en contra de la legalidad. Los representantes que elegimos se han trasformado en “levanta manos” del gobernante de turno y se cambian de camiseta cada vez que la “caja” cambia de manos, ignorando la representación que les dimos. Los vemos aferrarse al poder y enriquecerse en la función pública, mientras el pueblo vive en la inseguridad física y jurídica, soportando todo tipo de atropellos y sin ser escuchado en sus quejas.  Ante tanta corrupción de los de “arriba”, cultivar las virtudes ciudadanas, parece cosa de tontos. 

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Miguel Ángel Ramos

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Represión

Los señores policías se acuartelaron por mejoras salariales, dejando a la ciudad indefensa y a la población sometida a saqueos por las hordas salvajes que arremetían con toda violencia, sembrando miedo por doquier. No les importó nada, cobijados en la Subjefatura de Policía, mientras se producían ataques a comercios y personas. Saldo: 100 heridos y cuatro muertos. Ahora, que ya se ha llegado a un acuerdo con el Gobierno, esos mismos policías salieron a reprimir a los manifestantes que clamaban seguridad. ¿Quién dio la orden de semejante atropello? ¡Qué injusticia! Realmente, en mi opinión, la policía merece el repudio general de la ciudadanía por su accionar desaprensivo y desprovisto de solidaridad. El pueblo exige que el Gobierno tome una actitud firme al respecto.

Esther Amalia Lizárraga

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Crisis institucional

El deterioro producido en la disciplina y subordinación de la fuerza policial, ha repercutido directamente en el poder político de la provincia. Es que la naturaleza racional de la autoridad se ha desfigurado en coacciones investidas de un poder que no existe. Tucumán está en dificultad, porque también la autoridad ha desaparecido. Quienes deben responder no lo hacen, y los que son enviados a hablar, están confundidos porque la policía no es una fuerza militar, ni tampoco una institución de la República. Es un organismo civil del Estado, sujeto al poder político; un instrumento de la Justicia. Un reclamo salarial de los empleados policiales puede que moleste al Gobierno, pero jamás puede poner en vilo a la República o al sistema. La democracia no está en peligro porque los agentes reclaman lo que creen justo. En todo caso, el conflicto ha dejado al descubierto los rasgos que diferencian a la autoridad de las democracias constitucionales y a la ejercida en los regímenes totalitarios. Esto está claramente a la vista. Como también queda claro que la dependencia del alperovichismo al poder central se configura en el plano local de la realidad política. Ciertamente lo muestra la asignación de recursos y distribución de ingresos enviados por la Nación. En Tucumán se hace lo que ordena la Nación. Hay plata para cordones cuneta, empedrados, semáforos, motos, entre otros, pero no para mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores estatales. Esta dependencia que vivimos se traduce en una situación de subordinación. Es que parece que la sociedad tucumana, y particularmente la clase sujeta al poder político, no ha advertido que la presión del centro hegemónico impide el desarrollo de la provincia que vive en una cuasi intervención a manos de un delegado que obedece y perdura en su función como instrumento de dependencia. El federalismo aquí es una formulación meramente adjetiva de los discursos oficiales, y no una formulación sustantiva en los hechos. Es así que la provincia se encuentra inmersa en una crisis institucional como consecuencia del desgaste propio del ejercicio plebiscitario y mediático de un poder político que ha perdido fuerza en la voluntad creadora. Quizás no se han dado cuenta, o no saben, que es imposible gobernar sobre la mentira. La voluntad del pueblo no se expresa con el canje de votos por comida. Tampoco el pueblo puede decidir su destino en medio de tantas dificultades y de tanta corrupción. Así, todos estamos atrapados en esta realidad.

Marcelo Funes
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La paradoja del año

En aquel lejano lugar se festejaban los “30 años de Democracia”. No faltaron las bandas de música y los actores que ayudaron a que la fiesta sea una explosión de alegría. Mientras tanto, todo un país se caía en mil pedazos: saqueos (tomados como vil excusa para delinquir), robo en viviendas, muertes, policía enfrentada a tiros, reprimiendo a los ciudadanos que reclamaban justicia y protección, canales de TV que ocultaban la realidad detrás de novelas y problemas de la farándula, vecinos que lloraban de impotencia viendo un futuro incierto y con mucha incertidumbre... Y pensar que estas dos realidades estaban sucediendo simultáneamente. ¡Sí señor! El mismo día, a la misma hora y el mismo año. ¿Festejos por 30 años de democracia? ¡Qué tristeza! ¡Qué angustia sentí al irme a dormir con esa dicotómica imagen! Por un lado el dolor de todo un pueblo y, por el otro, el festejo enardecido de unos cuantos. ¡Viva la democracia argentina!

