Por Miguel Velárdez - Para LA GACETA - Tucumán
Osvaldo Soriano construyó uno de los relatos más elegantes que se hayan escrito sobre el fútbol. En una de sus mejores gambetas, "El Gordo" dibujó con palabras un texto supremo que se publicó como Carta de Osvaldo Soriano a Eduardo Galeano. Ese modesto título no logró opacar las pinceladas con las que describió, de la manera más bella posible, a un futbolista dentro de un supermercado, donde antes hubo un estadio de fútbol, y que -en apenas unos segundos- recordó un gol que hizo en el mismo sitio donde ahora está de pie y a su alrededor sólo hay góndolas, estantes y cajeras.
Un amigo de Soriano fue Roberto Fontanarrosa que también sumó sus quilates al romance entre fútbol y literatura. "El Negro", como le decían sus amigos en Rosario, fue autor de 19 de diciembre de 1971, considerado el mejor cuento sobre fútbol. Se trata de una final del campeonato nacional entre Rosario Central y Newell's Old Boys, que se jugó ese día en una cancha neutral (River Plate), y que sirvió de escenario para los movimientos de los personajes de ficción creados por Fontanarrosa. El secuestro de un hincha envuelve de tensión al relato desde la primera -y contundente- línea hasta el final.
No sólo la literatura se alimentó del fútbol; también lo hizo el periodismo narrativo de alta calidad. El polaco Ryszard Kapuscinski fue autor de La guerra del fútbol, considerada una de las mejores crónicas sobre un conflicto bélico que estalló en un partido de eliminatorias entre Honduras y El Salvador, en vísperas del Mundial de México de 1970. Se trata de un reportaje extraordinario sobre los cinco días de enfrentamientos en la frontera entre ambos países.
Falso divorcio
Otro deporte que supo germinar a textos excepcionales fue, desde siempre, el boxeo. En este campo aparecen grandes exponentes como el norteamericano Gay Talese con reportajes memorables sobre Muhammad Alí, Joe Louis y Floyd Patterson. Más contemporáneo todavía emerge el colombiano Alberto Salcedo Ramos con El Oro y la Oscuridad, la vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé. El maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano acerca la crónica a la mejor literatura al exhibir que el boxeo es un drama, como el teatro, como en la vida, donde los héroes también pierden.
Alguna vez, Jorge Luis Borges marcó una fuerte división entre el deporte y las letras. El divorcio quedó patente como si una cosa no pudiera estar ligada a la otra. El fútbol es popular -dijo Borges-, porque la estupidez es popular.
Sin embargo, el tiempo se ocupó de aflorar a estos autores: desde Soriano y Fontanarrosa, pasando por Kapuscinski y Talese, hasta llegar a Salcedo Ramos, quienes nos legaron grandes obras literarias para tratar de entender que el deporte, sea cual fuere, es una forma de arte.
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Miguel Velárdez - Periodista de LA GACETA,
profesor de Redacción Periodística II en la Unsta.