De a poco, en los bares se acuerdan del celíaco

De a poco, en los bares se acuerdan del celíaco

Aunque en la Argentina hay 400.000 personas que no toleran el gluten, para los celíacos las "salidas" a comer suelen ser un problema

POCAS OPCIONES. En Tucumán, las personas celíacas casi no encuentran bares o restaurantes que ofrezcan menús libres de TAC. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO POCAS OPCIONES. En Tucumán, las personas celíacas casi no encuentran bares o restaurantes que ofrezcan menús libres de TAC. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO
21 Noviembre 2013

- Soy celíaca, ¿qué me podés ofrecer?

Y un día se resignó. Dejó de buscar bares "aptos" y se aseguró el desayuno y la merienda en casa. No sale más en ayunas ni aunque esté llegando tarde al médico. Silvana García se cansó de ir con amigas o con su marido a un bar y sólo poder tomar una "coca" o un jugo, mientras los demás saborean un tostado mixto o unas medialunas calientes. Además, le incomodaba sacar de su cartera sus galletitas realizadas con premezcla (llevan distintas féculas y harina de arroz) o sus alfajores de maicena, ya que se daba cuenta cuando otros comensales la miraban con sorpresa y desprecio. Tampoco se sentía bien cuando el mozo le prohibía consumir productos que no fueran del propio bar. Pero esta situación cambió - un poco- en los últimos años.

Cada vez hay más personas celíacas. Se estima que en Argentina hay 400.000 celíacos y muchos están sin diagnosticar, según cifras de la Asociación Celíaca Argentina.

Esta tendencia en aumento está obligando cambios (muy pocos, todavía) en la gastronomía tucumana. Hay sitios que ofrecen menús especiales para este tipo de personas que tienen intolerancia total y permanente al gluten. Una glicoproteína que se encuentra presente en el trigo, la avena, la cebada y el centeno y que se identifica con la sigla TACC.

Sin embargo, en el desayuno o la merienda sigue reinando la panadería con harina de trigo. Una pesadilla para el celíaco. Son pocos los bares que disponen de productos sin TACC para éstas comidas.

"Una opción más que conveniente es que se tercericen los productos para celíacos. Yo les digo a las que producen este tipo de alimentos que vayan bar por bar y los ofrezcan. Y a los clientes les resalto la importancia de que les digan a los mozos que son celíacos. De esta manera pueden darse cuenta de que somos muchos y que se les haga habitual nuestra existencia", comentó Silvia Moreno de Cáceres, que estuvo a cargo de Acela Tucumán (Asistencia al Celíaco de la Argentina) y que ahora está al frente de la Fundación Celíacos de Tucumán.

Esta organización, actualmente, dicta clases gratuitas de cocina dedicadas a ellos y ofrece charlas en instituciones educativas. Silvia, de 42 años, supo lo que es la celiaquía cuando se lo diagnosticaron a su recién nacida hija Sofía, que ahora tiene 15 años. Luego, ella se hizo los estudios y le dieron positivo: tenía el grado cuatro de la enfermedad (el más alto), el intestino muy deteriorado y pesaba 42 kilos. Su salud mejoró y la de su hija también, pero ciertas cosas le seguían doliendo: Sofía quería vivir lo mismo que los demás, como saborear un alfajor de chocolate, pero que tenga envoltorio, y no el alfajor de maicena que Silvia le enviaba al colegio en un tupper. "Ahora hay variedad, pero antes nos teníamos que rebuscar: le hacíamos los alfajores bañados con chocolate, le poníamos el envoltorio y hasta me compré una panchuquera para hacerlos aptos en casa. En la calle hace falta buena voluntad, para que estemos todos incluidos", reflexionó Silvia.

Una salida

En su errante búsqueda, Silvana, comenzó su propio emprendimiento: ahora hace tapas para empanadas aptas (¡Sí, en la capital de la empanada no hay una opción para celíacos!). "Algunos bares ofrecen meriendas o desayunos sin TACC, pero te dan una infusión con el típico alfajor de arroz", reconoció Silvana.

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