21 Octubre 2013
RECIEN LLEGADO. El monterizo posa con la camiseta de su nuevo club.
Cristian Assaf no dudó ni un instante cuando llegó la propuesta. Armó el bolso y comenzó el viaje que lo llevó de Monteros hasta El Líbano para jugar al voley. "Lo haré en Zahra El Mina, subcampeón de la Superliga Libanesa", explica a LG Deportiva.
El viaja a Trípolo tuvo varias escalas. Comenzó en Monteros, siguió en Ezeiza, San Pablo, Beirut y el destino final. Cuando partió, Assaf tenía una fecha estipulada de contrato, hasta mayo de 2014, pero cuando llegó se entrenó un par de días y todo cambió. "Creen que tengo muy buen futuro, así que firmé por tres temporadas", indicó el monterizo. "Obvio me gustaría volver para las fiestas, pero no es un viaje que se pueda hacer de un día para otro", reconoció.
Aunque la nostalgia invadirá la vida del opuesto cuando llegue el último mes del año, Assaf tiene confianza en que todo será atenuado por sus parientes. "Tengo varios primos. Mi abuelo llegó en barco desde El Líbano. No se cómo terminó en Tucumán", reveló entre risas. "Por él también puedo tener la doble nacionalidad y no ocupar plaza de extranjero en el equipo", explicó Assaf y sumó otra razón por la cual sedujo a Simon D'Atallah, el técnico del equipo.
Y cómo las distancias actualmente son tecnológicamente reducidas vía Facebook, antes que Cristian se entrenara por primera vez, D'Atallah comentó sus expectativas sobre el monterizo a LG Deportiva. "Él es muy joven", se esperanzó el técnico en los 18 años de Assaf. "Tendrá un gran futuro en la liga libanesa", vaticinó D'Atallah. Vaya que deberá hacer su mejor esfuerzo porque en Zahra El Mina no andan con objetivos pequeños: el rumbo que se decidió tomar es hacia el primer lugar. "El año pasado logramos el segundo puesto y ahora tenemos que hacer todo lo posible para ganar el campeonato", escribió, y con mayúsculas, el técnico.
¿Y qué le pareció a Cristian su nuevo DT? "Es muy alto. Entre 2,30 y 2,40", calculó Assaf que también cibernéticamente contó cómo se sintió recibido. "Muy bien. Estoy instalado en un departamento frente al mar con los refuerzos que llegaron que son de la selección de Venezuela. Es una ciudad en la que corre mucho viento. Con las comidas no me llevo muy bien porque son bastante pesadas para el estómago", explicó. Acostumbrado al desarraigo desde muy joven cuando fichó para Bolívar, Assaf sabe lo que debe hacer para que eso no sea un problema. "No tengo miedo. Jugar al voley se y la adaptación es lo mismo que en Bolívar. Tengo toda la confianza", afirmó. Y agregó: "dejé a mi familia, a mi novia, a mis amigos, pero todos saben que mi sueño es jugar en el exterior". No es que Assaf haya cerrado el capítulo "celeste y blanco". Para nada, tiene cuentas pendientes que no está dispuesto a que queden en esa condición. "Está el sueño de jugar la liga con mi club", reconoce. Desde que se puso la camiseta de Social Monteros es la postal que ronda en su mente. No es para menos porque él se crió en el "Infierno Rojo", ese que se formaba cada vez que los "rojos" jugaban por la Liga Argentina.
En El Líbano, Assaf no abandona esos ideales. Quizás un poco de polvo los cubrirá, pero no los tapará. "Quiero seguir representando al país. Por volver a ponerme la camiseta argentina, me voy hasta Júpiter", dimensiona su enorme deseo. Quizás la realización de su anhelo no esté a años luz de distancia, sino más cerca y al revés del trayecto que lo llevó a cumplir su sueño. Un camino que lo lleve de regreso de El Líbano a Monteros.
El viaja a Trípolo tuvo varias escalas. Comenzó en Monteros, siguió en Ezeiza, San Pablo, Beirut y el destino final. Cuando partió, Assaf tenía una fecha estipulada de contrato, hasta mayo de 2014, pero cuando llegó se entrenó un par de días y todo cambió. "Creen que tengo muy buen futuro, así que firmé por tres temporadas", indicó el monterizo. "Obvio me gustaría volver para las fiestas, pero no es un viaje que se pueda hacer de un día para otro", reconoció.
Aunque la nostalgia invadirá la vida del opuesto cuando llegue el último mes del año, Assaf tiene confianza en que todo será atenuado por sus parientes. "Tengo varios primos. Mi abuelo llegó en barco desde El Líbano. No se cómo terminó en Tucumán", reveló entre risas. "Por él también puedo tener la doble nacionalidad y no ocupar plaza de extranjero en el equipo", explicó Assaf y sumó otra razón por la cual sedujo a Simon D'Atallah, el técnico del equipo.
Y cómo las distancias actualmente son tecnológicamente reducidas vía Facebook, antes que Cristian se entrenara por primera vez, D'Atallah comentó sus expectativas sobre el monterizo a LG Deportiva. "Él es muy joven", se esperanzó el técnico en los 18 años de Assaf. "Tendrá un gran futuro en la liga libanesa", vaticinó D'Atallah. Vaya que deberá hacer su mejor esfuerzo porque en Zahra El Mina no andan con objetivos pequeños: el rumbo que se decidió tomar es hacia el primer lugar. "El año pasado logramos el segundo puesto y ahora tenemos que hacer todo lo posible para ganar el campeonato", escribió, y con mayúsculas, el técnico.
¿Y qué le pareció a Cristian su nuevo DT? "Es muy alto. Entre 2,30 y 2,40", calculó Assaf que también cibernéticamente contó cómo se sintió recibido. "Muy bien. Estoy instalado en un departamento frente al mar con los refuerzos que llegaron que son de la selección de Venezuela. Es una ciudad en la que corre mucho viento. Con las comidas no me llevo muy bien porque son bastante pesadas para el estómago", explicó. Acostumbrado al desarraigo desde muy joven cuando fichó para Bolívar, Assaf sabe lo que debe hacer para que eso no sea un problema. "No tengo miedo. Jugar al voley se y la adaptación es lo mismo que en Bolívar. Tengo toda la confianza", afirmó. Y agregó: "dejé a mi familia, a mi novia, a mis amigos, pero todos saben que mi sueño es jugar en el exterior". No es que Assaf haya cerrado el capítulo "celeste y blanco". Para nada, tiene cuentas pendientes que no está dispuesto a que queden en esa condición. "Está el sueño de jugar la liga con mi club", reconoce. Desde que se puso la camiseta de Social Monteros es la postal que ronda en su mente. No es para menos porque él se crió en el "Infierno Rojo", ese que se formaba cada vez que los "rojos" jugaban por la Liga Argentina.
En El Líbano, Assaf no abandona esos ideales. Quizás un poco de polvo los cubrirá, pero no los tapará. "Quiero seguir representando al país. Por volver a ponerme la camiseta argentina, me voy hasta Júpiter", dimensiona su enorme deseo. Quizás la realización de su anhelo no esté a años luz de distancia, sino más cerca y al revés del trayecto que lo llevó a cumplir su sueño. Un camino que lo lleve de regreso de El Líbano a Monteros.
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