CRÓNICA
DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE CORRER
HARUKI MURAKAMI
(Tusquets - Buenos Aires)
El escritor y traductor japonés (autor de Tokio Blues y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, entre otras) arranca su relato contando qué es para él "correr en serio", una rutina que practica desde hace un cuarto de siglo, cuando decidió vender el club de jazz que tenía y cambiar su forma de vida.
"Correr ha vuelto a ser uno de los pilares de mi vida cotidiana. Y corro bastante en serio. Me refiero a correr 60 kilómetros a la semana. O sea, diez kilómetros al día durante seis días a la semana", escribe. Su pasión por el deporte va aún más lejos. Es un consumado fondista, participa en un maratón por año y formó parte de varios triatlones. Su logro máximo fue completar un ultramaratón de 100 kilómetros.
Ese mismo método, ese rigor harto famoso en los japoneses, también es aplicado en su tarea de escritor. Y en esas analogías entre el correr y el escribir -presentes en buena parte del texto- están los mayores aciertos, los guiños literarios de un libro que, a priori, podría no interesar a aquellos que están alejados de la temática.
Así, Murakami dice que deja de escribir en el preciso momento en el que siente que podría seguir escribiendo, así como abandona un día de entrenamiento cuando tiene resto para unos kilómetros más. Y también asegura que escribir novelas largas es básicamente una labor física. Para ese tipo de tareas, cree el japonés, se necesita resistencia y concentración, que sólo puede lograr con un entrenamiento físico.
En el que quizá sea su libro más autobiográfico, Murakami -conocido por su poca afición a las entrevistas y cierto hermetismo- abre las puertas de su vida, de sus sueños y de sus miedos, a partir de los relatos como corredor. Para el final de esta carrera sin sentido que es la vida, el escritor propone un epitafio: "Haruki Murakami. 1949-20**. Escritor (y corredor). Al menos no caminó nunca".
© LA GACETA
Diego Jemio