18 Octubre 2013
Los desafíos de Alperovich y Cano, reflejo del país que viene
El politólogo analiza, en exclusiva para LA GACETA, los escenarios en Tucumán y en el país. La intención de voto a Cano se incrementa en los sectores con más estudios de la sociedad y disminuye en el interior de la provinciaLa mayoría de los que no definieron sus votos son ciudadanos con formación universitaria. Por Sergio Berensztein | Director de Poliarquía Consultores
Más de un millón de electores hacen de la provincia de Tucumán un distrito clave del juego político argentino. En efecto, sus nueve diputados la posicionan electoralmente como el sexto distrito del país, sólo por detrás de la provincia de Buenos Aires, la Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Tucumán constituye además una suerte de puerta de entrada al NOA, desde donde se ejerce una poderosa influencia a las vecinas provincias de Santiago del Estero, Catamarca e incluso Salta.
Por este motivo, la supremacía político-electoral que José Alperovich ha ejercido indiscutidamente en Tucumán en la última década le valió un reconocimiento especial de parte de Néstor Kirchner primero, y Cristina Kirchner después. En efecto, Alperovich siempre ha gozado de una consideración especial en la Casa Rosada. Los amplios márgenes electorales con los que una y otra vez se ha impuesto en su distrito lo han provisto de la tolerancia del gobierno central frente a las sospechas de corrupción, las denuncias sobre el caso Lebbos, los índices de pobreza y el debilitamiento general de las instituciones públicas en favor del Poder Ejecutivo.
Los números son contundentes. Alperovich fue electo gobernador en 2003 con el 44% de los votos; cuatro años después consiguió la reelección con un arrasador 78%; y en 2011 lo hizo nuevamente con el 70%. Además, ofrendó al Gobierno nacional los dos senadores por la mayoría y cuatro diputados en 2007, tres en 2009 y cuatro nuevamente en 2011, relegando a la oposición a una permanente y magra cosecha de un legislador por elección.
Estos lauros no sólo le permitieron a Alperovich posicionarse como uno de los gobernadores más influyentes del kirchnerismo, sino que incluso le valieron una nominación informal para ser el compañero de fórmula de Néstor Kirchner en su proyectada candidatura presidencial de 2011. Abortado el proyecto tras la muerte del expresidente, fue su esposa Beatriz Rojkés de Alperovich quien logró ubicarse en el segundo lugar de la línea sucesoria de la máxima magistratura del país. El sueño presidencial de los Alperovich se vio cumplido brevemente cuando la senadora asumió por algunas horas la Presidencia de la Nación en 2012 mientras Cristina Kirchner visitaba Angola y Amado Boudou viajaba por Europa.
El futuro es, sin embargo, menos prometedor. El kirchnerismo, a nivel nacional, juega en retirada tras los magros resultados conseguidos en las PASO, y ante la ausencia de un delfín propio para la elección presidencial de 2015. A nivel provincial, como consignan los resultados de la encuesta que Poliarquía Consultores publica hoy en LA GACETA, la oposición parece consolidarse como una alternativa sólida para disputarle la gobernación en 2015 bajo el liderazgo de José Cano, al tiempo que el alperovichismo se apresta a vivir, en términos comparativos, una de las peores elecciones de la última década. De hecho, a una semana de las elecciones no está claro aún si el oficialismo podrá conseguir los tres diputados a los que aspira o si la oposición generará un verdadero cimbronazo político al hacerse con dos de los cuatro legisladores que pone en juego Tucumán.
A un experimentado político como José Alperovich nada de esto le es ajeno. Los nuevos vientos que soplan en la política argentina lo obligarán más temprano que tarde a cambiar para sobrevivir. En este contexto, se abre el interrogante de si Alperovich puede convertirse en un referente con peso en el escenario político post elecciones, tanto dentro del peronismo como fuera de él.
En contra tiene al menos tres problemas. Primero, su imagen a nivel nacional cosecha un desconocimiento superior al 50%, mientras que su imagen positiva apenas alcanza el 10%. Sobre todo en los grandes centros urbanos del país, Alperovich genera dudas y desconfianza entre la amplia y diversa población de clase media. En segundo lugar, y esto en buena medida explica el punto anterior, tampoco ha logrado establecerse como un referente en los grandes medios de comunicación. Generalmente, las noticias que trascienden de Tucumán y se instalan en la opinión pública nacional tienen que ver con escándalos como el uso del avión sanitario para transporte del gobernador y su familia, los altos niveles de pobreza y marginalidad, etcétera. En tercer lugar, el gran interrogante es si el resto de la "Liga de Gobernadores" le reconocerá a Alperovich las credenciales y los atributos para convertirlo en una suerte de "primus inter pares".