Laura Oshiro
Padilla 53
Concepción-Tucumán

Merecimiento

“El pueblo de Tucumán no se merece”. Frase repetida numerosas veces por el gobernador de Tucumán. Tampoco se merece ver lo tostado que está -al igual que sus ministros- por el sol del Caribe, mientras todo lo que está aconteciendo se cocinaba a fuego lento por los delincuentes que están siempre al acecho. ¿Quién pagó el costo moral y material que esto implica? Tampoco se merece que el régimen democrático se convierta en una pseudo-monarquía donde cada miembro tiene un lugar en el gobierno, no sólo ellos sino todo su entorno de amigos y conocidos. No se merece el pueblo de Tucumán ver cómo se derrumba, poco a poco, la estructura democrática, donde ya no hay tres poderes, sino sólo uno que al manejar el poder del dinero subordina todo a ese único valor. El pueblo tucumano no se merece que no se respete a aquel que se prepara y se sacrifica para saber más y para ser mejor y más competente y gane concursos en el Poder Judicial y no se lo designe, porque alguna vez en cumplimiento de su deber tuvo que investigar al mandamás. No se merece el pueblo de Tucumán que los miembros del poder político no quieran soltar la teta de gobierno y todos se retiren (si es que lo hacen) millonarios. No se merece la postergación infinita de la ejecución de la Justicia por los crímenes aberrantes que se produjeron y se taparon para no tocar quizás a alguien que está muy arriba. No se merece el manejo turbio del dinero, sin que quienes reciben un sueldo por hacerlo lo cobren sin mirar siquiera los papeles que firman. Es el pueblo no el gobierno el que paga sus sueldos. No se merece que los parientes, los amigos y hasta el chofer de alguno, cobren sumas de dinero no ganado sino distraído o sustraído de las arcas del Estado. No, no señor gobernador, no se merece esto y todo aquello que desconoce y que se tapa con el poder del dinero. ¿Para qué tanta ambición? Si Dios baja el pulgar y en un ratito están en donde nada se compra con dinero. ¿Para qué?

Teresa Pacheco
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Justicia social

Según lo visto y vivido en las últimas horas, para obtener lo que deseás tenés que portar armas, dejar desamparados a los vecinos y liberar Tucumán para que los delincuentes hagan lo que quieran. Cuánta gente tiene que trabajar con contratos tras contratos porque nadie quiere poner en blanco a sus empleados, y ellos con sólo un curso de tres meses ingresan en blanco y con un sueldo de $ 9.000. Pero... ¿a quién le vamos a reclamar? El Estado es el mayor empleador en negro; sólo hay que preguntarles a los empleados de la Sanidad, que los obligan a adherirse a un monotributo con sueldos de miseria y a una obra social que no desentona. Ojalá algún día llegue la tan ansiada Justicia Social que todos pregonan, para que volvamos a ser dignos y podamos mantener a nuestra familia como se merece.

Marcos Andrés Gómez
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La condición humana

La fábula del alacrán y la rana describe en realidad la verdadera condición humana. No nos engañemos: desde siempre, todos los que hemos tenido contacto oficial con la policía hemos visto su predisposición a la coima, sea en efectivo o con gasolina (“pa’ el café o la gaseosa”), o cobrando por un escrito sin dar nunca recibos. Pero también hemos leído en “Rebelión en la granja”, que todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros. Y ellos son hoy los “más iguales”. La policía, todos los policías -por acción u omisión-, han tomado de rehenes a la sociedad en su conjunto; y con complicidad con los vándalos, han asolado al país, incumpliendo con sus obligaciones de funcionarios pagados por todos los ciudadanos para la defensa de los mismos y no para su violación en todo sentido. Ellos han desarrollado también la oficina de Asuntos Internos, donde lavan sus trapitos sucios (muchos) eludiendo la acción de la justicia. Los valores sociales, ausentes. Sería ingenuo pedir a la sociedad practicar diariamente los mandatos de las Tablas de la Ley, en unos ocho o nueve puntos para quienes no son practicantes de la religión católica. Tal vez mejoremos y podamos darnos a nosotros, a nuestros hijos y nietos, un país donde sea un honor y un placer vivir.

Federico Vázquez
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Duelo

El dolor de un pueblo sometido al maltrato, al abandono, a la desidia y a la intolerancia es injustificable. Y lo lamentable es que mientras en nuestra amada provincia de Tucumán, cientos de miles de ciudadanos se encontraban atrincherados para protegerse de las hordas de delincuentes, en Plaza de Mayo nuestra presidenta bailaba al compás de la música, tratando de tapar una realidad dolorosa. Y cuando fueron a manifestarse pacíficamente fueron reprimidos. Con esto quiero decirle a la Presidenta: Tucumán está de duelo por los muertos y heridos, por los que sufrieron destrozos, por lo que temen salir a la calle, por los comerciantes que atienden con un palo en la mano, por los que siguen sufriendo persecución en democracia, por los numerosos periodistas golpeados por la policía, por los muchos casos impunes, por la corrupción reinante. De esta manera queda comprobado que siguen dando al pueblo pan y circo. Señora, Juan pueblo esta cansado de tanta inseguridad e impunidad. Y eso que se trata de ocultar la verdad. Sólo un medio visual estaba presente, y el diario LA GACETA informaba on line (ahora entiendo el por qué de la ley de medios). Usted siempre dice que el 56% de los argentinos la votó y que gobierna para el 100%. Pero no es así. La realidad no se puede tapar con un acto de envergadura como el que hizo en Buenos Aires. No había nada para festejar; la casa no está en orden. Si le queda un poco de dignidad, a usted y a tantos, deje de mentirle al pueblo. Y esto no me lo dice ni Clarín, ni nadie… Esto lo veo yo y muchos argentinos. Esos mismos que no la votaron. La verdad que estaba esperando ver la cadena nacional informando la situación de las provincias, esa misma que fue utilizada sin sentido en otras oportunidades. Por favor haga un mea culpa y reaccione.

