"No me gusta trabajar en la calle"

"No me gusta trabajar en la calle"

Dos chicos que reparten estampitas y lustran zapatos cuentan sus historias.

Los hermanos trabajan en la zona céntrica.  Los hermanos trabajan en la zona céntrica.
26 Noviembre 2013
La situación de niños en la calle parece ser un hecho crítico, tratado no sólo por programas del Ministerio de Desarrollo Social, sino también por fundaciones no gubernamentales como FAI (Fundación de Albergues Infantiles). Tienen como principal objetivo proporcionar al niño de la calle su bienestar brindándole las satisfacciones necesarias (alimentación, salud, educación, vivienda, afecto, entre otros) para su adecuado desarrollo mediante un proceso que procure dar respuestas a sus problemáticas específicas.

Pero aún así todavía hay situaciones que no han podido ser tratadas como es el caso de dos hermanos, Juan (13 años) y Gustavo (siete). Ellos viven con su mamá en el barrio Mercofrut y realizan distintas actividades durante las mañanas en la zona céntrica de nuestra capital para ganar dinero. Sus rutinas comienzan a las 8, cuando desayunan y salen a tomar el colectivo con algunos compañeros de la escuela y del barrio, para trasladarse al lugar donde trabajan vendiendo estampitas y lustrando zapatos. El hermano mayor es el encargado de lustrar zapatos y recibe la voluntad de las personas, que suele ser $ 5 o menos. Gustavo es quien ofrece las estampitas y recibe monedas a cambio. Esta actividad es realizada durante todo el año.

Su hora de regreso a casa es a las 14, para almorzar e ir a la escuela a recibir su formación, que es una actividad que a ambos les gusta realizar. En su tiempo libre les gusta jugar al fútbol, ver la televisión e ir los domingos a misa.

Juan y Gustavo nos contaron que no les gusta ir a trabajar y que prefieren quedarse con sus amigos o en casa. También contaron que durante sus trabajos las personas no son amables con ellos. Esto es una realidad asumida por todos los peatones como algo cotidiano que forma parte del paisaje.

Otro caso es el de Rocío (11 años) y Sofía (12), parientes de Juan y de Gustavo. Ellas también se dedican a ofrecer tarjetas en el centro para recibir la voluntad de las personas; ellas permanecen juntas durante la mañana. Provienen de una familia numerosa en la cual la madre cuida a sus hermanitos más pequeños y el padre vende frutillas.

FAI es un pequeño hogar con grandes chicos

La FAI (Fundación de Albergues Infantiles) se fundó en 1992 y su directora es Marta Cruz Prats. Este hogar tiene como finalidad construir vidas dignas en la sociedad. El tipo de ayuda que brinda es principalmente en el terreno del bienestar (albergue, comida, ropa), así como en el educativo (apoyo escolar).

La fundación recibe donaciones de distintas personas, organizaciones y colegios (que brindan becas completas para los niños), lo que los ayuda a continuar con este proyecto de ayuda social que comenzó hace 21 años. También realizan folletos, tarjetitas y ventas de antigüedades, lo que les permite generar más ingresos.

En el hogar los chicos cuentan con talleres, como el de zapatería, donde les brindan herramientas formativas que les permiten desarrollar sus capacidades. Este hogar tiene una capacidad para 22 niños, pero en la actualidad hay aproximadamente 15. Los chicos que ingresan tienen entre siete y 18 años. Algunos llegan con sus hermanos y otros lo hacen solos, y por lo general participaron de estrategias callejeras de supervivencia como la venta de golosinas y tarjetitas en las calles. Permanecen ahí durante el tiempo que quieran, las puertas están siempre abiertas para recibirlos y acogerlos.

Para los interesados en ayudar, el establecimiento está ubicado en Buenos Aires 855 y su número de teléfono es 420-3333.

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