26 Noviembre 2013
Exigimos respeto, pero... ¿respetamos?
Peleas, denuncias, gritos. Todo es consecuencia de una acusación muy simple: "sos una irrespetuosa". Preocupadas por este hecho y por la constante recriminación a la juventud de haber perdido el respeto, dedicamos nuestra atención a este tema, que nos atañe a todos.
Los adultos dicen que los adolescentes no los respetan, pero los jóvenes también exigen modales.
"Se pierde la moral, está todo perdido", asegura Jorge, mientras toma un café. "Cansan, son hartantes los mayores", afirma Joaquín, de 17 años. Fácilmente podemos distinguir la barrera generacional entre los testimonios recopilados en el microcentro tucumano.
En la actualidad es común escuchar quejas acerca de la mala conducta de los jóvenes, sosteniendo que el respeto se ha perdido en medio de un mundo sumergido en el consumismo. Se alega la falta de educación, el uso excesivo de los celulares, los gritos en momentos inadecuados, las malas palabras, etcétera.
Pero… ¿qué es el respeto? Según la licenciada en Psicología María del Huerto Matías, el respeto se concibe como la capacidad de comprender y aceptar la originalidad e individualidad del otro. Es, por definición, la consideración de que alguien, o incluso algo, tiene un valor por sí mismo. A su vez, la falta de respeto, ocurre cuando no se es capaz de aceptar las decisiones u opiniones del otro cuando estas difieren a nuestras propias ideas. Este valor es primordial para las relaciones interpersonales, pero además día a día se presenta en distintas instancias. Respeto al medioambiente, a la elección de culto, a la diferencia de género, etcétera. A pesar de que muchos enarbolan la bandera del respeto ante aquellos que piensan diferente, esto no se transparenta en su accionar diario.
El papel de los jóvenes
El conflicto es más que claro, la pérdida del respeto en las relaciones interpersonales se ha expandido, hasta el punto en el cual encontrar a una persona que pida permiso o entregue su asiento en el colectivo es casi un milagro. A través de un sondeo general, pudimos recopilar algunos factores que, según la sociedad, contribuyen a esta problemática: la falta de comunicación, el prejuicio y los estigmas sociales tanto en adultos como en jóvenes, el libertinaje, el descaro, las relaciones problemáticas en el hogar, un déficit en la educación institucional, entre otros.
Es común acusar como desencadenante de esto a la adolescencia. Adultos, profesores y padres son figuras de orden y jerarquía presentes en el entorno diario a los que hay que respetar, no sólo por su "cargo" si no por su simple condición de personas. No obstante, los jóvenes, dueños de la tecnología y en plena etapa de autodescubrimiento, pueden mostrar malos modos, contestaciones prepotentes y actitudes altaneras ante la autoridad de los mayores. Sin embargo, ¿son ellos los únicos que faltan el respeto?
Exigimos respeto
En definitiva, es innegable el hecho de que la falta de respeto, los malos tratos y la pérdida de modales se ha generalizado en la sociedad. No sólo desde los jóvenes hacia los adultos, si no que además podemos encontrarlo en otros ámbitos, como el laboral, institucional, la vida cotidiana y entre iguales. No podemos ignorar que abundan aquellos adultos que faltan el respeto a jóvenes por considerarlos menos capaces, inexpertos o por el simple hecho de ser más pequeños.
La psicóloga sostiene que este fenómeno se debe a una deficiencia en la comunicación. Si bien la educación en casa sigue siendo el principal formador de nuestra escala de valores desde temprana edad, dentro de la Era de las Comunicaciones los espacios de dialogo se han vuelto más escasos y menos profundos. "Se habla más, eso sí, pero la conversación se ha vuelto más superficial", asegura la especialista.
Con el paso del tiempo las ideas del valor cambian. Sin embargo, el respeto permanece imperturbable ante el avance de la historia.
