05 Noviembre 2013
LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO.
"Todos podríamos ver a nuestro ángel de la guarda. ¡Ellos, los ángeles, están aquí, entre nosotros…! Si hacemos una introspección podemos percibirlos. Si ayudamos a los demás, estamos en el mismo camino que ellos, y hasta podríamos hablarles. Somos nosotros los que no los vemos. Es como un mundo paralelo que transcurre en este mismo momento", explica con voz pausada y mirando a los ojos, que en su caso son de un azul profundo. René Mey ha recorrido todo el mundo con su mensaje de paz y amor. Ha nacido en Francia, pero desde hace más de un lustro está radicado en México, donde ha instalado una clínica de sanación, a través de la energía, donde atiende gratuitamente a miles de personas.
El viernes un grupo de voluntarios de la Fundación René Mey lo trajo a Tucumán. No había más de 200 personas, pero a poco de iniciarse la sesión, la comunicación entre todos se tornó intensa y receptiva. Llovía, hacía frío y el viento obligaba a acurrucarse debajo de camperas rompeviento. Por sectores se filtraba agua del techo, pero nada incomodaba al público, que se mantuvo expectante. Una delegación de Jujuy y un grupo de enfermos esperaban adelante de todos, sentados en sillas blancas, el momento cumbre: "la sanación" masiva a través de la terapia de regeneración celular.
Después de las 15 Mey abrió la sesión con un ejercicio masivo de concentración en un deseo. El público debía escribir en un papel lo que más deseaba y ponerlo en una mano. Luego todos los presentes se unieron unos a otros, palma con palma, cerrando los ojos. De ese modo se potenciaba la energía en un hilo conductor humano.
Mey afirma que puede ver y sentir la presencia de "seres de luz" que siempre lo acompañan y lo guían. Tiene recuerdos de su vida dentro del vientre materno, visiones de la eternidad y puede ver el futuro. Predijo que "dentro de dos o tres años la Argentina tendrá un gran despegue económico, especialmente en el ámbito de las exportaciones de productos agrícolas".
René explica que nuestras células nacen sanas, perfectas; pero que debido al estrés en el que vivimos y a la falta de amor se van degenerando y mueren, lo cual provoca enfermedades y depresión. "En el mundo hay tres tipos de enfermedades: las de origen genético (apenas un 1 %), las producidas por el medio ambiente como la contaminación y los alimentos (2 o 3%, dependiendo de cada ciudad) y la de origen emocional (corresponde al 96 % de las enfermedades)", afirma.
Mey pidió que todas las personas se pusieran en fila, siempre con una silla detrás, y un voluntario detrás de cada asiento para sostenerlas. Él fue tocando con su mano el corazón de cada persona, y estas fueron cayendo suavemente. Algunas se quedaban paradas, pero siempre muy emocionadas. "Fue algo maravilloso, me dieron ganas de llorar, pero sentí mucha paz", confesó Irma Salazar.
El viernes un grupo de voluntarios de la Fundación René Mey lo trajo a Tucumán. No había más de 200 personas, pero a poco de iniciarse la sesión, la comunicación entre todos se tornó intensa y receptiva. Llovía, hacía frío y el viento obligaba a acurrucarse debajo de camperas rompeviento. Por sectores se filtraba agua del techo, pero nada incomodaba al público, que se mantuvo expectante. Una delegación de Jujuy y un grupo de enfermos esperaban adelante de todos, sentados en sillas blancas, el momento cumbre: "la sanación" masiva a través de la terapia de regeneración celular.
Después de las 15 Mey abrió la sesión con un ejercicio masivo de concentración en un deseo. El público debía escribir en un papel lo que más deseaba y ponerlo en una mano. Luego todos los presentes se unieron unos a otros, palma con palma, cerrando los ojos. De ese modo se potenciaba la energía en un hilo conductor humano.
Mey afirma que puede ver y sentir la presencia de "seres de luz" que siempre lo acompañan y lo guían. Tiene recuerdos de su vida dentro del vientre materno, visiones de la eternidad y puede ver el futuro. Predijo que "dentro de dos o tres años la Argentina tendrá un gran despegue económico, especialmente en el ámbito de las exportaciones de productos agrícolas".
René explica que nuestras células nacen sanas, perfectas; pero que debido al estrés en el que vivimos y a la falta de amor se van degenerando y mueren, lo cual provoca enfermedades y depresión. "En el mundo hay tres tipos de enfermedades: las de origen genético (apenas un 1 %), las producidas por el medio ambiente como la contaminación y los alimentos (2 o 3%, dependiendo de cada ciudad) y la de origen emocional (corresponde al 96 % de las enfermedades)", afirma.
Mey pidió que todas las personas se pusieran en fila, siempre con una silla detrás, y un voluntario detrás de cada asiento para sostenerlas. Él fue tocando con su mano el corazón de cada persona, y estas fueron cayendo suavemente. Algunas se quedaban paradas, pero siempre muy emocionadas. "Fue algo maravilloso, me dieron ganas de llorar, pero sentí mucha paz", confesó Irma Salazar.
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