Claudio Félix Ibrahim
Pasaje Jardín de la República 391
Monteros-Tucumán

Protección divina

Los tucumanos hemos vivido dos días de terror, en los que la vida y los bienes estaban a merced de vándalos organizados. Nuestra provincia parecía una tierra de nadie, y debíamos protegernos entre nosotros mimos, cuando es obligación de las autoridades de hacerlo. Mucho se ha hablado sobre este tema, que quiera Dios no se repita. Deseo recordar las palabras de nuestro Papa Francisco: “Si no aprendemos a reconocer y asumir los errores y aciertos del pasado, que dieron origen a los bienes y males del presente, estaremos condenados a la eterna repetición de lo mismo, que -en realidad- no es nada eterna, pues la soga se puede estirar sólo hasta cierto límite. Pero hay más: si cortamos la relación con el pasado, lo mismo haremos con el futuro. Ya podemos empezar a mirar a nuestro alrededor y a nuestro interior. Cada generación necesita de las anteriores y se deben a las que siguen. Y eso, en gran medida, es ser una Nación: entenderse como continuadores de la tarea de otros hombres y mujeres que dieron lo suyo, y como constructores de un ámbito común, de una casa, para los que vendrán después. Invoquemos la protección de Dios fuente de toda razón y justicia”.

Carlos Jorge Dumit
Castro Barros 49
San Miguel de Tucumán


Katrina y Tucumán

“El huracán Katrina desnudó lo que han tratado de ocultar desde siempre: el modelo de sociedad que quieren vender al resto del planeta, el “American way of life” basado en el más desenfrenado egoísmo y el consumismo sin límites es, en realidad, una siniestra utopía negativa. En muchos países del mundo desarrollado han ocurrido catástrofes similares a la de Katrina, como en Japón, con el terremoto de Kobe. Y lo que invariablemente ha ocurrido fue un florecimiento de la solidaridad social. En los Estados Unidos, en cambio, la profunda patología social de ese país produjo el efecto contrario: un feroz “sálvese quien pueda” que generó saqueos en gran escala, violencia indiscriminada y bandas armadas sueltas por las calles aterrorizando a sobrevivientes y a las patrullas de rescate. Tales aberraciones nos hablan de una sociedad alienada y profundamente escindida, que si no se desintegra en una horrorosa pesadilla hobbesiana de guerra de todos contra todos es merced a su formidable aparato represivo: esos millones de policías, guardias privados y destacamentos armados de todo tipo, más un sistema carcelario que, medidos en términos per cápita, no tiene parangón en el mundo. Una sociedad que, en realidad, no es tal a causa de su exacerbado individualismo y total falta de solidaridad. Por eso, ni bien la omnipresencia de los aparatos represivos se relaja, la descomposición moral de la sociedad norteamericana -la que condena a millones a la drogadicción y exige instalar detectores de metales en las entradas de las escuelas primarias para evitar que los niños introduzcan armas de fuego o puñales- aflora con la violencia de un volcán”. (Atilio A. Borón, sociólogo, director del Observatorio Social de América Latina, presidente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Cualquier parecido con la Argentina del gobierno nacional y popular de los descamisados millonarios no es pura casualidad.

Ramón Eudal
Pasaje García 1257
San Miguel de Tucumán

Dolor y pena

Una vez más tuvimos que ver a nuestro querido Tucumán sumido en el miedo, en la incertidumbre y en el caos, en estas dos noches que pasamos a merced de delincuentes que abundaban las calles de la provincia. En este 2013 no sólo Tucumán llora, sino el país entero debido al abandono de parte de los que juraron defendernos; los que ahora piden aumento cuando un médico está cobrando mucho menos de la base que les dieron y ellos sí que estudiaron años. También está el claro ejemplo de los maestros y de muchos otros profesionales de la provincia. Es inaceptable que la señora presidenta de los 40 millones de Argentinos -como ella misma se cataloga- salga a festejar los 30 años de democracia en Plaza de Mayo, cuando en el país ya ascendían a 10 los muertos y cientos los heridos. Verla reír y bailar cuando había familias enteras llorando, siendo saqueadas, siendo privadas de su democracia, de la que tanto habla. Pero parece ser que la Presidenta vive en una burbuja, porque mientras en Buenos Aires estaban de fiesta, la mitad del país luchaba por proteger sus vidas. ¿Acaso ella no pertenece a la Argentina? Me duele ver por los medios de comunicación a los comerciantes que perdieron todo. Duele verlos llorar sin taparse la cara por culpa de las personas a las que les gusta lo ajeno. ¿Ésta es la imagen que la señora presidenta quiere presentar ante el mundo? ¿O prefiere tapar el sol con un dedo y hacer creer que todos estamos de fiesta? No señora, todos somos parte de la República Argentina, pero al parecer usted vive en un país imaginario donde todo marcha a la perfección. Otra aberración fue ver a un grupo de policías reprimir a los ciudadanos que fueron a pedir más seguridad. Amo a mi país y espero verlo mejor, lo único que pido es que todos los ciudadanos de bien nos unamos para contribuir a una Argentina pujante que todos merecemos.

Luis Miguel Silvestre
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El jardín de la delincuencia

¿Hasta cuándo va a seguir todo esto? ¿Qué esperan? ¿Qué se arme una guerra civil? Tantos aumentos para la policía. ¿Para qué todo esto, si son unos corruptos? ¿Por qué no aumentan a los jubilados y pensionados? ¿Por qué no bajan los precios? Ya no se puede vivir: todo aumenta, menos el salario. Y tampoco hay leyes. Antes Tucumán era el Jardín de la República. Pero ahora es el Jardín de la Delincuencia y de la Droga.

