03 Diciembre 2013
CAMBIO DE ESTILO. Restaurantes y bares coloridos ocupan la calle Szeroka. TUSDESTINOS.NET
CRACOVIA.- Si Steven Spielberg quisiera filmar hoy La lista de Schindler en su escenario original, tendría graves problemas: allí donde hace 20 años, en el rodaje de la que quizá sea su película más personal, las grises y tristes casas del barrio Kazimierz de Cracovia, Polonia, encajaban perfectamente con el blanco y negro del metraje, ahora ha surgido un distrito de moda.
Los antiguos edificios lucen fachadas arregladas y pintadas y los turistas recorren sus calles o se mueven en pequeños trenes eléctricos hacia la que antaño fue la fábrica de Schindler, en el vecino barrio de Podgorze. Y en esa nueva y colorida cara de Kazimierz, el antiguo barrio judío de Cracovia, Spielberg ha tenido mucho que ver.
Cuando el 30 de noviembre de hace ahora dos décadas el cineasta estrenó su filme en Washington, dando a conocer la hasta entonces desconocida historia del alemán Oskar Schindler (quien pasó de ser un oportunista a salvar a 1.200 judíos) comenzaron a llegar a Cracovia los primeros turistas cinéfilos para ver dónde estaba la fábrica, el gueto o el campo de trabajo.
"El éxito de la película marcó el comienzo del renacimiento del barrio", afirma Magdalena Sroka, de la Secretaría de Cultura de la ciudad. Del antiguo lugar queda muy poco, pero Kazimierz, con sus sinagogas y su mikve -espacio para baños de purificación que hoy alberga un restaurante-, sus serpenteantes callejones y el cementerio Remuh con sus tumbas de famosos rabinos, primero inspiraron a Spielberg y después a turistas de todo el mundo.
Las casas soportaron la guerra, pero no la mayoría de sus habitantes. Tras la contienda, algunos supervivientes regresaron, pero el barrio cayó en la decadencia. En las casas en las que antaño reverberaban las velas del sabbat, las autoridades alojaron a las familias más pobres. Hubo que esperar hasta los años 90 para que artistas e intelectuales descubrieran su decadente encanto. Y así llegaron los primeros intentos de recuperar la herencia judía.
Las calles están llenas de restaurantes, clubes y bares de moda. No hay agencia de viajes u hotel que no ofrezca tours a la ciudad de La lista de Schindler. Desde hace tres años, la antigua fábrica (vacía durante décadas) alberga un museo con una exposición multimedia sobre la ocupación alemana de Cracovia. Y el viejo despacho de Schindler aún conserva el escritorio del industrial, con una máquina de escribir como en la que escribió la famosa lista que salvó 1.200 vidas.
Spielberg fue nombrado en 2005 "patrón de la cultura" de Cracovia. Hace un par de semanas, el círculo se ha cerrado: en el Museo de la Historia de los Judíos Polacos hay acceso al material de la fundación Shoah, que él fundó.
Los antiguos edificios lucen fachadas arregladas y pintadas y los turistas recorren sus calles o se mueven en pequeños trenes eléctricos hacia la que antaño fue la fábrica de Schindler, en el vecino barrio de Podgorze. Y en esa nueva y colorida cara de Kazimierz, el antiguo barrio judío de Cracovia, Spielberg ha tenido mucho que ver.
Cuando el 30 de noviembre de hace ahora dos décadas el cineasta estrenó su filme en Washington, dando a conocer la hasta entonces desconocida historia del alemán Oskar Schindler (quien pasó de ser un oportunista a salvar a 1.200 judíos) comenzaron a llegar a Cracovia los primeros turistas cinéfilos para ver dónde estaba la fábrica, el gueto o el campo de trabajo.
"El éxito de la película marcó el comienzo del renacimiento del barrio", afirma Magdalena Sroka, de la Secretaría de Cultura de la ciudad. Del antiguo lugar queda muy poco, pero Kazimierz, con sus sinagogas y su mikve -espacio para baños de purificación que hoy alberga un restaurante-, sus serpenteantes callejones y el cementerio Remuh con sus tumbas de famosos rabinos, primero inspiraron a Spielberg y después a turistas de todo el mundo.
Las casas soportaron la guerra, pero no la mayoría de sus habitantes. Tras la contienda, algunos supervivientes regresaron, pero el barrio cayó en la decadencia. En las casas en las que antaño reverberaban las velas del sabbat, las autoridades alojaron a las familias más pobres. Hubo que esperar hasta los años 90 para que artistas e intelectuales descubrieran su decadente encanto. Y así llegaron los primeros intentos de recuperar la herencia judía.
Las calles están llenas de restaurantes, clubes y bares de moda. No hay agencia de viajes u hotel que no ofrezca tours a la ciudad de La lista de Schindler. Desde hace tres años, la antigua fábrica (vacía durante décadas) alberga un museo con una exposición multimedia sobre la ocupación alemana de Cracovia. Y el viejo despacho de Schindler aún conserva el escritorio del industrial, con una máquina de escribir como en la que escribió la famosa lista que salvó 1.200 vidas.
Spielberg fue nombrado en 2005 "patrón de la cultura" de Cracovia. Hace un par de semanas, el círculo se ha cerrado: en el Museo de la Historia de los Judíos Polacos hay acceso al material de la fundación Shoah, que él fundó.
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