15 Noviembre 2013
POR ACÁ ENTRARON. Los ladrones dejaron en el patio de la víctima la escalera que usaron y, después del robo, el personal de la obra levantó una pared. LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO
Un alarido despertó a María el martes a la madrugada. Sólo ella duerme en el primer piso de la casa de Mate de Luna al 1.600. En la planta baja, en cambio, están las habitaciones de su hija de 21 años, de su madre de 83 que tiene quebrada la cadera y de la empleada doméstica. "Pensé que le había pasado algo a mi mamá; me levanté para bajar, pero en la puerta del dormitorio un tipo me agarró del cuello", recordó María, que es empresaria.
"Esto es un asalto", le advirtió el hombre cuando el reloj marcaba las 3. Acto seguido -según contó la víctima- le pegó una patada que la dejó tirada boca abajo en el piso. "Cortó el cable de un ventilador y me ató las piernas, también cortaron los cables de la tostadora y de otros electrodomésticos para atarnos", señaló. María estuvo más de una hora en esa posición. Inmóvil, sin saber qué pasaba con su familia en el piso de abajo y escuchando las amenazas de los ladrones que querían matar a las dos caniches para que dejaran de ladrar.
Eran cinco delincuentes armados, que actuaron a cara descubierta y con total tranquilidad, según describió María. Al lado de la casa de la mujer, hacia el oeste, hay un edificio en construcción. La víctima afirmó que los ladrones tomaron una escalera de la obra para bajar a su patio y más tarde volver a trepar la tapia y escapar. "Tendrían entre 20 y 30 años -estimó-, estaban muy bien vestidos y no parecían estar drogados ni borrachos", agregó la mujer mientras exhibía los moretones que le dejaron en distintas partes del cuerpo luego de haberla pateado en el piso.
Sabían lo que querían
La dueña de casa destacó que los delincuentes no eran para nada improvisados. "Venimos a buscar plata, dólares y oro", le informó uno de ellos luego de amarrarle las manos y los pies. Como María no les indicaba dónde había dinero, comenzaron a revolver los placares y las alacenas y hasta descolgaron los cuadros de las paredes en busca de una caja fuerte.
Pasó más de una hora hasta que los cinco individuos hallaron todo lo que buscaban. Tomaron la cartera de María y guardaron joyas, dinero en efectivo, dólares y los celulares de las mujeres. María no quiso precisar la suma que le robaron, pero aclaró que era "mucha plata". Luego salieron al patio, subieron la misma escalera que habían usado para bajar y escaparon por la obra.
Ninguna de las mujeres pudo observar en qué momento los ladrones salieron de la casa. Lo que sí recordó María es que de repente se produjo un silencio total. "Cuando dejé de sentir ruidos -añadió- pensé que las habían matado". Entonces María comenzó a mover las piernas para intentar desatarse al mismo tiempo que las perritas mordían los cables.
Finalmente se deshizo de las ataduras y bajó con terror las escaleras, sin saber con qué escena podría encontrarse. "Estaban las tres encerradas en el baño", agregó con alivio.
Lo primero que hicieron fue tratar de pedir ayuda, pero los delincuentes se habían llevado los celulares y desconectado los teléfonos. "Salí a la calle y no había nadie; hice parar a un taxista y le pedí que llamara a la Policía. El hombre marcó como 20 veces el 911 y nunca lo atendieron", aseguró la mujer.
El taxista siguió viaje en busca de ayuda y María sacó su auto con la misma intención. Según dijo, en la esquina de 24 de Septiembre al 1.300 encontró un vehículo del 911. "Los policías que estaban en el auto me contestaron que no podían moverse de ese lugar por orden de sus superiores y me dijeron que vaya a hacer la denuncia a la comisaría 3ª", contó la mujer con bronca.
Las cámaras
De acuerdo a su relato, la Policía llegó a su casa a las 8 de la mañana. "Vinieron como siete comisarios de saco y corbata, además de otros policías de civil. Les pregunté cómo era posible que me pase algo así si tengo una cámara de seguridad en la esquina y un policía me contestó que eso es una farsa y que ninguna cámara funciona", aseguró María.
