Capitanich comunica, Kicillof ejecuta

Capitanich comunica, Kicillof ejecuta

La sintonía fina está en marcha. Y arrancó por el discurso, por el mensaje que la política a la economía. Jorge Capitanich es el que comunica; Axel Kicillof es el encargado de ejecutar el plan. Esa es la nueva estrategia de la gestión de la presidenta Cristina Fernández, morigerar el discurso del joven ministro de Economía a través de un jefe de Gabinete enrolado al peronismo clásico. Guillermo Moreno forma parte del pasado que el kirchnerismo quiere dejar atrás.

Pocas veces se ha visto una acción directa entre los colaboradores de la Presidenta. Ella ha dado el visto bueno al cambio para que la transición sea lo más ordenada posible. Capitanich y Kicillof intentan restarle dramatismo a la realidad económica argentina. Los más de U$S 20.000 millones de reservas internacionales que ha perdido el Banco Central desde su techo alcanzado al iniciar 2011 (casi la mitad quedó en el camino en lo que va de este año) pone al Gobierno en una encrucijada o crisis cambiaria que se quiere evitar.

La cotización del dólar está creciendo a un ritmo inusitado. Y no sólo el "blue", que fluctúa en los $ 10, sino también el oficial que ayer ha llegado a los $ 6,07 en las casas de cambio porteñas. A ese ritmo, la cotización oficial pautada en el Presupuesto 2014 ($ 6,33) será devorado en el corto plazo. La devaluación sigue siendo moneda corriente. Se evidencia un salto del tipo de cambio oficial. La inflación (llamada ahora "variación de precios") no da tregua, mientras el Gobierno sigue inundando la plaza monetaria con billetes de $ 100 y agotando otra vez el abecedario de las series que se emiten.

Luchar contra estas amenazas es el desafío de la nueva conducción de política económica nacional. De los resultados que se obtengan dependerá la credibilidad de la gestión en los casi dos años de mandato que le quedan.

Lo que importan son las expectativas. Un 22% de los argentinos considera que la situación económica actual del país es muy o bastante buena, mientras que el 34% piensa que no es ni buena ni mala. pero otro 43% opina que es bastante mala o muy mala, según el sondeo mensual que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA) y TNS Gallup. Ese es el escenario que deberán revertir tanto el comunicador como el ejecutor.

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