Las nenas son más propensas a comer sano que los varones

Las nenas son más propensas a comer sano que los varones

Lo demostró un estudio realizado en el país entre escolares de 9 a 11 años. A ellas les preocupa la apariencia física antes que a ellosUn nutricionista está preocupado por los altos índices de obesidad

CAMBIO DE HÁBITO. Después de recibir información sobre comida sana, las chicas la incorporan en sus platos. CAMBIO DE HÁBITO. Después de recibir información sobre comida sana, las chicas la incorporan en sus platos.
30 Octubre 2013

Las hamburguesas, las gaseosas, las golosinas, los snacks y los alfajores son como imanes para los chicos. Tentarlos con una fruta, una ensalada o un jugo natural puede convertirse en una titánica tarea para las madres. Especialmente para las que tienen hijos varones: un estudio demostró que las nenas son más propensas a incorporar alimentos saludables que los varones, quienes en cambio podrían verse más atraídos por programas que incorporen la actividad física.

Así lo demostró un ensayo con más de 400 niños en edad escolar en Argentina. El estudio, publicado en la edición más reciente de la Revista Panamericana de Salud Pública, evidenció las diferencias de género en la probabilidad de adoptar cambios de vida saludables.

Según el trabajo, las niñas fueron más propensas a incorporar alimentos saludables en sus dietas diarias, mientras que los niños no aumentaron su ingesta de comida sana. Tanto los varones como las nenas que participaron en esta intervención redujeron su consumo de comidas como hamburguesas y panchos.

La estrategia implementada fue la siguiente: se evaluó a todos los chicos en el inicio del estudio y nuevamente a los seis meses. La mitad de ellos, unos 200 niños de entre 9 y 11 años, asistieron a talleres que promovían la alimentación saludable, la actividad física y la salud corporal. También sus padres recibieron educación sobre las necesidades alimenticias y la importancia de la actividad física para los niños. Los talleres enfatizaron la necesidad de consumir cinco alimentos saludables: fruta, vegetales, cereales bajos en azúcar, jugo de naranja y leche descremada. Además, los puntos de venta en las escuelas añadieron este tipo de productos a su selección.

Los investigadores midieron luego los cambios en el consumo de alimentos saludables, al igual que el de productos no saludables como chocolate, caramelos, refrescos, papas fritas, panchos y hamburguesas. En las niñas, el programa logró que aumentaran su ingesta de productos alimenticios saludables, pero no consiguió una reducción significativa del consumo de alimentos no saludables. Tanto los nenes como las nenas consumieron menos hamburguesas y panchos, pero también incrementaron su ingesta de refrescos y bebidas azucaradas.

Asimismo, el estudio midió el índice de masa corporal de los chicos. Y arrojó una significativa prevalencia del sobrepeso y la obesidad (31% ellos, 24,3% ellas).

Los resultados indican que las nenas son más permeables a aceptar cambios en su ingesta probablemente porque están más preocupadas por su apariencia física y peso corporal en una edad más temprana que los varones y parecen verse más afectadas por las intervenciones de aprendizaje social, mientras que los niños pueden verse más interesados por los programas que incluyan actividad física. Así analizaron los resultados las autoras de la investigación, que pertenecen al Instituto Internacional de Ciencias de la Vida.

Sobre la perdurabilidad de los cambios en el tiempo, las expertas señalaron que depende directamente de factores ambientales: accesibilidad y disponibilidad de alimentos y el modelo u apoyo familiar que reciban.

El estudio, uno de los pocos realizados con chicos de recursos bajos y medios en América Latina, subraya la importancia de tener en cuenta las diferencias de género a la hora de elaborar programas escolares de alimentación saludable y actividad física.

"Hay que enseñarles a alimentarse bien antes de que empiecen la escuela"

Prefieren las salchichas y las hamburguesas por sobre cualquier otra opción, y les huyen a las hojas verdes y a las frutas. Con ese diagnóstico, la docente Belén Carreras comenzó a aplicar este año un proyecto de alimentación saludable para sus alumnos de jardín de infantes en los dos establecimientos en los que enseña, uno público y uno privado. A poco más de un mes de que terminen las clases, se siente satisfecha: "muchos chicos se acostumbraron a merendar con frutas y a comprar en el kiosco sólo cereales y yogures".

A la hora de incorporar conocimientos sobre comida chatarra, las más "esponjitas" fueron las niñas, comentó. Y fueron también ellas las que más sumaron frutas y verduras en sus platos, resaltó Carreras. "Me costó más que los varones dejaran de lado las golosinas, los alfajores y las gaseosas", señaló la docente. Víctor Gallo, jefe del Servicio de Nutrición del Hospital de Niños, coincidió en que las mujeres suelen cuidarse más en las comidas desde chicas.

"Quizás por una cuestión cultural. Muchas mamás no se hacen problemas si los hijos varones comen mucho, pero sí están más atentas a que las nenas se alimenten lo justo", resaltó.

En la adolescencia, según el doctor, esto sí está relacionado iene con los procesos de maduración.

"Ellas maduran antes que ellos y empiezan a entender mejor la importancia de una alimentación saludable", expresó. Gallo se mostró muy preocupado por el incremento de peso que muestran los chicos: "en los últimos 10 años aumentó un 30% el exceso de peso en la infancia. Hoy, en Tucumán, tenemos un índice de obesidad infantil del 9% y de sobrepeso, un 21%. Un niño obeso tiene un 80% de probabilidades de ser un adulto obeso".

"Hay que cambiar los hábitos alimentarios en los chicos. Pero esto tiene que ser antes de que lleguen a la escuela. A los seis años ya es tarde", concluyó.

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