Un grupo de chicos que lavan autos cerca de la casa de María le contaron que vieron un auto estacionado frente a la obra durante la madrugada. "Esto es una desprotección total; con cualquiera que hablo, ya ha sido robado en algún momento. No sé cómo hay que vivir", se quejó.
"Esto es un asalto", le advirtió el hombre cuando el reloj marcaba las 3. Acto seguido -según contó la víctima- le pegó una patada que la dejó tirada boca abajo en el piso. "Cortó el cable de un ventilador y me ató las piernas, también cortaron los cables de la tostadora y de otros electrodomésticos para atarnos", señaló. María estuvo más de una hora en esa posición. Inmóvil, sin saber qué pasaba con su familia en el piso de abajo y escuchando las amenazas de los ladrones que querían matar a las dos caniches para que dejaran de ladrar.
Eran cinco delincuentes armados, que actuaron a cara descubierta y con total tranquilidad, según describió María. Al lado de la casa de la mujer, hacia el oeste, hay un edificio en construcción. La víctima afirmó que los ladrones tomaron una escalera de la obra para bajar a su patio y más tarde volver a trepar la tapia y escapar. "Tendrían entre 20 y 30 años -estimó-, estaban muy bien vestidos y no parecían estar drogados ni borrachos", agregó la mujer mientras exhibía los moretones que le dejaron en distintas partes del cuerpo luego de haberla pateado en el piso.
Sabían lo que querían
La dueña de casa destacó que los delincuentes no eran para nada improvisados. "Venimos a buscar plata, dólares y oro", le informó uno de ellos luego de amarrarle las manos y los pies. Como María no les indicaba dónde había dinero, comenzaron a revolver los placares y las alacenas y hasta descolgaron los cuadros de las paredes en busca de una caja fuerte.
Pasó más de una hora hasta que los cinco individuos hallaron todo lo que buscaban. Tomaron la cartera de María y guardaron joyas, dinero en efectivo, dólares y los celulares de las mujeres. María no quiso precisar la suma que le robaron, pero aclaró que era "mucha plata". Luego salieron al patio, subieron la misma escalera que habían usado para bajar y escaparon por la obra.
Ninguna de las mujeres pudo observar en qué momento los ladrones salieron de la casa. Lo que sí recordó María es que de repente se produjo un silencio total. "Cuando dejé de sentir ruidos -añadió- pensé que las habían matado". Entonces María comenzó a mover las piernas para intentar desatarse al mismo tiempo que las perritas mordían los cables.
Finalmente se deshizo de las ataduras y bajó con terror las escaleras, sin saber con qué escena podría encontrarse. "Estaban las tres encerradas en el baño", agregó con alivio.
Lo primero que hicieron fue tratar de pedir ayuda, pero los delincuentes se habían llevado los celulares y desconectado los teléfonos. "Salí a la calle y no había nadie; hice parar a un taxista y le pedí que llamara a la Policía. El hombre marcó como 20 veces el 911 y nunca lo atendieron", aseguró la mujer.
El taxista siguió viaje en busca de ayuda y María sacó su auto con la misma intención. Según dijo, en la esquina de 24 de Septiembre al 1.300 encontró un vehículo del 911. "Los policías que estaban en el auto me contestaron que no podían moverse de ese lugar por orden de sus superiores y me dijeron que vaya a hacer la denuncia a la comisaría 3ª", contó la mujer con bronca.
Las cámaras
De acuerdo a su relato, la Policía llegó a su casa a las 8 de la mañana. "Vinieron como siete comisarios de saco y corbata, además de otros policías de civil. Les pregunté cómo era posible que me pase algo así si tengo una cámara de seguridad en la esquina y un policía me contestó que eso es una farsa y que ninguna cámara funciona", aseguró María.
Un grupo de chicos que lavan autos cerca de la casa de María le contaron que vieron un auto estacionado frente a la obra durante la madrugada. "Esto es una desprotección total; con cualquiera que hablo, ya ha sido robado en algún momento. No sé cómo hay que vivir", se quejó.
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Policía de Tucumán
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