Si uno busca pasar una tarde en familia con sus hijos o en compañía de amigos en la plaza principal de la ciudad de San Isidro de Lules se topará con un olor inusual en el aire que se entremezcla con los aromas de la ciudad. Un grupo de jóvenes con ojos perdidos y rojizos, mal vestidos, sentados a todas horas en la plaza, refugiados en un banco al frente de la estación de policías, compartiendo lo que ellos creen que es un escape, una moda, o simplemente una manera de pasar el tiempo, la fatídica realidad es que están fumando marihuana.
La adicción a las drogas, a pesar de que muchas veces no se relaciona con urbes en las cuales la mayoría de su población es económicamente estable, es una realidad a la que los jóvenes nos enfrentamos día a día.
En la ciudad de Lules la droga afecta de manera directa la vida de los jóvenes: a una gran cantidad de los adolescentes luleños.
Se encuestaron a 100 jóvenes de entre 13 y 18 años con respecto a si habían consumido o no, si la consumían y/o vendían. El 65% afirmó que consumió algún tipo de estupefacientes en algún momento, el 23% dijo haber consumido cocaína, el 39% marihuana y el 3% algún otro tipo de estas.
Entrevista a Manuel
Uno de los encuestados accedió a darme una entrevista. Para mantener su identidad reservada lo llamaremos "Manuel", quien viene de una familia de muy escasos recursos. Su padre falleció cuando era niño, su hermano mayor murió apuñalado en una cárcel donde cumplía sentencia por venta de estupefacientes. Hace tres años que no sabe nada de su hermana menor, que simplemente un día se fue de su casa. Su madre es alcohólica y está enferma. Transcribiré lo que dijo con sus propias palabras:
-- Hola.
-- ¿Qué pasa?
-- Podés contestarme algunas preguntas?
-- No hay drama ¿Qué "queri sabe"?
-- ¿Alguna vez consumiste droga?
-- "Ma vale".
-- ¿Qué consumiste?
-- Tiza, de la buena (refiriéndose a la cocaína). ¿Qué, "queri vo"?
-- ¿Vendés también?
-- Se, pero es pa' mi primo, el me da pa' que venda.
-- ¿Hace mucho que consumís?
-- Desde que era pendejo, "porai" tre año, mi primo me dio pa' que pruebe un día y me enganche.
- ¿Y por qué empezaste a vender?
- Me faltaba guita pa' compra, mi primo no me daba si no tenía, un día lo chamuye pa' que me dé pero me ha dicho que le venda pa' él y él me va a dar tiza.
- ¿Sabés que te hace mal?
- Se, la tengo clara, desde el día que casi me muero.
- ¿Qué te pasó?
- Mi primo me dio una nueva pa' que la venda, y yo por "upiti" le pegué una seca, esa cagada me puso re loco, no la banqué y ahí nomás me descompuse, me desperté en el hospital con mi vieja gritándome y mi primo relajándola, no entendía nah. Al rato me ha dicho el "dotor" que casi me'i muerto por esa cosa. Desde ese día que sólo le aplico a la tiza.
-- Gracias por responder.
-- De nah ¿No "teni" algo pa' darme?
Saque $ 5 y se los di.
- Gracia líder, no vemo.
"Esta cosa pega en serio"
Un joven llamado "José" y que estudia en un colegio católico y tiene excelentes calificaciones, que proviene de una buena familia, me relató su experiencia con la droga. Dice que el porqué de su primer y único consumo de metanfetamina fue por mera curiosidad: simplemente quería saber -afirma- desde un punto de vista científico. Me contó cómo la droga afectaba sus sentidos.
"Cuando te dicen que esa cosa pega, es porque en serio pega. Sentís como tu cuerpo pierde sensibilidad al frio o al calor, por un segundo no sentís nada, después empieza la cosa. Se te nubla la vista pero de una manera rara, como que todo se ve retorcido y los colores se entremezclan de una manera rara, nunca jamás ves algo igual en otro lado, es muy difícil de explicar, pero si no lo viste no lo vas a entender aunque te diga. Las cosas suenan de otra manera, muy distorsionada y grave, algo aterradora pero en ese estado no sentís miedo de nada. Todo se siente al tacto de una sensación indescriptible, no sé cómo describirte lo demás, pero nunca más quiero sentir eso".