24 Noviembre 2013
PALABRA DE CAPITÁN. Consumada la victoria, Gabriel Pata Curello le habla al grupo en el abrazo final. De fondo, las tribunas de la "Caldera" comienzan a despejarse.
Lo dicen los jugadores de hoy, los de ayer, los entrenadores, los dirigentes, los espectadores y todo aquél que alguna vez haya tenido la fortuna de presenciar uno: un clásico Tucumán-Buenos Aires no se compara con nada. La atmósfera es exclusiva. Contra las "águilas", el "Tucumán, Tucumán" se grita más fuerte que contra cualquier otro. Y no hace falta ser un enfermo de la ovalada para disfrutar de semejante fiesta. De hecho, para muchos es el único partido de rugby que puede tener lugar en la agenda anual de espectáculos deportivos.
Pero para alentar a la "naranja" no hacen falta conocimientos técnicos. Y lo cierto es que la "Caldera del Parque 9 de Julio" empujó como un forward más, aplaudiendo cada pelota recuperada, cada line asegurado, cada buena decisión tomada. Asimismo, levantó al equipo en los momentos de zozobra y no dudó en reclamar cada fallo adverso del juez rosarino Juan Sylvestre.
Está claro, triunfos como este favorecen la reconstrucción de una relación que se fue desgastando con el tiempo: la de la "naranja" y su gente.
"El público tucumano es muy pasional. Mientras vos tackleás y te golpeás, ellos te alientan a los gritos desde afuera", destacó Gabriel Pata Curello, que con su enorme contextura fue una máquina de romper filas enemigas y se ganó el aplauso encendido de las tres tribunas. "Esto es lo que me hace seguir jugando. En ese momento te acordás de todo el sacrificio que hacés, de ir a entrenamiento, de salir a correr, del apoyo de mi familia en que a la edad que tengo me siga golpeando de esta manera. En ese momento, todo vale la pena", redondeó el capitán. Luis Castillo, por su parte, coincidió en que el romance está volviendo a ser el de antaño. "Estoy en el seleccionado desde 2006, y desde hace un montón no escuchaba el 'Tucumán, Tucumán' tan fuerte como este año", confesó el 9.
"Por supuesto, todavía falta para ser lo que alguna vez llegó a ser, pero lo importante es que va queriendo. De a poco estamos logrando contagiar a la gente de nuevo. Esperemos que ese fuego se quede", anheló "Lucho".
Misión cumplida
En el abrazo final, todos hicieron silencio para escuchar el mensaje de despedida de Ariel Castellina, que dejó todo para ver a Tucumán en la final antes de regresar al rugby francés.
"Sólo quería agradecerles por dejarme ser parte de este grupo increíble. Nos bancamos frío, calor, cansancio, pero nos gustaba estar juntos", contó el pilar, y agregó: "y también gracias a la gente. La energía que bajó de las tribunas es algo que no se puede explicar. Me voy pleno, y desde allá los voy a alentar como uno más.
Pero para alentar a la "naranja" no hacen falta conocimientos técnicos. Y lo cierto es que la "Caldera del Parque 9 de Julio" empujó como un forward más, aplaudiendo cada pelota recuperada, cada line asegurado, cada buena decisión tomada. Asimismo, levantó al equipo en los momentos de zozobra y no dudó en reclamar cada fallo adverso del juez rosarino Juan Sylvestre.
Está claro, triunfos como este favorecen la reconstrucción de una relación que se fue desgastando con el tiempo: la de la "naranja" y su gente.
"El público tucumano es muy pasional. Mientras vos tackleás y te golpeás, ellos te alientan a los gritos desde afuera", destacó Gabriel Pata Curello, que con su enorme contextura fue una máquina de romper filas enemigas y se ganó el aplauso encendido de las tres tribunas. "Esto es lo que me hace seguir jugando. En ese momento te acordás de todo el sacrificio que hacés, de ir a entrenamiento, de salir a correr, del apoyo de mi familia en que a la edad que tengo me siga golpeando de esta manera. En ese momento, todo vale la pena", redondeó el capitán. Luis Castillo, por su parte, coincidió en que el romance está volviendo a ser el de antaño. "Estoy en el seleccionado desde 2006, y desde hace un montón no escuchaba el 'Tucumán, Tucumán' tan fuerte como este año", confesó el 9.
"Por supuesto, todavía falta para ser lo que alguna vez llegó a ser, pero lo importante es que va queriendo. De a poco estamos logrando contagiar a la gente de nuevo. Esperemos que ese fuego se quede", anheló "Lucho".
Misión cumplida
En el abrazo final, todos hicieron silencio para escuchar el mensaje de despedida de Ariel Castellina, que dejó todo para ver a Tucumán en la final antes de regresar al rugby francés.
"Sólo quería agradecerles por dejarme ser parte de este grupo increíble. Nos bancamos frío, calor, cansancio, pero nos gustaba estar juntos", contó el pilar, y agregó: "y también gracias a la gente. La energía que bajó de las tribunas es algo que no se puede explicar. Me voy pleno, y desde allá los voy a alentar como uno más.