La exclusión social de los discapacitados

La exclusión social de los discapacitados

03 Diciembre 2013
Es imposible no verlos, sin embargo, una buena parte de la comunidad y de la clase dirigente no los registra, tal vez porque padece indiferencia, insensibilidad o ceguera. Lo cierto es que ellos conforman el 13% de la población tucumana. En su homenaje, se celebra hoy el Día Internacional de la Personas con Discapacidad, fecha instituida por la Organización de Naciones Unidas en 1982, cuya misión promover la dignidad, los derechos y el bienestar de estos ciudadanos, así como lograr que participen en la sociedad de forma plena y en condiciones de igualdad.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de mil millones de individuos -un 15% de la población mundial- padece alguna forma de discapacidad y enfrentan barreras físicas y económicas. En la actualidad, en muchas partes, la falta de conciencia y de entender que la accesibilidad es un asunto trasversal de desarrollo, sigue siendo un obstáculo para progresar mediante los Objetivos de Desarrollo del Milenio y también con otras decisiones convenidas internacionales que atañen a todos, señala la OMS.

De acuerdo con el Anuario Nacional sobre Discapacidad de 2011, del Servicio Nacional de Rehabilitación, que comenta en nuestra sección TUcumanos un abogado especializado, indica que en la provincia solo el 4,7% de las personas con discapacidad vive sola, un 2,1% está institucionalizada y un 93,2% vive acompañada (el 30% con madre y padre). El 6,2% de los hogares donde habitan personas con discapacidad no tiene infraestructuras básicas. El 28,8% no posee vivienda adaptada. El 39,2% vive en barrios con calles de tierra y el 44,2%, en un hábitat deficitario.

Dos arquitectas especialistas en el tema señalaron que son alrededor de 40 mil tucumanos los que perciben la vida desde una silla de ruedas y que la mayoría de los edificios presentan problemas de accesibilidad. Pese a que hay leyes específicas sobre las barreras urbanas, quienes diseñan y construyen a diario la ciudad parecen no tenerlas en cuenta y el Estado tampoco cumple con su deber que es controlar que se cumplan las normativas.

Son contados con los dedos de la mano los bares y restaurantes que tienen baños para discapacitados. Los estadios deportivos, ni siquiera los más grandes como el Monumental o el de Ciudadela, carecen de sanitarios especiales como sí sucede, por ejemplo, en las canchas de Boca, de River y en el "Martearena" de Salta, donde también hay rampas de acceso y sectores donde estas personas pueden ubicarse confortablemente a disfrutar de un espectáculo.

Son varias las leyes que los benefician, pero muy pocas las que se cumplen, como aquella que prescribe que el Estado debe emplear a un 4% de personas administración pública -siempre que reúnan condiciones de idoneidad para el cargo-, pero son pocas las reparticiones que la cumple. La ley 7.811 nunca se reglamentó, por lo tanto son pocas las empresas de ómnibus que adquirieron nuevas unidades especiales, por el elevado costo de los rodados, según los empresarios.

Se habla constantemente de la importancia de la inclusión social, pero esta realidad de discriminación contradice las intenciones. ¿Cómo es posible que se sigan construyendo edificios con problemas de accesibilidad o rampas mal hechas? Alguien suele decir que "la peor discapacidad es no darse cuenta de que todos somos iguales".

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