María Cecilia Torres
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SECRETARIO DE SEGURIDAD

Cuentan que los rusos se preocupaban más por la cultura del Ministro, que por quién iba a ser el ministro de cultura. Del mismo modo nos debe preocupar que sabe de seguridad el secretario Hofer y no tanto si es el secretario de Seguridad. Si no pudo prever la asonada policial, ni la protesta pacífica de ciudadanos comunes por las zonas liberadas para saqueos; si hubo represión a estos mismos ciudadanos en forma brutal y si no pudo prever que la ira ciudadana destruyese los bienes del gobernador, su jefe, debe dar un paso al costado. Siguiendo con la referencia moscovita, el mandatario debería hacer cesar el estado de inseguridad que nos ofrece nuestro actual secretario de Seguridad pidiéndole la renuncia, por ser un acto de estricta justicia y un alivio para los sufridos ciudadanos tucumanos.

Enrique Parellada 

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¿De quién es la culpa?

Los graves acontecimientos sucedidos recientemente en la Argentina (robos, saqueos, asaltos y muertes) no están totalmente desvinculados del resultado de las pruebas PISA, que informan que el 53% de los jóvenes argentinos no entiende lo que lee. Y cuestionan rigurosamente al Gobierno actual, que mientras sucedían los gravísimos hechos mencionados en Tucumán, festejaba en Buenos Aires los 30 años de Democracia, cantando y bailando con la Presidenta de la Nación a la cabeza. De acuerdo al informe PISA, creo que las autoridades de Educación y Cultura de la Nación deberían ocuparse urgentemente en mejorar al hombre contemporáneo, de extraordinario parecido con el salvaje que describía Rousseau, que movido solamente por sus necesidades y sus deseos acosaba permanentemente a su víctima hasta someterla a sus más viles instintos. La espantosa barbarie vivida recientemente, además, me trae a la memoria la gran similitud, aún existente, entre nuestra sociedad y la de fines del siglo XIX, descriptas de manera excelente por Lucio V. Mansilla, quien, refiriéndose a los indios ranqueles, entre otras cosas, escribía lo siguiente: ¿Les hemos enseñado algo nosotros, que revele la disposición generosa, humanitaria, cristiana de los gobiernos que rigen los destinos sociales? Nos roban, nos cautivan, nos incendian las poblaciones, es cierto. ¿Pero qué han de hacer, si no tienen hábito de trabajo? ¿Los primeros albores de la humanidad presentan acaso otro cuadro? ¿Qué era Roma un día? Una gavilla de bandoleros rapaces, sanguinarios, crueles; traidores. Y entonces, ¿qué tiene que decir nuestra decantada civilización? Quejarnos de que los indios nos asuelen, es lo mismo que quejarnos de que los gauchos sean ignorantes, viciosos, atrasados. ¿A quién la culpa, sino a nosotros mismos?

Daniel E. Chávez

Pasaje Benjamín Paz 308

San Miguel de Tucumán


Desgobierno

Ante los trágicos sucesos que estamos viviendo producto de la corrupción generalizada y el desgobierno, se me ocurrió detenerme en el remanido uso del término desgobierno. El diccionario define desgobierno como “desorden, desorganización”. Tiene otro significado: “No ejercer el poder en beneficio del gobernado”. Me inclino por la segunda acepción como la que encaja a la perfección en la nefasta conducción política del “modelo provincial” en sintonía con el “modelo nacional y popular”. Este último ante nuestro asombro y consternación celebró la década ganada y los 30 años de democracia indiferente a los saqueos y las muertes ocurridas en el país. Volviendo al desgobierno, si el poder político no usa el poder en beneficio del gobernado, entonces no existe la menor duda que el usufructuario y beneficiario de ese poder es el gobernante. El periodista Álvaro Aurane columnista del diario LA GACETA (nota del 1/10/2013) señala: “El 31 de diciembre la actual administración habrá manejado prácticamente $ 80.000 millones en presupuestos públicos. O sea $ 57.000 por habitante: una vivienda social por cada tucumano. ¿Porqué hay tanta gente sin un techo? Sobre todo si las viviendas que la provincia declaró haber terminado y entregado las financió, casi enteramente, la Nación”. La pregunta nunca tuvo respuesta y no la tendrá por secula seculorum: ¿Será por el desgobierno que nos acecha?

Norberto Abregú

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Mal sueño

Ni en la peor de mis pesadillas me imaginé vivir esta guerra. Vecinos armados con escopetas, carabinas, revólveres, machetes, improvisadas bombas molotov  y hasta palos, detrás de barricadas construídas con tarimas, troncos, cubiertas viejas de autos, y por sobre todas las cosas, muy dispuestos a defenderse. Lisa y llanamente fuimos abandonados por la fuerza policial, que dejó las zonas liberadas para el uso y abuso de la delincuencia. Es imperdonable la actitud que tomaron. Esa misma policía que logró su cometido mediante la extorsión del no cumplimiento de su deber, fue la misma que reprimió con golpes a manifestantes la misma noche del arreglo. La misma policía que se cobró la vida de un docente, que quedará para la historia (Carlos Fuentealba) cuando este reclamaba mejoras salariales al igual que ellos. ¿Qué me van a hacer por escribir esta verdad? Doy mi nombre y apellido, no me escondo, ni me tapo la cara, ni me pongo un casco para que no sepan mi identidad; me cansé de vivir en la inseguridad total. Pero este fue el límite: abandonar a la población a su propia suerte, al sálvense quien pueda, a la tierra de nadie, a la ley de la selva. En otra parte de mi Argentina se festejaban los 30 años de nuestra democracia, fiesta, fiesta... Mientras en el mismo país el descontrol y la delincuencia eran los dueños de la tierra. Nos cayó una bomba, la peor de todas, la que destruye el espíritu, la que niega realidades, la que enfrenta pobres contra pobres, la que crea la paranoia colectiva, la que deja un tristísimo saldo de muertos, heridos graves, desolación, terror y temor. De lo malo que nos pasó, aún así se puede extraer algo bueno, esto dejó en claro algo: creció la solidaridad tan olvidada, aún entre vecinos que en algún momento no se entendieron y se pelearon. En esos momentos de crisis se volvieron a mirar a los ojos y se dieron la mano amablemente, todos por un mismo objetivo: protegernos los unos a los otros. El pueblo es el único artífice de su propio destino.

