10 Diciembre 2013
LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
Protestas, ataques y caos. Tucumán se encuentra conmocionada y paralizada debido a los saqueos que se producen desde ayer, en medio de un conflicto entre el Gobierno y la Policía, que reclama un incremento salarial. Al menos dos personas murieron y cerca de 100 resultaron heridas tras los desmanes ocurridos en decenas de supermercados, almacenes y comercios de otros rubros del Gran San Miguel de Tucumán y de otros puntos de la provincia.
La tensión ha crecido a tal punto, que le propio arzobispo de Tucumán ofreció su intervención para abrir el diálogo. Monseñor Alfredo Zecca dialogó con los amotinados en la sede de la Jefatura de Policía. Luego el prelado se dirigió a Casa de Gobierno para hablar con las autoridades y finalmente se retiró al Arzobispado.
Los amotinados rechazaron hoy, por segunda vez, la propuesta realizada por el Ejecutivo para destrabar la situación. Al ofrecimiento de anoche, de elevar de $ 7.000 a unos $ 8.500 el sueldo de bolsillo de un agente, se propuso, además, reincorporar a tres policías cesanteados y otros beneficios. Sin embargo, los uniformados, que se manifiestan frente a la Subjefatura, insistieron con un piso de $ 12.000, además de otras reivindicaciones.
Con el conflicto policial sin resolver, el Gobierno pidió la asistencia de Gendarmería Nacional. Con la llegada de refuerzos desde Santiago del Estero, unos 500 gendarmes recorren las calles para intentar controlar los ataques.
El gobernador José Alperovich solicitó hoy a los policías que "vuelvan a cuidar a la gente", al tiempo que presentó una denuncia ante la Justicia Penal para que investigue a la Policía por la decisión de liberar la provincia en pos de obtener un aumento salarial.
Ante el miedo y la incertidumbre por la falta de garantías, los comerciantes y las entidades financieras optaron por mantener cerradas sus puertas. El Gobierno dispuso suspender las clases en todos los niveles, medida que también fue adoptada por las universidad y escuelas experimentales. Además, se restringió la atención en los hospitales y se decretó un asueto para la administración pública.
Desmanes
Los saqueos, que se desataron ayer por la tarde con el ataque a una fiambrería, multiplicaron por la noche y continuaron hasta el mediodía. La sucursal en Famaillá de Emilio Luque fue arrasada durante la madrugada, mientras que el ChangoMás de la Banda de Río Salí fue atacado por segunda vez durante la mañana. Después del mediodía, en la Banda del Río Salí, trabajadores de una distribuidora mayorista de Sancor se tirotearon con los delincuentes mientras resistían el saqueo.
Empleados de diversos comercios y vecinos se organizaron y montaron barricadas para evitar el avance de los saqueadores, que se movilizan mayormente en motocicletas. En Tafí Viejo, trabajadores del supermercado Capo lograron repeler de esa manera dos saqueos. Desde ayer, empleados intentaron, en vano, resistir los ataques con palos y armas.
Dos supermercados chinos, no obstante, no corrieron con la misma suerte. En San Juan y Castro Barros, el súper "El Cóndor" fue desmantelado por los delincuentes, al igual que el súper "Apolo", ubicado en avenida Colón al 1.450, al que le sacaron hasta una bacha y un inodoro.
La tensión ha crecido a tal punto, que le propio arzobispo de Tucumán ofreció su intervención para abrir el diálogo. Monseñor Alfredo Zecca dialogó con los amotinados en la sede de la Jefatura de Policía. Luego el prelado se dirigió a Casa de Gobierno para hablar con las autoridades y finalmente se retiró al Arzobispado.
Los amotinados rechazaron hoy, por segunda vez, la propuesta realizada por el Ejecutivo para destrabar la situación. Al ofrecimiento de anoche, de elevar de $ 7.000 a unos $ 8.500 el sueldo de bolsillo de un agente, se propuso, además, reincorporar a tres policías cesanteados y otros beneficios. Sin embargo, los uniformados, que se manifiestan frente a la Subjefatura, insistieron con un piso de $ 12.000, además de otras reivindicaciones.
Con el conflicto policial sin resolver, el Gobierno pidió la asistencia de Gendarmería Nacional. Con la llegada de refuerzos desde Santiago del Estero, unos 500 gendarmes recorren las calles para intentar controlar los ataques.
El gobernador José Alperovich solicitó hoy a los policías que "vuelvan a cuidar a la gente", al tiempo que presentó una denuncia ante la Justicia Penal para que investigue a la Policía por la decisión de liberar la provincia en pos de obtener un aumento salarial.
Ante el miedo y la incertidumbre por la falta de garantías, los comerciantes y las entidades financieras optaron por mantener cerradas sus puertas. El Gobierno dispuso suspender las clases en todos los niveles, medida que también fue adoptada por las universidad y escuelas experimentales. Además, se restringió la atención en los hospitales y se decretó un asueto para la administración pública.
Desmanes
Los saqueos, que se desataron ayer por la tarde con el ataque a una fiambrería, multiplicaron por la noche y continuaron hasta el mediodía. La sucursal en Famaillá de Emilio Luque fue arrasada durante la madrugada, mientras que el ChangoMás de la Banda de Río Salí fue atacado por segunda vez durante la mañana. Después del mediodía, en la Banda del Río Salí, trabajadores de una distribuidora mayorista de Sancor se tirotearon con los delincuentes mientras resistían el saqueo.
Empleados de diversos comercios y vecinos se organizaron y montaron barricadas para evitar el avance de los saqueadores, que se movilizan mayormente en motocicletas. En Tafí Viejo, trabajadores del supermercado Capo lograron repeler de esa manera dos saqueos. Desde ayer, empleados intentaron, en vano, resistir los ataques con palos y armas.
Dos supermercados chinos, no obstante, no corrieron con la misma suerte. En San Juan y Castro Barros, el súper "El Cóndor" fue desmantelado por los delincuentes, al igual que el súper "Apolo", ubicado en avenida Colón al 1.450, al que le sacaron hasta una bacha y un inodoro.
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