06 Diciembre 2013
ENVUELTO EN LLAMAS. Blatter no pudo responder varias de las preguntas que le hicieron.
COSTA DE SAUÍPE.- Hoy a las 13 finalmente se sabrá cómo estarán integrados los grupos del Mundial. Argentina y los otros 31 seleccionados que participarán del certamen, esperan ansiosos saber a quiénes se enfrentarán. Sin embargo, en estos momentos, la preocupación es otra. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, se rindió a la realidad de Brasil y puso en las manos de “Dios, Alá o quien fuere” el futuro del Mundial.
En la víspera del sorteo de los grupos de la gran cita del fútbol mundial, Blatter anunció que el estadio donde se jugará el partido inaugural recién estará terminado a mediados de abril, o sea, menos de dos meses antes de la apertura del certamen.
“Hemos recibido información de que el estadio estará listo a mediados de abril, el 14 o 15”, dijo Blatter, quien descartó por el momento la hipótesis de trasladar a otro lugar el partido inaugural y los otros cinco encuentros programados para el estadio Itaquerao, del popular club Corinthians. “Por ahora no hay un Plan B. ¿Qué puede hacer la FIFA? La FIFA le pedirá a Dios, o a Alá, o a quien fuere, que no ocurran más accidentes en el contexto del Mundial”, afirmó.
El pedido de ayuda a un poder más alto contrasta con la confianza que demostraba la FIFA en 2012 en que su vigilancia, influencia y poder de presión serían suficientes para evitar problemas en la preparación de Brasil para el Mundial.
El año pasado, cuando ya había claras evidencias de demoras en obras de estadios, el secretario general de la entidad, Jerome Valcke, generó una crisis en la relación con el gobierno brasileño de Dilma Rousseff al sugerir que los organizadores necesitarían “una patada en el trasero” para acelerar las cosas.
El problema político fue superado meses después mediante pedidos públicos de disculpas de Valcke y del propio Blatter, pero los retrasos no fueron totalmente sanados: el estadio de Brasilia, por ejemplo, quedó listo pocos días antes del partido inaugural de la Copa Confederaciones, más de cuatro meses después del plazo límite.
Ahora ya se sabe que ninguno de los seis estadios que faltan para completar el conjunto de 12 escenarios que se utilizarán en el torneo será inaugurado este año. Cuatro serán entregados probablemente en enero y el de Curitiba recién estará listo a fines de febrero, a raíz de problemas presupuestarios y dificultades de financiamiento.
Y los desafíos a los que se enfrenta la FIFA con Brasil 2014 no se limitan a los estadios. Las masivas protestas populares que sacudieron el país durante la Copa Confederaciones siguen siendo una preocupación, así como las elevadas temperaturas registradas incluso en invierno en algunas de las sedes, donde hay partidos programados para jugarse a la una de la tarde.
Pese a que la FIFA afirma tener en sus manos estudios médicos que aseguran que el fuerte calor no supone riesgo para la salud de los jugadores y admite permitir interrupciones de encuentros disputados bajo temperaturas muy elevadas, la decisión de programar choques mundialistas para las 13 sigue generando polémicas.
Ayer, en Costa do Sauípe, un reportero de Fortaleza recordó a Blatter y a Valcke que en su ciudad jamás se ha disputado un partido de fútbol a esa hora, precisamente en razón del calor, e indagó si la FIFA había pensado en el público.
Valcke respondió: “Nuestro estudio médico tenía que ver con la salud de los jugadores, no del público. Es menos difícil para el público, que puede salir a beber agua en caso de necesidad”. “No tengo nada que añadir”, se limitó a decir Blatter.
En la víspera del sorteo de los grupos de la gran cita del fútbol mundial, Blatter anunció que el estadio donde se jugará el partido inaugural recién estará terminado a mediados de abril, o sea, menos de dos meses antes de la apertura del certamen.
“Hemos recibido información de que el estadio estará listo a mediados de abril, el 14 o 15”, dijo Blatter, quien descartó por el momento la hipótesis de trasladar a otro lugar el partido inaugural y los otros cinco encuentros programados para el estadio Itaquerao, del popular club Corinthians. “Por ahora no hay un Plan B. ¿Qué puede hacer la FIFA? La FIFA le pedirá a Dios, o a Alá, o a quien fuere, que no ocurran más accidentes en el contexto del Mundial”, afirmó.
El pedido de ayuda a un poder más alto contrasta con la confianza que demostraba la FIFA en 2012 en que su vigilancia, influencia y poder de presión serían suficientes para evitar problemas en la preparación de Brasil para el Mundial.
El año pasado, cuando ya había claras evidencias de demoras en obras de estadios, el secretario general de la entidad, Jerome Valcke, generó una crisis en la relación con el gobierno brasileño de Dilma Rousseff al sugerir que los organizadores necesitarían “una patada en el trasero” para acelerar las cosas.
El problema político fue superado meses después mediante pedidos públicos de disculpas de Valcke y del propio Blatter, pero los retrasos no fueron totalmente sanados: el estadio de Brasilia, por ejemplo, quedó listo pocos días antes del partido inaugural de la Copa Confederaciones, más de cuatro meses después del plazo límite.
Ahora ya se sabe que ninguno de los seis estadios que faltan para completar el conjunto de 12 escenarios que se utilizarán en el torneo será inaugurado este año. Cuatro serán entregados probablemente en enero y el de Curitiba recién estará listo a fines de febrero, a raíz de problemas presupuestarios y dificultades de financiamiento.
Y los desafíos a los que se enfrenta la FIFA con Brasil 2014 no se limitan a los estadios. Las masivas protestas populares que sacudieron el país durante la Copa Confederaciones siguen siendo una preocupación, así como las elevadas temperaturas registradas incluso en invierno en algunas de las sedes, donde hay partidos programados para jugarse a la una de la tarde.
Pese a que la FIFA afirma tener en sus manos estudios médicos que aseguran que el fuerte calor no supone riesgo para la salud de los jugadores y admite permitir interrupciones de encuentros disputados bajo temperaturas muy elevadas, la decisión de programar choques mundialistas para las 13 sigue generando polémicas.
Ayer, en Costa do Sauípe, un reportero de Fortaleza recordó a Blatter y a Valcke que en su ciudad jamás se ha disputado un partido de fútbol a esa hora, precisamente en razón del calor, e indagó si la FIFA había pensado en el público.
Valcke respondió: “Nuestro estudio médico tenía que ver con la salud de los jugadores, no del público. Es menos difícil para el público, que puede salir a beber agua en caso de necesidad”. “No tengo nada que añadir”, se limitó a decir Blatter.
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