Pedro Martínez

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Policías vs. celulares

Espero que el nuevo jefe de Policía prohíba los celulares a todo el personal policial (por razones obvias los jefes por su jerarquía estarán excluidos), ya que no hay un policía que no esté permanentemente hablando o escribiendo su mensajito en su celular. Por otra parte las señoras/señoritas que son policías y no les gusta cuando les tomamos fotos hablando o contestando su celular, pueden buscar una salida laboral en el sector privado, donde podrán usar libremente el celular cuando quieran (si su empleador lo permite), pues cuando el Estado no sea su empleador (el que paga el sueldo) a la población no nos molestará. Sería muy importante que estos empleados sepan que detrás de ellos hay miles de jóvenes que quieren ingresar a la fuerza y cumplir las órdenes que se les impartan.

Magui Alvarado

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Vida cotidiana

Él recuerda que 10 años atrás salieron con su madre y sus hermanos a saquear en un supermercado; tenía ocho años. Volvieron felices con los brazos llenos de leche, sidra, pan dulce, carne, gaseosas, pañales y un carrito del mercado donde trajeron a pura risa a sus hermanitas de tres, dos y un año. Ahora, ya todo un jovencito se dijo a sí mismo, al volver de trabajar como jardinero durante toda una tarde, que estaría bueno salir a los saqueos. Fue con unos vecinos en sus motos. Algunos, dice, “estaban re-pilas” porque hasta esa hora no habían ni fumado ni tomado. Saquearon. Pero más que alimentos trajeron zapatillas, algunas sin sus pares, un televisor sin la extensión para ser enchufado, unos vinos. Volvieron a sus casas. La mamá de él no estaba contenta. No porque el botín era bastante magro e inservible comparado con las necesidades de la familia; sino porque había robado. Él estaba herido: se había quemado con un escape la pantorrilla izquierda y había recibido un ladrillazo en la frente, que lo tenía mareado aun horas más tarde. La madre le dijo que no había tiempo para curarse porque venían a atacar el barrio. Y el saqueador ahora ayudaba a sus vecinos para no ser saqueados. La madre lloraba porque sentía que no le había enseñado nada en la vida. Pero ella dijo después, que con el ejemplo se enseña más que con las palabras. Él ayudó apasionadamente a repeler los otros saqueadores que merodeaban. Sin conciencia. Ahora esperaba que no lloviera para seguir trabajando en los jardines cuidados, muy lejos de su barrio.

María Carolina Gallo

Quintana 490 

Yerba Buena - Tucumán


Justicia y paz

¡Qué agradable fue ver tantas “Cartas a los Lectores”! Y, ¡cuán agradecido estoy a nuestro prestigioso diario LA GACETA por permitirnos expresar nuestros pensamientos! Ahora bien, creo que esto los obliga a continuar con la mágica tendencia de otorgar mas espacio a vuestros lectores, fomentando la tan ansiada libertad de expresión en ciudadanos comunes, creando una fuerza arrolladora con efectos inmediatos. Me doy cuenta que a todos nos atrae vivir pacíficamente, pero existe un detalle clave que impide lograr este noble fin: “no existe paz sin justicia”, o como lo expresa un fiel siervo de Dios, “el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Sant. 3:18). Esta línea de razonamiento compromete seriamente a nuestras autoridades nacionales, provinciales y municipales, porque ellos son los encargados, con su ejemplo de vida, de estar a la altura de las circunstancias. Tan solamente pensar en el escandaloso crecimiento patrimonial que tienen día a día, tira por tierra cualquier intento de lograr la tan ansiada justicia que traiga la paz. El pueblo es el fiel reflejo de sus gobernantes o como lo dice el Proverbio: “Cuando gobierna el inicuo, el pueblo cae”. ¡Cuán sabias y ciertas estas palabras! Hoy, lamentablemente, estamos en una situación de relación entre pueblo y gobernante que cumple a rajatablas un viejo axioma que estuvo vigente en la decadente Roma imperial donde el emperador de turno: “Les hará magia y seguirán entretenidos, les quitará la libertad y seguirán aplaudiendo, les dará muerte y lo amarán por eso”. Entonces, a no cesar en la lucha por conseguir la verdadera justicia que traiga la paz. Y reiterar mis agradecimientos sinceros para todo el universo que compone el diario “LA GACETA”, por posibilitarnos estos granitos de arena con vistas a tan noble fin. “La madurez de un pueblo es darse cuenta de la demagogia”.

