02 Noviembre 2013
Escribió las cartas para perjudicar a Ale
Jesús Rivero declaró ayer y reconoció las misivas halladas en la casa de su ex pareja, y dijo que estaba deprimida cuando las redactó. La ex pareja de "La Chancha" rechazó la acusación en su contra, dijo que sufrió mucho por la causa Marita Verón y que no tiene relación con el padre de su hijo.
LLEGÓ TEMPRANO. Jesús Rivero estuvo a las 6.40 en el Juzgado Federal, esperó hasta las 7 a que abrieran las puertas y declaró durante tres horas. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
El juicio por la desaparición de María de los Ángeles Verón entraba en su etapa final. Corría el mes de septiembre y los últimos testigos estaban declarando. María Jesús Rivero, quien estaba acusada de haber ordenado el secuestro de la joven tucumana para venderla a una red de trata de personas, estaba -dijo- deprimida.
Para colmo, su ex pareja, Rubén Eduardo "La Chancha" Ale, no le pagaba el dinero que mensualmente debía depositar en concepto de alimentación y vestimenta del hijo de ambos, Ángel Adolfo Ale. Enojada, tomó lapicera y papel y escribió las cartas que fueron encontradas en un allanamiento, y por las cuales tuvo que dar explicaciones ayer en la Justicia Federal, acusada de lavado de activos y de integrar una asociación ilícita.
Rivero llegó a las 6.40 a la sede de los tribunales penales, en Combate de Las Piedras y Congreso de Tucumán, acompañada por su actual pareja, Roberto Dilascio. Pero el guardia de la Policía Federal le informó que las puertas recién se abrirían a las 7.
Regresó a esa hora luego de esperar en un bar. Tomó el ascensor hasta el quinto piso del edificio, donde se encuentran las oficinas del Juzgado Federal N° 2. Junto a su abogado, Carlos Varela Soria, ingresó a una de las oficinas y aguardó la llegada del juez Fernando Poviña, del fiscal Federal Carlos Brito, y del titular de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), Carlos Gonella.
Su historia
Formalmente, la declaración de Rivero comenzó a las 9 y se extendió hasta las 13. La mujer comenzó a contar desde que llegó a Tucumán a finales de la década del 80, cuando conoció a Rubén Ale, según comentó Gonella.
En detalle, fue relatando cada una de las actividades que desarrolló en la provincia y habló de su relación con Ale, con quien tuvo un hijo. "Hizo un relato histórico de cómo fue su desempeño en el medio tucumano, siempre negando una asociación ilícita", afirmó el titular de la Procelac.
"Contestó a todas las preguntas. No existen pruebas contundentes que la liguen con lavado de activos o con asociación ilícita. La única relación que tiene con la familia Ale es el hijo que tiene en común con Rubén Ale. Hace mucho tiempo que no está relacionada ni comercialmente ni empresarialmente con esa familia", explicó Varela Soria.
Las cartas
"La carta que se le atribuye es de naturaleza sentimental y familiar, que ha sido escrita en un marco de mucha depresión, angustia e impotencia, porque el padre de su hijo no estaba cumpliendo con sus obligaciones alimenticias. Las expresiones allí escritas no vinculan a mi clienta con ningún tipo de lavado de activos", manifestó el defensor de Rivero.
En las misivas, la acusada describía algunos negocios ilícitos que habrían sido cometidos por Ale, junto a Fabián González (que debe declarar el jueves) y a un tal "Pelado" Alberto.
"Son dos cartas que están dirigidas a Ale, que le fueron exhibidas y que ella reconoció como de su autoría. Hace referencia a varios episodios de violencia, mezclados con reclamos económicos y vínculos de personas", dijo, a su vez, Gonella. En las misivas les atribuye a estas tres personas delitos relacionados con drogas y estafas con cheques. "Mencionó que para el momento que escribió esa carta estaba padeciendo problemas de salud y que lo que ella buscaba era perjudicar y dañar como forma de presionar para obtener reclamos económicos", expresó el procurador. Sin embargo, la mujer nunca aclaró si lo allí manifestado era cierto o inventado, dijo Gonella.
