El efecto tequila
En el oficialismo vaticinan un tequilazo a partir de mañana, cuando el gobernador, José Alperovich, regrese de sus vacaciones por el Caribe mexicano. Como ocurrió en el mundo tras aquella crisis económica de los 90, bautizada con el nombre de la tradicional bebida azteca, en el alperovichismo se avizora un desparramo por el efecto que generó la devaluación del Gobierno en las elecciones.

El orellanismo picó en punta. Para algunos, el mellizo José (legislador) pecó de precoz al tomarse una foto con Sergio Massa y anunciar que será el armador de ese espacio en el NOA. Su hermano Enrique es intendente de Famaillá y aún le quedan dos años de gestión. Hasta aquí, ese municipio integró la lista de administraciones bendecidas con el Pacto Social, pero aún no firmó el acuerdo para 2014. Por ese convenio, los intendentes regalaron su coparticipación al Gobierno a cambio del pago de sueldos y la realización de obras públicas en los últimos 10 años. Además, la mayoría del Concejo Deliberante famaillense responde directamente a Osvaldo Jaldo y no a los "mellizos". El desafío de los Orellana será gobernar y hacer política hasta 2015 sin el grifo oficial.

El caso del amayismo es similar. Aunque el intendente Domingo Amaya aún no blanqueó su divorcio político, manda a decir cada tanto a la Casa de Gobierno que sin el Pacto Social podrá autogestionar el dificilísimo distrito capitalino. En 2012, Alperovich llegó a desafiar a Amaya a que abandone el Pacto Social. Y los colaboradores del jefe municipal -nunca él- denunciaron discriminación y dijeron que el PE se quedó con fondos que le correspondían a la capital. Esta semana, aprovechando la ausencia del mandatario, Amaya reforzó su frente de ataque con el regreso del "Travieso" Germán Alfaro a la Secretaría de Gobierno. Coincidentemente, el virtual acuerdo que diseñaba el PE para liberar el centro de vendedores ambulantes se cayó por la intromisión de inspectores municipales, según dichos de los cuentapropistas.

En el alperovichismo más duro esperan que, a su retorno, el gobernador comience un plan de sometimiento político definitivo contra el intendente. Aducen que, para potenciar al autolanzado candidato a gobernador Juan Manzur, tendrá que liquidar al amayismo. Sin embargo, nada hace presagiar que el mandatario vaya a aterrizar en Tucumán con un tsunami de decisiones políticas. Los vientos que llegan desde el Caribe dicen otra cosa: Alperovich no está dispuesto a adelantar los tiempos electorales cuando aún le quedan dos años de mandato.

El problema para Alperovich es que, a su alrededor, todos esperan definiciones. Sin más reelecciones y ante el pobre seguro de desempleo que pueda garantizarles el mandamás a los dirigentes, muchos aguardarán un tiempo prudencial y, de a uno, comenzarán a subir al primer ómnibus que se les cruce en busca de nuevos horizontes.

El radicalismo sufre por el efecto de la sobrevaluación de su moneda. La obtención de dos bancas de diputados abrió una interna caricaturesca. El colmo de la UCR es que busca atajos para no se aplique el cupo femenino en sus reemplazos. Seguramente Silvia Elías de Pérez asumirá como diputada el mes próximo y, luego, renunciará para jurar como senadora en reemplazo de José Cano. Si la legisladora no asumiera en la Cámara Baja, por el cupo, en su lugar debería jurar Sandra Manzone y no Juan Casañas, tercero en la lista y parte del compromiso del líder radical.

A partir de mañana, cuando Alperovich regrese de su descanso caribeño, la caliente arena política tucumana comenzará a sentir "El efecto Tequila", cuyas consecuencias se extenderán hasta 2015.

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