Daniel Edgardo Díaz

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Cartón lleno

José guardó los coches por pura casualidad. La policía extorsionadora, cómplice de los depredadores, le torció el brazo al orden institucional. El señor Lebbos sigue el largo camino hacia la ansiada Justicia. De los vagos de Muñecas al 900 ni hablar: la pestilencia casi permanente que emana la cloaca frente a su entrada nos libera de comentarios. La doctora movió sus caderas en Plaza de Mayo sólo para demostrar que ya está bien del “bobo” (no del coco). Nuestro Amado vice fue delegado para rendir homenaje a Mandela porque no hay en todo el país nadie tan representativo. La señora Hebe afirma que los únicos años democráticos son los de la década nefasta. El fiscal Campagnoli está a punto de ser destituído por su  osadía al investigar a Lázaro. Si continúo, LA GACETA me censurará por abuso de espacio. Argentina: ¡Bingo! Muchachos y muchachas; cuídense un poco, porque cuando el cartón se llena… 

José Quirós

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Celebración

Pena, rabia y desilusión sentí al ver el montaje que se llevó a cabo por parte del Gobierno nacional en conmemoración de los 30 años de Democracia y que tuvo lugar en Plaza de Mayo. La actitud de la Presidenta dejó mucho que desear: bailaba y reía como si nada. Todo esto mientras, en distintas provincias, se enfrentaban hermanos contra hermanos en situaciones perfectamente conocidas por ella. ¿No hubiera sido mejor posponer esta fiesta para que la celebremos en paz y por todos los argentinos en otra ocasión? Me dio pena ver toda esa gente saltando y bailado mientras nosotros, los tucumanos que salimos a la Plaza Independencia a pedir seguridad, éramos repelidos por fuerzas policiales ante la mirada impávida del jefe de policía Jorge Racedo (LA GACETA 11/12). Espero que toda la cúpula policial y del Ministerio de Seguridad den un paso atrás y presenten sus renuncias las que serían de desear, sean aceptadas y que estas personas no sean luego premiadas ejerciendo cargos en otras dependencias del Gobierno (caso Baillo, Di Lella, Brito).

Juana Farías                                  

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Educación

Quisiera hacerles unas preguntas a los policías que se acuartelaron. Comparto su lucha por un aumento de sueldo, pero… ¿vale dejar desprotegida a la gente por la cual juran cuidar al ingresar en las filas? ¿Vale dejar una casa indefensa con criaturas aterradas preguntando “los nenes malos me van a matar”? ¿Vale que un pobre discapacitado tenga un cuchillo y arriesgue su vida por sus hijos y nietos? ¿Vale tanto como para desproteger a quienes con sus impuestos hacen posible su nuevo sueldo? Ojalá, estimados policías, no les toque jamás pasar el miedo la angustia, la desesperación que sintió esta tucumana al ver cómo se protegía el centro y los alrededores de la ciudad, mientras sus pobres sobrinos estaban encerrados con temor, sin presencia policial para cuidarlos. Ojalá nunca les pase el haber llamado a todos los números de emergencia y no ser atendidos, rezando y pidiendo un milagro para que mi familia se salve. No estoy escrachando a la policía, pues tengo amigos y familiares allí. Pero privaron de la seguridad a su ciudad y faltaron a un juramento. Al policía que contestó en el video: ¿quién me cuida a mi?... Le digo: usted eligió esa profesión; nadie lo obligó a meterse ahí. ¿Y sabe cómo lo cuidamos los tucumanos pagando los impuestos para que usted tenga su sueldito todos los meses y nos proteja? Entonces, debería ser más educado.

Sheila Lafuente                                    

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Solidaridad

En medio de tanto caos, dolor e impotencia, quiero destacar dos hechos que me ayudaron a reivindicar la condición humana ante tantas situaciones límite como las vividas. Tuve la fortuna de ser testigo de la acción de los vecinos ante la posibilidad de nuevas depredaciones por parte de los saqueadores. El primer caso se produjo en Barrio Kennedy, donde jóvenes y adultos se agruparon férreamente durante toda la noche para detener actos vandálicos contra sus bienes más preciados. El segundo ocurrió en Lules. Junto a mi padre pude presenciar los recaudos de los habitantes de esa ciudad para resistir los embates de los saqueadores: salieron a la ruta y rodearon la ciudad con un cinturón de seguridad realmente asombroso. Hubiera sido preferible no llegar a estas instancias, pero hay que considerar que, siendo familia de la clase media trabajadora nos costó mucho adquirir lo que tenemos. Y si no hay quien nos resguarde, debemos apelar a las cadenas de solidaridad como las que se fueron construyendo. Quiero destacar, en el caso de Lules, un hecho enaltecedor que ojalá se hubiera producido en la capital. Fue el gesto del intendente César Dip, quien puso a disposición de los vecinos todos los recursos humanos y materiales del municipio para reforzar los sitios de custodia de la ciudad.

Marcela Rodríguez                                    

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Previsible

Quienes expresan que nuestra Argentina actual no es previsible, no se ajustan a la verdad. Los hechos avalan esta afirmación. Comenzamos los primeros dos meses del año disfrutando despreocupados los innegables problemas del país; en marzo se ejecutan en diversos distritos, las infaltables huelgas docentes; a mediados de año, también en algunos lugares los alumnos toman colegios; el Indec, mediante complejos cálculos matemáticos, controla la armoniosa inflación mensual del orden del 0,8%; indefectiblemente en invierno falta gas y en verano electricidad; obras públicas planificadas para todo el año, como los puentes de los feriados, se ejecutan sin postergaciones; a fin de cada año los conflictos policiales y los saqueos navideños no pueden faltar en la mesa social de los argentinos; las cuotas mensuales de secuestros y asesinatos, se concretan sistemáticamente. Tanta previsibilidad se ha transformado en una aterradora adicción, al extremo de desear tener la “imprevisibilidad” de los países que llaman del primer mundo, “sumidos en el atraso”.

