Comenzó su carrera artística en el Parakultural, ese escenario nacional del under porteño, junto Humberto Tortonese y Batato Barea. Pero logró popularizarse con sus actuaciones en la televisión en la serie "Tumberos", por su recordado personaje "El Seco", y en otros unitarios como "Mujeres Asesinas", "Sol Negro" y "Tiempo Final".
Alejandro Urdapilleta falleció ayer, y la colonia artística también más lo recuerda como director, actor y dramaturgo, en puestas como "Alfonsina y el mal", "La carancha" y "Carne de chancha", con las que, en los 80, el trío provocaba a su público en el mítico Cemento. Sus monólogos teatrales y versos como "Viva la mentira", "La llorona" y "Estaba tan aburrida" rompían con el teatro tradicional y lo ubicaban en el plano de la mayor experimentación.
En el circuito comercial, Urdapilleta se lució en obras como "Hamlet", "El relámpago", "Almuerzo en casa de Ludwig W.", "Mein Kampf (una farsa)" y "Rey Lear" en las principales salas de la avenida Corrientes. En el cine compuso sus personajes en las películas "La niña santa", de 2004; "Toda la gente sola" y "Los santos sucios", de 2009; y "No le mientas al Diablo", de 2010; y hace menos de un mes estrenó "Un paraíso para los manditos", un filme de Alejandro Montiel, que protagonizó junto a Joaquín Fourriel y Maricel Álvarez.
Si bien no se explicaron los motivos de su fallecimiento, el actor se encontraba alejado de los escenarios desde hace más de un año.
Ganó cuatro premios por sus actuaciones: dos Premios ACE por su papel de Polonio en "Hamlet" (1991/92) y por "El relámpago" (1995/96); un Martín Fierro por su interpretación de "El Seco" en "Tumberos" (2002), y un premio Astor a mejor actor por su actuación en la película "Adiós, querida Luna".
PUNTO DE VISTA
En Tucumán se representó durante seis años una de sus obras, "Las fabricantes de tortas"
César Romero - Actor, director y dramaturgo
Alejandro Urdapilleta era un ser con un encanto lacerante y mordaz. Para mí fue uno de los grandes maestros de la escena teatral argentina, y sus inolvidables participaciones junto a Tortonese (Humberto) en lo de Gasalla, movían en mí cierto calambre al transformismo, desde pequeño, probando cierta monstruosidad femenina y famélica. Urdapilleta estuvo fuera de lujos, rodeado de fiesta y color. Era muy austero y romántico a la vez. Solía decir: "no creo en la prosperidad, el progreso; vamos a la fosa, eso está claro. Odio al ser humano, a mis semejantes; me gustan los animales, me gusta el alcohol, lo trágico y estar arriba de un escenario, nada más".
En 2003, con Gonzalo Véliz y la dirección de César Domínguez, tomamos su obra "Las fabricantes de tortas".
Cuando hablamos con él, nos autorizó a ponerla gratuitamente, lo que significó un gesto muy generoso de su parte. Pero también recuerdo que cuando le volvimos a solicitar (a la obra la mantuvimos del 2003 al 2009), nos respondió con buena onda: "bueno, ya está, a ver si hacen sus propios textos". Con "Las fabricantes de tortas" recorrimos prácticamente todo el país y participamos en las fiestas del teatro. No éramos amigos, pero el año pasado lo vi aquí, en Tucumán, porque vino a pasar la Navidad con una de sus hermanas. Siempre lo recordaré con calor, con aplausos y con su loca juventud. Con el loco albedrío, carcajadas y con un orgulloso amor.