Rivero se quebró y lloró cuando recordó el juicio Verón, del que resultó absuelta en diciembre del año pasado. Dijo que sufrió problemas en su salud y en la de su familia, y que se vio perjudicada económicamente: tuvo que cerrar su spa porque las clientas dejaron de asistir. Ahora, según su abogado, se dedica a vender ropa en su casa de manera informal, porque la AFIP le bloqueó la clave fiscal luego de esta causa por lavado de activos.
Para colmo, su ex pareja, Rubén Eduardo "La Chancha" Ale, no le pagaba el dinero que mensualmente debía depositar en concepto de alimentación y vestimenta del hijo de ambos, Ángel Adolfo Ale. Enojada, tomó lapicera y papel y escribió las cartas que fueron encontradas en un allanamiento, y por las cuales tuvo que dar explicaciones ayer en la Justicia Federal, acusada de lavado de activos y de integrar una asociación ilícita.
Rivero llegó a las 6.40 a la sede de los tribunales penales, en Combate de Las Piedras y Congreso de Tucumán, acompañada por su actual pareja, Roberto Dilascio. Pero el guardia de la Policía Federal le informó que las puertas recién se abrirían a las 7.
Regresó a esa hora luego de esperar en un bar. Tomó el ascensor hasta el quinto piso del edificio, donde se encuentran las oficinas del Juzgado Federal N° 2. Junto a su abogado, Carlos Varela Soria, ingresó a una de las oficinas y aguardó la llegada del juez Fernando Poviña, del fiscal Federal Carlos Brito, y del titular de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), Carlos Gonella.
Su historia
Formalmente, la declaración de Rivero comenzó a las 9 y se extendió hasta las 13. La mujer comenzó a contar desde que llegó a Tucumán a finales de la década del 80, cuando conoció a Rubén Ale, según comentó Gonella.
En detalle, fue relatando cada una de las actividades que desarrolló en la provincia y habló de su relación con Ale, con quien tuvo un hijo. "Hizo un relato histórico de cómo fue su desempeño en el medio tucumano, siempre negando una asociación ilícita", afirmó el titular de la Procelac.
"Contestó a todas las preguntas. No existen pruebas contundentes que la liguen con lavado de activos o con asociación ilícita. La única relación que tiene con la familia Ale es el hijo que tiene en común con Rubén Ale. Hace mucho tiempo que no está relacionada ni comercialmente ni empresarialmente con esa familia", explicó Varela Soria.
Las cartas
"La carta que se le atribuye es de naturaleza sentimental y familiar, que ha sido escrita en un marco de mucha depresión, angustia e impotencia, porque el padre de su hijo no estaba cumpliendo con sus obligaciones alimenticias. Las expresiones allí escritas no vinculan a mi clienta con ningún tipo de lavado de activos", manifestó el defensor de Rivero.
En las misivas, la acusada describía algunos negocios ilícitos que habrían sido cometidos por Ale, junto a Fabián González (que debe declarar el jueves) y a un tal "Pelado" Alberto.
"Son dos cartas que están dirigidas a Ale, que le fueron exhibidas y que ella reconoció como de su autoría. Hace referencia a varios episodios de violencia, mezclados con reclamos económicos y vínculos de personas", dijo, a su vez, Gonella. En las misivas les atribuye a estas tres personas delitos relacionados con drogas y estafas con cheques. "Mencionó que para el momento que escribió esa carta estaba padeciendo problemas de salud y que lo que ella buscaba era perjudicar y dañar como forma de presionar para obtener reclamos económicos", expresó el procurador. Sin embargo, la mujer nunca aclaró si lo allí manifestado era cierto o inventado, dijo Gonella.
Rivero se quebró y lloró cuando recordó el juicio Verón, del que resultó absuelta en diciembre del año pasado. Dijo que sufrió problemas en su salud y en la de su familia, y que se vio perjudicada económicamente: tuvo que cerrar su spa porque las clientas dejaron de asistir. Ahora, según su abogado, se dedica a vender ropa en su casa de manera informal, porque la AFIP le bloqueó la clave fiscal luego de esta causa por lavado de activos.
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