Emilio Zuccalá

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Segunda batalla de Tucumán

Las vueltas de la vida: 201 años después y unos cuantos días, el pueblo tucumano salió a la calle a defenderse solo, porque el Gobierno sentado en Buenos Aires, está de fiesta, ignorando o desestimando la verdadera situación que se vivía en el interior. Estos dos últimos días vivimos la Segunda Batalla de Tucumán, como milicias defendiendo lo nuestro. 201 años después tuvimos que tomar las armas nosotros mismos para defendernos y darle un triste mensaje al resto del país: ante el olvido de las fuerzas de la ley y del Gobierno, el pueblo se debe defender y se puede defender. Hay muertos, hay heridos, pero hay un mensaje muy concreto: El pueblo unido, jamás será vencido.

Roberto José Fanjul

España 2.919

San Miguel de Tucumán



Inconcebible actitud

Lamentable actitud presidencial: no me sorprende un nuevo desacierto de nuestra Presidenta referido a la solidaridad y comunión con todo el pueblo argentino. Así como faltó el respeto a las víctimas y familiares de la tragedia de Once, no concurriendo al lugar ni haciendo referencia inmediata a ello, así también faltó el respeto a las personas fallecidas y damnificados de estos últimos días por los graves hechos de robos y violencias que ocurrieron en las provincias que forman parte de esta Patria en la que sus ciudadanos le delegaron la función presidencial. Es inconcebible que en medio del caos y dolor de muchos argentinos, la señora Presidenta estaba sonriendo junto a artistas y cantantes, bailando el Himno Nacional Argentino, que dicho sea de paso es lamentable las deformaciones musicales que continuamente sufre. ¿Nadie le avisó de la angustia de quienes perdieron todo? ¿Se perdió la capacidad de sentir el dolor ajeno? No niego que se festeje los 30 años de democracia, pero hay muchas otras maneras de hacerlo y con austeridad y respeto por el otro. Pero lamentablemente los hechos sucedidos en nuestra provincia y el resto del país son el reflejo de los gobernantes que tenemos. Hoy a la gente sólo le importa el bien propio. Ya pasó de moda el bien común y la solidaridad y respeto entre conciudadanos. Sólo importa satisfacer los deseos y vanidades de cada uno a costa del sufrimiento de los demás. Si nuestros gobernantes no dan el ejemplo, ¡qué podemos pretender del resto de los ciudadanos! ¡Cómo pretender que se respete la familia y el trabajo si nuestra Presidenta sube a un palco con gente que poco sabe del respeto familiar y cumplimiento de las obligaciones? No perdamos las esperanzas, que la solidaridad triunfará sobre el egoísmo.

Liliana Guzmán Cruzado

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Debería haber estado

Debería haber estado a nuestro lado, al lado de todos los vecinos junto a las barricadas, armados con pistolas, palos, machetes o lo que teníamos a mano, para defender nuestras familias y nuestras casas. Debería haber estado al lado nuestro, al lado de los comerciantes y empresarios que nos vimos impotentes ante los ataques de vándalos que con total impunidad robaban y destruían todo lo que estaba a su alcance. Debería haber estado al lado nuestro. Al lado de los ciudadanos de bien, que fuimos a pedir seguridad a la casa de Gobierno y terminamos siendo reprimidos, por la misma policía que permitía que la ciudad se incendie. Pero no, ella no estuvo al lado nuestro. Se la vio feliz bailando en Plaza de Mayo. Dijo que “los saqueos fueron armados”. No lo sabemos. Deberían investigarlo. Pero esa noche había cosas más importantes. Lo importante era que mientras ella bailaba, en Tucumán había muertos, cientos de heridos, más de 250 comercios saqueados y toda una provincia desvelada y con miedo. El país debería estar de luto, porque Tucumán está de luto. Y cuando se está de luto, no se festeja nada. A menos que nada te importe. Ella debió estar al lado nuestro, pero estuvimos solos. Sin presidente, ni gobernador, ni policías. Solos.

Marcelo Laroz

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Asistencia

Con lo que sucedió en Tucumán, es posible que muchas personas estén afectadas mentalmente por lo vivido. Por eso, junto con una colega, hemos decidido dar asistencia en forma solidaria y gratuita a personas que fueron víctimas. He aquí algunos síntomas que pueden tener: 1) Revivir imágenes o recuerdos en la cual la persona fue víctima o testigo de hechos o sucesos en la cual su vida estuvo en peligro. 2) Dichas imágenes provocan alteración en el estado de ánimo, provocando síntomas depresivos, ansiedad, angustia, alucinaciones o ideas delirantes. 3) Su conducta se ve afectada, provocando aislamiento por el temor y cambios en el control de impulsos.

Roberto González Marchetti 

Susana Medina

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Asistencia

Hemos vivido en los últimos siete días, una serie de planteos de recomposición salarial de diversas policías provinciales que, por impericia o negligencia de los diferentes poderes ejecutivos provinciales desembocaron en saqueos y muertes. De la impericia y mala praxis en el manejo de la crisis participó lamentablemente el Ejecutivo Nacional por la falta de ejecutividad del Ministro Jefe de Gabinete, de no enviar fuerzas de seguridad nacionales para controlar eventuales desbordes. El Poder Judicial debe poner todo el rigor de la ley por los delitos que se hayan cometido por los diferentes sectores. Paralelamente los Poderes Legislativos deben hacer juicio político a los diferentes gobernadores y sus ministros de Seguridad y Gobierno y los jefes de policías para deslindar las responsabilidades de cada uno. Y, si alguno tiene responsabilidades políticas por mala praxis, tomar las medidas que correspondan. De esta forma se fortalecerá la democracia por el bien de la Patria y del pueblo mismo.

