Por Alicia Liliana Fernández
22 Noviembre 2013
Arreglos que van desde la Sinfónica a la iglesia
Cuando asistimos a un concierto sinfónico en el teatro o a un recital de rock en un estadio sólo vemos y escuchamos a algunos de los músicos. Hay muchos otros que actúan detrás de escena antes, durante y después del show. Ellos hacen música detrás de los músicos y, para celebrar el Día de la Música, te contamos las historias de algunos de ellos.
SAGRADA MÚSICA. Cada día Juárez corre del teclado de la PC al del órgano de la iglesia; y de allí, al aula. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ
"El primer arreglo para la Sinfónica de la UNT me lo encargó el maestro Roberto Buffo. Desde esa época hago arreglos. También compongo: en la iglesia (del Corazón de María) el coro parroquial estrena piezas litúrgicas mías". Víctor TeddyJuárez hace de todo en materia de música. La razón de la entrevista es por su oficio de arreglador, pero recibe a la periodista y al fotógrafo al término de una misa por San Expedito, donde él tocó el órgano.
Juárez estudió en la Escuela de Música y en La Plata se recibió de maestro de Educación musical. Enseña en la ESEA (Escuela Secundaria de Educación por el Arte), donde fue vicedirector y estuvo a cargo de la dirección. Además, es pianista acompañante en clases de danza de los Ballets Estable y Contemporáneo de la Provincia.
Arreglista
"El nombre técnico es arreglista -aclara-. Mi tarea consiste en reorganizar la música en función de un determinado objetivo: para acompañar a cantantes, o música instrumental para determinada estructura orquestal, desde la primera hasta la última nota. Es como rehacer la música en función de quién la va a tocar, ya sea un instrumento o la orquesta completa".
Como arreglista, Juárez interviene, por ejemplo, en las partituras de la Sinfónica para el Concierto Pop de primavera y en el de Navidad. "Ahí ya son sinfónico-corales. Me viene a la memoria aquel concierto en que participaron el Coro Universitario, el de Niños y Jóvenes, las orquestas Juvenil y la Sinfónica junto a Opus 4", rememora.
En música popular arregló folclore para la Juvenil (zambas y chacareras); para la orquesta del Conservatorio arregló música de cine; para la de jóvenes de la ESEA, piezas de folclore y de Los Beatles, entre muchas otras.
"Mi afán es componer y de hecho lo hago, pero hay más trabajo de arreglos en Tucumán. Si no se hicieran arreglos, la música no se podría interpretar. Somos pocos los que hacemos este trabajo tan particular. Hay que someterse a las directivas del director; nos ponemos al servicio de él y en función de los solistas. Tenemos que manejar la extensión vocal del cantante o los límites de los vientos en la orquesta. No es lo mismo arreglar música para niños o jóvenes que para adultos", advierte.
40 horas
"Mi día tiene 40 horas -dice, y no caben dudas-; estoy todo el tiempo con la música, en mi PC, en mi estudio donde tengo mis dos pantallas, mi equipo de música y el software de escritura musical".
"Mi maestro es Bach; me inicié en la iglesia, tocando conciertos, corales, Toccata y Fuga, conciertos solos o compartidos con orquestas, estrenos mundiales de obras: toqué varias veces con la orquesta y el Coro Universitario".
"Bach es el maestro -reitera-. Y de los nuestros, Piazzolla. Del folclore norteño, todas mis composiciones están imbuidas, sobre todo de la zamba, mi querida zamba".
Juárez tiene unas cuantas obras sin estrenar; entre ellas, el sinfónico-coral "La batalla" (en homenaje a 1812). Sin embargo confiesa su predilección por su labor como chappel master, que consiste en organizar y dirigir el repertorio litúrgico: "lo que más me gratifica es que los domingos el coro parroquial cante mis piezas en la iglesia".
Juárez estudió en la Escuela de Música y en La Plata se recibió de maestro de Educación musical. Enseña en la ESEA (Escuela Secundaria de Educación por el Arte), donde fue vicedirector y estuvo a cargo de la dirección. Además, es pianista acompañante en clases de danza de los Ballets Estable y Contemporáneo de la Provincia.
Arreglista
"El nombre técnico es arreglista -aclara-. Mi tarea consiste en reorganizar la música en función de un determinado objetivo: para acompañar a cantantes, o música instrumental para determinada estructura orquestal, desde la primera hasta la última nota. Es como rehacer la música en función de quién la va a tocar, ya sea un instrumento o la orquesta completa".
Como arreglista, Juárez interviene, por ejemplo, en las partituras de la Sinfónica para el Concierto Pop de primavera y en el de Navidad. "Ahí ya son sinfónico-corales. Me viene a la memoria aquel concierto en que participaron el Coro Universitario, el de Niños y Jóvenes, las orquestas Juvenil y la Sinfónica junto a Opus 4", rememora.
En música popular arregló folclore para la Juvenil (zambas y chacareras); para la orquesta del Conservatorio arregló música de cine; para la de jóvenes de la ESEA, piezas de folclore y de Los Beatles, entre muchas otras.
"Mi afán es componer y de hecho lo hago, pero hay más trabajo de arreglos en Tucumán. Si no se hicieran arreglos, la música no se podría interpretar. Somos pocos los que hacemos este trabajo tan particular. Hay que someterse a las directivas del director; nos ponemos al servicio de él y en función de los solistas. Tenemos que manejar la extensión vocal del cantante o los límites de los vientos en la orquesta. No es lo mismo arreglar música para niños o jóvenes que para adultos", advierte.
40 horas
"Mi día tiene 40 horas -dice, y no caben dudas-; estoy todo el tiempo con la música, en mi PC, en mi estudio donde tengo mis dos pantallas, mi equipo de música y el software de escritura musical".
"Mi maestro es Bach; me inicié en la iglesia, tocando conciertos, corales, Toccata y Fuga, conciertos solos o compartidos con orquestas, estrenos mundiales de obras: toqué varias veces con la orquesta y el Coro Universitario".
"Bach es el maestro -reitera-. Y de los nuestros, Piazzolla. Del folclore norteño, todas mis composiciones están imbuidas, sobre todo de la zamba, mi querida zamba".
Juárez tiene unas cuantas obras sin estrenar; entre ellas, el sinfónico-coral "La batalla" (en homenaje a 1812). Sin embargo confiesa su predilección por su labor como chappel master, que consiste en organizar y dirigir el repertorio litúrgico: "lo que más me gratifica es que los domingos el coro parroquial cante mis piezas en la iglesia".
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