Tucumán también permite evaluar las posibilidades y los límites que enfrentan las fuerzas de oposición. Así, en la muy buena elección que seguramente hará José Cano se ratifica la paulatina recuperación de la UCR a nivel nacional como partido de oposición desde la debacle del 2001. Este proceso largo y engorroso implica un reencuentro con una miríada de aliados que en buena medida son la expresión de la anterior fragmentación del radicalismo. A ellos se les suman otros grupos o dirigentes de extracción socialdemócrata. Incluso, como ocurrió con UNEN en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, esta coalición emergente integra otros segmentos de naturaleza diferente (como Libres del Sur o el Proyecto Sur).
A pesar de este interesante esfuerzo de reconstrucción, indispensable para reequilibrar lo que hasta ahora ha significado una sólida hegemonía peronista en su mutación K, la gran coalición radical socialdemócrata tiene a nivel nacional un largo camino por delante para consolidar esta recuperación, si es que en efecto aspira a convertirse en un opción efectiva de gobierno.
En principio, resulta necesario darle al proyecto una misma identidad en todo el país (como lo fue la Alianza o incluso la Coalición Cívico y Social). En segundo lugar, es vital mejorar sustantivamente su performance en la PBA. A pesar de los esfuerzos y de la innovación en los tema de debate que constantemente aporta Margarita Stolbitzer, el espacio está lejos de alcanzar su mejor rendimiento electoral. Finalmente, deberán hacerse de un manojo de gobiernos provinciales que le aporten anclaje territorial. Por ahora, sólo hay dos gobernadores que responden en principio a este espacio: Bonfatti, de Santa Fe, y Colombi, de Corrientes. ¿Puede esta naciente coalición recuperar en 2015 Catamarca? ¿Podría acaso dar una sorpresa en distritos como Chaco, Tierra del Fuego, Río Negro o Jujuy? Los más optimistas creen incluso que con la buena elección que hará UNEN el próximo 27 de octubre hasta podrían estar en condiciones de disputarle al PRO la Ciudad de Buenos Aires. Junto a estas especulaciones, una incógnita no menor es si José Cano tendrá en dos años la posibilidad de convertirse en el primer gobernador tucumano no peronista tras el largo interregno alperovichista.
Por este motivo, la supremacía político-electoral que José Alperovich ha ejercido indiscutidamente en Tucumán en la última década le valió un reconocimiento especial de parte de Néstor Kirchner primero, y Cristina Kirchner después. En efecto, Alperovich siempre ha gozado de una consideración especial en la Casa Rosada. Los amplios márgenes electorales con los que una y otra vez se ha impuesto en su distrito lo han provisto de la tolerancia del gobierno central frente a las sospechas de corrupción, las denuncias sobre el caso Lebbos, los índices de pobreza y el debilitamiento general de las instituciones públicas en favor del Poder Ejecutivo.
Los números son contundentes. Alperovich fue electo gobernador en 2003 con el 44% de los votos; cuatro años después consiguió la reelección con un arrasador 78%; y en 2011 lo hizo nuevamente con el 70%. Además, ofrendó al Gobierno nacional los dos senadores por la mayoría y cuatro diputados en 2007, tres en 2009 y cuatro nuevamente en 2011, relegando a la oposición a una permanente y magra cosecha de un legislador por elección.
Estos lauros no sólo le permitieron a Alperovich posicionarse como uno de los gobernadores más influyentes del kirchnerismo, sino que incluso le valieron una nominación informal para ser el compañero de fórmula de Néstor Kirchner en su proyectada candidatura presidencial de 2011. Abortado el proyecto tras la muerte del expresidente, fue su esposa Beatriz Rojkés de Alperovich quien logró ubicarse en el segundo lugar de la línea sucesoria de la máxima magistratura del país. El sueño presidencial de los Alperovich se vio cumplido brevemente cuando la senadora asumió por algunas horas la Presidencia de la Nación en 2012 mientras Cristina Kirchner visitaba Angola y Amado Boudou viajaba por Europa.
