03 Diciembre 2013
Sébastien Loeb
Fue triple campeón francés de gimnasia. Trabajó como electricista. Y se hizo ídolo mundial con el rally, al punto que su avasallante palmarés le dio cabida a un apodo: "El Jefe". El hombre es de aquellos que dan pasos firmes, sin cambiar demasiado. Así se explica, por ejemplo, que haya corrido casi en exclusividad para Citroën; que haya tenido casi siempre como navegante a Daniel Elena (cuando no lo hizo su esposa, Severine); que haya hecho de pruebas como las de Alemania y Argentina su "coto de caza"; que haya dejado paulatinamente la categoría después de ganar todo. Pero hay más: probar un Red Bull de F-1 y lograr tiempos de punta. Y programar su futuro con total firmeza en el Mundial de Turismo.
Dice no haber empezado en el automovilismo sino hasta los 21 años por falta de medios económicos. Que la gimnasia le permitió desarrollar el equilibrio, la resistencia y la concentración. Que no es valiente como piloto, porque prefiere correr sobre seguro.
Ganó donde quiso y en cualquier terreno. Sumó éxitos de continuado dejando migajas a sus rivales. Sébastien Loeb fue, es y será un elegido.
Sebastian Vettel
Papá Norbert (corredor de karting y carpintero, a quien no le sobraba el dinero) le compró un kart a los tres años. A los nueve ya era piloto del Red Bull Junior Team. No era mal alumno, pero la escuela no le gustaba. Mamá Heike fue clara entonces: para seguir acelerando, había que lograr buenas notas. O sea, ningún privilegio para él en una familia de seis integrantes.
Corriendo para la World Series by Renault en Spa casi pierde un dedo en un accidente. En la F-1 rompe récord tras récord: dueño de una pole, ganador de un gran premio, campeón, bicampeón y tricampeón más joven de la historia.
Todos saben que su vida gira en torno a una única obsesión: ganar. Pero ese hombre de sangre fría, decidido y extremadamente centrado tiene su contracara en privado: divertido y con gran sentido del humor. Eso sí, es supersticioso y muy orgulloso.
Vive con su novia Hanna en un lugar rural idílico de Suiza, en un molino restaurado. Ama la música de The Beatles; escapa a ni Facebook y Twitter.
¿Hasta dónde llegará Sebastian Vettel? Solo él y la gente de Red Bull lo sabe. Hasta aquí, lo que está haciendo es épico.
Sebastien Ogier
Sus allegados dicen de él que es un piloto impaciente, determinado y eternamente insatisfecho. Su familia opina lo mismo. Tal vez por eso llegó a donde está; quizás por eso en 2010, instalado en el equipo Citroën, donde compartía espacio con Sébastien Loeb, no aguantó ser el N°2 y se fue a correr con un Skoda, a la espera de la llegada del VW al Mundial. "Las órdenes de equipo no forman parte de mi filosofía del deporte" explicó.
Su papá, repartidor de gasoil, era un apasionado del brasileño Ayrton Senna. Y le transmitió su locura por los motores. Igual, llegó algo tarde al rally, a los 22 años, luego de haber practicado varios deportes, con preferencia esquí, del cual es instructor.
Lo que logró este año produjo la inevitable comparación con Loeb, a quien parecen unirlo coincidencias y diferencias (incluida la particularidad de haber corrido en la elite con un único navegante, Julie Ingrassia). Pero él se escuda: "puedo decir que no soy el nuevo Loeb. Escuché muchas veces esta comparación y no la necesito".
Que Sébastien Ogier hará historia, muchos están seguros. Él lo sabe, pero no lo dice. Su bajo perfil y su talento no se discuten.
Fue triple campeón francés de gimnasia. Trabajó como electricista. Y se hizo ídolo mundial con el rally, al punto que su avasallante palmarés le dio cabida a un apodo: "El Jefe". El hombre es de aquellos que dan pasos firmes, sin cambiar demasiado. Así se explica, por ejemplo, que haya corrido casi en exclusividad para Citroën; que haya tenido casi siempre como navegante a Daniel Elena (cuando no lo hizo su esposa, Severine); que haya hecho de pruebas como las de Alemania y Argentina su "coto de caza"; que haya dejado paulatinamente la categoría después de ganar todo. Pero hay más: probar un Red Bull de F-1 y lograr tiempos de punta. Y programar su futuro con total firmeza en el Mundial de Turismo.
Dice no haber empezado en el automovilismo sino hasta los 21 años por falta de medios económicos. Que la gimnasia le permitió desarrollar el equilibrio, la resistencia y la concentración. Que no es valiente como piloto, porque prefiere correr sobre seguro.
Ganó donde quiso y en cualquier terreno. Sumó éxitos de continuado dejando migajas a sus rivales. Sébastien Loeb fue, es y será un elegido.
Sebastian Vettel
Papá Norbert (corredor de karting y carpintero, a quien no le sobraba el dinero) le compró un kart a los tres años. A los nueve ya era piloto del Red Bull Junior Team. No era mal alumno, pero la escuela no le gustaba. Mamá Heike fue clara entonces: para seguir acelerando, había que lograr buenas notas. O sea, ningún privilegio para él en una familia de seis integrantes.
Corriendo para la World Series by Renault en Spa casi pierde un dedo en un accidente. En la F-1 rompe récord tras récord: dueño de una pole, ganador de un gran premio, campeón, bicampeón y tricampeón más joven de la historia.
Todos saben que su vida gira en torno a una única obsesión: ganar. Pero ese hombre de sangre fría, decidido y extremadamente centrado tiene su contracara en privado: divertido y con gran sentido del humor. Eso sí, es supersticioso y muy orgulloso.
Vive con su novia Hanna en un lugar rural idílico de Suiza, en un molino restaurado. Ama la música de The Beatles; escapa a ni Facebook y Twitter.
¿Hasta dónde llegará Sebastian Vettel? Solo él y la gente de Red Bull lo sabe. Hasta aquí, lo que está haciendo es épico.
Sebastien Ogier
Sus allegados dicen de él que es un piloto impaciente, determinado y eternamente insatisfecho. Su familia opina lo mismo. Tal vez por eso llegó a donde está; quizás por eso en 2010, instalado en el equipo Citroën, donde compartía espacio con Sébastien Loeb, no aguantó ser el N°2 y se fue a correr con un Skoda, a la espera de la llegada del VW al Mundial. "Las órdenes de equipo no forman parte de mi filosofía del deporte" explicó.
Su papá, repartidor de gasoil, era un apasionado del brasileño Ayrton Senna. Y le transmitió su locura por los motores. Igual, llegó algo tarde al rally, a los 22 años, luego de haber practicado varios deportes, con preferencia esquí, del cual es instructor.
Lo que logró este año produjo la inevitable comparación con Loeb, a quien parecen unirlo coincidencias y diferencias (incluida la particularidad de haber corrido en la elite con un único navegante, Julie Ingrassia). Pero él se escuda: "puedo decir que no soy el nuevo Loeb. Escuché muchas veces esta comparación y no la necesito".
Que Sébastien Ogier hará historia, muchos están seguros. Él lo sabe, pero no lo dice. Su bajo perfil y su talento no se discuten.
Lo más popular