Los jóvenes cargamos con parte de la culpa y, por tanto, debemos aprender a reincorporar este valor en nuestro día a día. Pero también hemos podido comprobar que es un problema presente en la sociedad en general. El respeto es recíproco, por lo que todos, adultos y jóvenes hemos de reabrir la comunicación, los espacios de dialogo, tomar conciencia del otro como un individuo que es diferente y a la vez igual. Así rescataremos esta condición primordial para mantener relaciones más sanas y una vida más digna.
En la actualidad es común escuchar quejas acerca de la mala conducta de los jóvenes, sosteniendo que el respeto se ha perdido en medio de un mundo sumergido en el consumismo. Se alega la falta de educación, el uso excesivo de los celulares, los gritos en momentos inadecuados, las malas palabras, etcétera.
Pero… ¿qué es el respeto? Según la licenciada en Psicología María del Huerto Matías, el respeto se concibe como la capacidad de comprender y aceptar la originalidad e individualidad del otro. Es, por definición, la consideración de que alguien, o incluso algo, tiene un valor por sí mismo. A su vez, la falta de respeto, ocurre cuando no se es capaz de aceptar las decisiones u opiniones del otro cuando estas difieren a nuestras propias ideas. Este valor es primordial para las relaciones interpersonales, pero además día a día se presenta en distintas instancias. Respeto al medioambiente, a la elección de culto, a la diferencia de género, etcétera. A pesar de que muchos enarbolan la bandera del respeto ante aquellos que piensan diferente, esto no se transparenta en su accionar diario.
El papel de los jóvenes
El conflicto es más que claro, la pérdida del respeto en las relaciones interpersonales se ha expandido, hasta el punto en el cual encontrar a una persona que pida permiso o entregue su asiento en el colectivo es casi un milagro. A través de un sondeo general, pudimos recopilar algunos factores que, según la sociedad, contribuyen a esta problemática: la falta de comunicación, el prejuicio y los estigmas sociales tanto en adultos como en jóvenes, el libertinaje, el descaro, las relaciones problemáticas en el hogar, un déficit en la educación institucional, entre otros.
Es común acusar como desencadenante de esto a la adolescencia. Adultos, profesores y padres son figuras de orden y jerarquía presentes en el entorno diario a los que hay que respetar, no sólo por su "cargo" si no por su simple condición de personas. No obstante, los jóvenes, dueños de la tecnología y en plena etapa de autodescubrimiento, pueden mostrar malos modos, contestaciones prepotentes y actitudes altaneras ante la autoridad de los mayores. Sin embargo, ¿son ellos los únicos que faltan el respeto?
Exigimos respeto
En definitiva, es innegable el hecho de que la falta de respeto, los malos tratos y la pérdida de modales se ha generalizado en la sociedad. No sólo desde los jóvenes hacia los adultos, si no que además podemos encontrarlo en otros ámbitos, como el laboral, institucional, la vida cotidiana y entre iguales. No podemos ignorar que abundan aquellos adultos que faltan el respeto a jóvenes por considerarlos menos capaces, inexpertos o por el simple hecho de ser más pequeños.
La psicóloga sostiene que este fenómeno se debe a una deficiencia en la comunicación. Si bien la educación en casa sigue siendo el principal formador de nuestra escala de valores desde temprana edad, dentro de la Era de las Comunicaciones los espacios de dialogo se han vuelto más escasos y menos profundos. "Se habla más, eso sí, pero la conversación se ha vuelto más superficial", asegura la especialista.
Con el paso del tiempo las ideas del valor cambian. Sin embargo, el respeto permanece imperturbable ante el avance de la historia.
Los jóvenes cargamos con parte de la culpa y, por tanto, debemos aprender a reincorporar este valor en nuestro día a día. Pero también hemos podido comprobar que es un problema presente en la sociedad en general. El respeto es recíproco, por lo que todos, adultos y jóvenes hemos de reabrir la comunicación, los espacios de dialogo, tomar conciencia del otro como un individuo que es diferente y a la vez igual. Así rescataremos esta condición primordial para mantener relaciones más sanas y una vida más digna.
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