Ángel C. Padilla

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Saqueos

Es obsceno que en Buenos Aires hayan estado festejando los 30 años de Democracia con tanta ligereza y fervor cuando el interior de nuestro país se estaba literalmente desangrando. Todas las palabras huelgan.

Roberto Buffo

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Policías

En mi familia hubo policías, de los buenos gracias a Dios. Pero esto fue hace mucho tiempo. En estos días, por desgracia, te queda la amarga sensación de absoluta desprotección y desolación. Espero que desde la Justicia se investigue tanto a los delincuentes-saqueadores, como así también se sancione a los traidores. Esos que se olvidaron del servicio y la seguridad. Y, de paso, que el nuevo jefe de policía desarticule los negociados de los adicionales. ¡Ah! ¿que no saben de que hablo? Les perdí la confianza y el respeto y para mí es muy triste.

Judith Gilda Lilin Ismaín

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No hay derecho

Comparto con el señor Gobernador que no hay derecho que los tucumanos hayamos sufrido las consecuencias del chantaje y el abandono de la policía que, de modo criminal nos dejó a merced de una turba de delincuentes. Pero tampoco hay derecho a que sus funcionarios no hayan previsto y evitado el levantamiento policial, a que en 10 años de gobierno haya unos 200 asesinatos sin resolver, más los crímenes de Paulina Lebbos y Marita Verón. Que tengamos una policía acusada permanentemente de graves hechos de corrupción. Que se mantenga una ley de Contravenciones inconstitucional y caja segura de la corrupción policial. Que se premie a funcionarios ineficientes o acusados de corrupción con cargos legislativos y asesorías. Que tenga sometida a gran parte de la  justicia penal y ninguna denuncia contra funcionarios se investigue. Que nuestros empresarios se radiquen en otras provincias por la abrumadora presión tributaria. Que el avión sanitario se utilice para turismo y viajes oficiales. Que no podamos acceder a la declaración jurada de los funcionarios para saber con cuánto llegan y con cuánto salen. Que obscenamente viaje por el mundo con una corte de funcionarios en medio de un pueblo empobrecido con el penúltimo salario más bajo del país. Que haya sometido a los municipios y sea gobernador e intendente de San Miguel de Tucumán a la vez. Que no podamos saber cómo gasta su dinero la Legislatura. Que en pleno siglo XXI falte agua potable en muchos lugares de la provincia. Que haya destruido el sistema político y electoral de Tucumán en su propio beneficio. Que haya hecho una Constitución a su medida. Que compre votos con bolsones envileciendo a muchos ciudadanos y otros déficits que serían de larga enumeración. Señor Gobernador: a casi 200 años de nuestra Independencia, los tucumanos nos merecemos una provincia mejor. Si usted pretende ser bien recordado siga el ejemplo de nuestros patriotas que lo dieron todo por la patria y empiece a poner los  cimientos para ello. De usted depende. Le pido por favor que no diga más la remanida frase “estamos trabajando fuerte”.

Eudoro Aráoz 

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Festejo inoportuno

Varias veces desde este lugar manifesté mi apoyo al gobierno nacional. Hoy, sin embargo, no puedo otra cosa que manifestar mi tremenda decepción debido a que no se canceló el festival musical en Plaza de Mayo del último martes 10. Fue un tremendo desacierto continuar con esos festejos y muy doloroso ver a la Presidenta bailando en el escenario cuando en nuestra provincia atravesábamos por una de las situaciones más extremas jamás vividas. Creo que, así como la policía perdió para siempre la confianza de nuestro pueblo, el Gobierno provincial también la perdió y quizás esto se transfiera también al Gobierno nacional. Estimo les será muy difícil recomponerse políticamente de esto.

Oscar Beltrán                              

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Degradación moral

Los salvajes saqueos registrados en Tucumán y otras ciudades argentinas reflejaron algo más que el fracaso de un gobierno. Desnudaron la decadencia moral de vastos sectores de nuestra sociedad. Desde lo más alto a lo más bajo de las escalas socioeconómicas del país. Desde gente desempleada de los suburbios, hasta individuos de clase media que se aprovecharon de la situación para pescar en río revuelto. Desde familias que viven de planes sociales y no conocen el valor del trabajo ni el de la propiedad privada lograda con sacrificio, hasta artistas con bolsillos llenos que aceptaron más dinero por animar el festejo -vacío de contenido- por los treinta años de una democracia asentada en un pantano de populismo y demagogia. Los saqueos mostraron también la debilidad de un Estado que, lejos de cumplir con el mandato constitucional de brindar seguridad, canjeó su autoridad por el discutible rédito político de su pertenencia a un determinado “proyecto”. Con ello delegó su poder de fuego en la población, que tuvo que defender con uñas y dientes sus bienes. En estos 30 años de democracia abrazamos una cultura nihilista en la que los valores tradicionales fueron tildados de “reaccionarios”, “conservadores” o “autoritarios”. Así el sentido de autoridad paterna quedó en el olvido; la educación se canjeó por “contención”; la familia perdió sentido; se defienden derechos pero no se imponen obligaciones; la ética parece una antigüedad practicada por los viejos, y el esfuerzo es una mala palabra. 

Marcos Enrique Mirande                                

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