12 Octubre 2013
Blue Jasmine: Otro cuento del viejo tío Woody
Jasmine es una dama de la alta sociedad neoyorquina cuya vida se derrumba a partir de que salen a la luz los turbios negocios de su esposo. La mujer, en total bancarrota, vuela a California para encontrarse con su hermana, quien la acoge en su casa. Allí, las dos buscarán una segunda oportunidad en la vida.
Resulta gratificante para el espectador reencontrarse con un director que se ocupa de contar con autoridad y con mano firme un guión muy interesante. La historia de esta mujer cuya realidad cotidiana se desploma de un día para el otro y que intenta darse una segunda oportunidad en la vida no es demasiado original, pero las características con las que el realizador decide narrar la historia la convierten en extraordinaria. Para lograr la proeza, Woody Allen se apoya en una Cate Blanchett brillante desde el primero hasta el último fotograma. La actriz entrega una actuación memorable, plagada de matices y de gestos que la cámara recoge con minuciosidad y siempre al servicio de una narración que carece de fisuras. La pintura que logra de esta mujer siempre al borde del desquicio emocional es perfecta, en un trabajo casi excluyente dentro de un elenco que está a la altura del desafío. Se destacan Alec Baldwin, sólido en el papel del financista inescrupuloso que construye un imperio de fantasías y que termina estafando hasta a su propia familia, y Sally Hawkins, más que convincente en la piel de Ginger, la hermana de Jasmine que parece superar las diferencias del pasado para acogerla en su casita de San Francisco y tratar, entre las dos, de salir del pozo emocional en el que se encuentran.
Pero, además de la soberbia actuación de Blanchett, hay una historia consistente que provee una sólida estructura dramática para el desarrollo de la narración, y detalles formales de gran elegancia a lo largo de todo el filme. Las idas y vueltas sobre la línea del tiempo que propone el guión están plasmadas con tremenda eficacia, de modo que el relato se va construyendo sin fisuras a lo largo de una hora y media de proyección. Los datos sobre cada uno de los personajes que van apareciendo a medida que transcurre el filme terminan por encajar a la perfección, de manera que no hay cabos sueltos ni zonas ambiguas en la construcción de la historia. Y todo esto, hay que decirlo una vez más, alrededor de una de las mejores actuaciones que se han visto en la pantalla en los últimos años.
Es un placer para todos los que aman el cine volver a disfrutar de punta a punta de un Woody Allen químicamente puro. Y sentarse a gozar de un nuevo cuento que este tío viejo y entrañable nos cuenta como sólo él sabe hacerlo.
Pero, además de la soberbia actuación de Blanchett, hay una historia consistente que provee una sólida estructura dramática para el desarrollo de la narración, y detalles formales de gran elegancia a lo largo de todo el filme. Las idas y vueltas sobre la línea del tiempo que propone el guión están plasmadas con tremenda eficacia, de modo que el relato se va construyendo sin fisuras a lo largo de una hora y media de proyección. Los datos sobre cada uno de los personajes que van apareciendo a medida que transcurre el filme terminan por encajar a la perfección, de manera que no hay cabos sueltos ni zonas ambiguas en la construcción de la historia. Y todo esto, hay que decirlo una vez más, alrededor de una de las mejores actuaciones que se han visto en la pantalla en los últimos años.
Es un placer para todos los que aman el cine volver a disfrutar de punta a punta de un Woody Allen químicamente puro. Y sentarse a gozar de un nuevo cuento que este tío viejo y entrañable nos cuenta como sólo él sabe hacerlo.
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