El futuro es, sin embargo, menos prometedor. El kirchnerismo, a nivel nacional, juega en retirada tras los magros resultados conseguidos en las PASO, y ante la ausencia de un delfín propio para la elección presidencial de 2015. A nivel provincial, como consignan los resultados de la encuesta que Poliarquía Consultores publica hoy en LA GACETA, la oposición parece consolidarse como una alternativa sólida para disputarle la gobernación en 2015 bajo el liderazgo de José Cano, al tiempo que el alperovichismo se apresta a vivir, en términos comparativos, una de las peores elecciones de la última década. De hecho, a una semana de las elecciones no está claro aún si el oficialismo podrá conseguir los tres diputados a los que aspira o si la oposición generará un verdadero cimbronazo político al hacerse con dos de los cuatro legisladores que pone en juego Tucumán.
A un experimentado político como José Alperovich nada de esto le es ajeno. Los nuevos vientos que soplan en la política argentina lo obligarán más temprano que tarde a cambiar para sobrevivir. En este contexto, se abre el interrogante de si Alperovich puede convertirse en un referente con peso en el escenario político post elecciones, tanto dentro del peronismo como fuera de él.
En contra tiene al menos tres problemas. Primero, su imagen a nivel nacional cosecha un desconocimiento superior al 50%, mientras que su imagen positiva apenas alcanza el 10%. Sobre todo en los grandes centros urbanos del país, Alperovich genera dudas y desconfianza entre la amplia y diversa población de clase media. En segundo lugar, y esto en buena medida explica el punto anterior, tampoco ha logrado establecerse como un referente en los grandes medios de comunicación. Generalmente, las noticias que trascienden de Tucumán y se instalan en la opinión pública nacional tienen que ver con escándalos como el uso del avión sanitario para transporte del gobernador y su familia, los altos niveles de pobreza y marginalidad, etcétera. En tercer lugar, el gran interrogante es si el resto de la "Liga de Gobernadores" le reconocerá a Alperovich las credenciales y los atributos para convertirlo en una suerte de "primus inter pares".
Tucumán también permite evaluar las posibilidades y los límites que enfrentan las fuerzas de oposición. Así, en la muy buena elección que seguramente hará José Cano se ratifica la paulatina recuperación de la UCR a nivel nacional como partido de oposición desde la debacle del 2001. Este proceso largo y engorroso implica un reencuentro con una miríada de aliados que en buena medida son la expresión de la anterior fragmentación del radicalismo. A ellos se les suman otros grupos o dirigentes de extracción socialdemócrata. Incluso, como ocurrió con UNEN en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, esta coalición emergente integra otros segmentos de naturaleza diferente (como Libres del Sur o el Proyecto Sur).
A pesar de este interesante esfuerzo de reconstrucción, indispensable para reequilibrar lo que hasta ahora ha significado una sólida hegemonía peronista en su mutación K, la gran coalición radical socialdemócrata tiene a nivel nacional un largo camino por delante para consolidar esta recuperación, si es que en efecto aspira a convertirse en un opción efectiva de gobierno.
En principio, resulta necesario darle al proyecto una misma identidad en todo el país (como lo fue la Alianza o incluso la Coalición Cívico y Social). En segundo lugar, es vital mejorar sustantivamente su performance en la PBA. A pesar de los esfuerzos y de la innovación en los tema de debate que constantemente aporta Margarita Stolbitzer, el espacio está lejos de alcanzar su mejor rendimiento electoral. Finalmente, deberán hacerse de un manojo de gobiernos provinciales que le aporten anclaje territorial. Por ahora, sólo hay dos gobernadores que responden en principio a este espacio: Bonfatti, de Santa Fe, y Colombi, de Corrientes. ¿Puede esta naciente coalición recuperar en 2015 Catamarca? ¿Podría acaso dar una sorpresa en distritos como Chaco, Tierra del Fuego, Río Negro o Jujuy? Los más optimistas creen incluso que con la buena elección que hará UNEN el próximo 27 de octubre hasta podrían estar en condiciones de disputarle al PRO la Ciudad de Buenos Aires. Junto a estas especulaciones, una incógnita no menor es si José Cano tendrá en dos años la posibilidad de convertirse en el primer gobernador tucumano no peronista tras el largo interregno alperovichista.
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