Historias en el cementerio

Historias en el cementerio

Los mitos más sombríos entre los pasillos del Cementerio del Norte

 EN EL CEMENTERIO. Las autoridades del cementerio contaron las historias. EN EL CEMENTERIO. Las autoridades del cementerio contaron las historias.
12 Noviembre 2013

TUMBA DE "BAZÁN FRÍAS"

Quizás sea el lugar más propicio para que estas historias tomen vuelo. No lo serían una calle bien iluminada y/o un boliche colmado de gente.

Una iglesia de frente y pasillos que rodean todo el costado te dan la bienvenida al Cementerio del Norte, y ahí surgen las mejores historias. Silvia Llave es la especialista del lugar, y está lista para contar las crónicas, las que hay de todo tipo, como "La Brasilera", "Bazán Frías", "Pedrito Hallao" y "El Policía".

Una por una:

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-La Brasilera: cuenta la leyenda que ella era la prostituta más famosa de una época pasada, a principios del siglo XX. Murió ahogada en el subsuelo de la iglesia San Roque, de donde no la pudieron salvar cuando el mismo se inundó. La gente le deja ofrendas, frases y es común ver velas rojas y negras. Son comunes las visitas de prostitutas y travestis que van al lugar a rezarle. En su tumba hay una imagen de una virgen, con la cabeza rota y un montón de botellas de bebidas alcohólicas.

-Andrés Bazán Frías: Falleció en el año 1923, acribillado por la policía. Él era el mozo de un bar y en una pelea, en el siglo XIX, cometió un asesinato, por lo que hasta le dedicaron un tema musical. Se dice que robaba a los ricos para darle todo a los pobres, al estilo Robin Hood, por ayudar a la gente y estar siempre al margen de la ley. En su tumba hay flores, placas de agradecimiento, rosarios una cruz. La gente que lo quería le deja siempre una flor roja a la par de su retrato y también monedas, que era lo que él robaba.

-Pedrito Hallao: Le dicen así porque lo hallaron el día de San Pedro. Cuenta la historia que, de bebé, lo encontraron agonizando, comido por animales e insectos. Desde ese momento la madre le dejaba ofrendas porque sus otros hijos estaban enfermos y él los curaba. Sus visitantes constantemente suelen dejar en su tumba chupetes y juguetes. Además los chicos que tienen que rendir le dejan sus cuadernos para que los ayude.

-El policía: Su nombre era Alberto Félix Soria, cadete del escuadrón de seguridad, que falleció trágicamente el 19 de julio de 1927, en cumplimiento de su deber, por un tiro en la espalda. Se dice que era un policía muy buena persona, que trabajaba siempre pensando en la comunidad. Su madre contaba que cuando su novia se enteró de la muerte, falleció de un infarto, desnuda. Por eso, al lado de su tumba hay una estatua de esa mujer, con una bandera tapando su cuerpo.

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A ellos nada los asusta

• Acostumbrados a los misteriosLa realidad para la gente que trabaja en el cementerio suele ser menos agitada que para cualquier visitante. Director, cuidadores, gente de limpieza y sereno están acostumbrados al aire que se respira en el lugar.

Para ellos aquí todo es normal, no existen ruidos extraños ni ven imágenes tenebrosas.

Para ellos aquí tampoco hay diferencias entre el día y la noche. Sin embargo, su costumbre jamás tira abajo la sensación que a más de uno le provoca caminar por un cementerio.

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