"Todos los grandes dictadores fueron amantes de las librerías"

"Todos los grandes dictadores fueron amantes de las librerías"

En Librerías, el escritor español nos propone un recorrido particular para mirar los libros que albergan, los lectores que las visitan y las ciudades en las que están emplazadas con una nueva mirada. Una invitación a conocer la historia y la geografía de librerías de cinco continentes. Reflexiona también sobre las formas de control de la lectura, el librero como raro actor y las librerías como espacios de agitación.

RESCATE. El librero se ha caracterizado por la modestia. Llegó el momento de reivindicarlo, propone Carrión. RESCATE. "El librero se ha caracterizado por la modestia. Llegó el momento de reivindicarlo", propone Carrión.
17 Noviembre 2013

- Por Fabián Soberón

PARA LA GACETA - TUCUMÁN


- Tu libro mezcla la crónica de viaje con la crítica cultural bajo la forma del ensayo. ¿Por qué optaste por este registro? Quiero decir, por este cruce.

- Porque se trataba de hablar de librerías, sí, pero sobre todo de mis librerías, porque el fenómeno es infinito y yo sólo he estado en algunas de ellas, quién sabe si las más significativas, pero no en todas. El género híbrido me daba la oportunidad de provocar en el lector las ganas de que él complete el libro con sus propias historias y experiencias.

- En tu libro decís que el librero es una especie de lector artesano. Con la proliferación de las cadenas multinacionales, ¿se están perdiendo los lectores artesanos?

- Yo creo que el lector va por dentro. Hay libreros artesanales en cualquier lugar, también en las grandes superficies. Y hay malos libreros que trabajan en librerías literarias y de prestigio.

- Hacer un recorrido por las librerías de distintos países es una manera de dibujar el mapa de algunas ciudades arquetípicas, como París y San Francisco. ¿Podrías hablar sobre esto?

- La librería es un observatorio privilegiado: desde ella observo la ciudad en que se encuentra, la historia literaria, los propios libros, la historia contemporánea, todo aquello que me parece pertinente, en esa lógica ilógica, muy digresiva, que marca el ritmo del ensayo.

- El libro plantea varias "series" en sus páginas. Una de esas series es la de Cortázar, Borges, Bolaño. Hay ahí un canon o al menos un posible orden de lecturas. El libro funciona como una librería personal y, también, es una especie de guía con una función pública para un no iniciado.

- En efecto, propongo series de lectura. Como Borges, Cortázar, Bolaño, pero también como Cortázar y Burroughs, o como la de autores con libros prohibidos o censurados. Hay mucha crítica literaria, porque vengo de ese terreno, pero atravieso constantemente sus fronteras, para entrar en la crítica arquitectónica, en la crítica social o política, etc.

- Me ha interesado especialmente tu consideración sobre cómo las librerías pueden convertirse en fetiches, en marcadores de valoración. A la vez, decís que a veces no consideramos lo suficiente el carácter material, mercantil, que tiene la literatura. ¿Podrías hablar de este carácter doble?

- El libro acaba con una cita de David Markson en que se insiste sobre el carácter material de la cultura. Finalmente, no leemos ideas o proyectos, sino libros, cuadros, películas. Todos ellos, de un modo u otro, están en los circuitos de la industria cultural, como la propia librería. Trato de pensar esas cuestiones. Pensar al lector como un cuerpo, en comunicación con otros cuerpos, como el del librero.

- "(Los nazis) eran también estudiosos de la cultura, escritores, grandes lectores…: amantes de las librerías", afirmás. Juan Cristobal Peña cuenta la historia de Pinochet como lector y bibliófilo. ¿Qué relaciones hay entre lectura y fascismo? ¿Hay una ética de la lectura?

- Todos los grandes dictadores fueron amantes de las librerías y de las bibliotecas en su juventud. Mao, de hecho, fue librero. A partir de esa constatación, trato de reflexionar sobre las formas de control de la lectura y sobre el censor como lector extremo. Éticas perversas de la lectura política.

- "Robar o comprar (libros) o que te los regalen significa poseerlos… Para un lector sistemático la configuración de su biblioteca puede leerse como un paralelismo de su construcción como persona". Es decir, la compra y el robo de libros como una novela de iniciación o como una novela de aprendizaje…

- Me han dicho que Librerías es una novela de formación. De hecho, todos mis libros lo son de un modo u otro. Hablo de Bolaño y de Lezama Lima, de cómo aúnan pasión y sexualidad adolescentes con libros y librerías. Hasta mi generación, al menos, se trata de ritos de paso que la literatura ha tenido a bien elaborar...

- En tu libro aparecen dos tradiciones: la librería como lugar de agitación o renovación de la literatura y los gobiernos o grupos políticos que han censurado las librerías, que han quemado o que han prohibido libros o librerías...

- La quema de libros es muy conocida, pero no lo es tanto la del ataque a la librería como atentado terrorista o como protesta política. Tenemos casos tan diferentes como el de las librerías que fueron atacadas a causa de Los versos satánicos o las librerías vascas o navarras que también fueron quemadas por el conflicto nacionalista. Mi libro tiene una ambición poliédrica, aunque limitada, y trata de abordar el mayor número posible de fenómenos vinculados con las librerías. También este.

- Has hecho consideraciones sobre el librero como un actor raro. Cito: "¿No será esa rareza la que ha motivado la ausencia de genealogías?" ¿Podrías ampliar esta idea?

- El librero se ha caracterizado por la modestia. Tal vez ha llegado el momento de reivindicar su figura y su historia. Ojalá mi libro sirva para que haya quien se decida a contar otras, muchas, historias de librerías.

- Te referís a la nueva biblioteca de Alejandría como "el eco sin fuerza del grito original" y hablás de la antigua Biblioteca de Alejandría como algo inalcanzable, como una forma de la utopía.

- Los mitos son poderosos, pero también son problemáticos, porque se convierten en eclipses. La Shakespeare and Company de Whitman es la librería más famosa del mundo, pero no es la mejor. Trato de narrar otros espacios, de reivindicar otras librerías, para que las más célebres no tapen el brillo de las mejores.

© LA GACETA

Publicidad
Comentarios