Los tres rumbos económicos que se vislumbran, con Cristina enferma

Los tres rumbos económicos que se vislumbran, con Cristina enferma

IMÁGENES PRESIDENCIALES. No se espera cambios de magnitud, pese a la ausencia y reposo de Cristina. REUTERS IMÁGENES PRESIDENCIALES. No se espera cambios de magnitud, pese a la ausencia y reposo de Cristina. REUTERS
13 Octubre 2013

Los hechos suscitados en los últimos días en relación con la salud de la presidente de la Nación, Cristina Fernández, acentuaron el clima de incertidumbre reinante en materia económica. Las elecciones están encima, y es inherente al proceso electoral alentar expectativas con respecto a posibles modificaciones, de mayor o menor envergadura, en la política económica. Sobre todo si se tiene en cuenta que la economía no atraviesa por un momento expansivo, sino por el contrario, hay fuerzas que tienden a debilitar la economía, entre ellas los problemas acumulados que exigen definiciones cada vez de mayor relevancia. Además, el modelo de gestión adoptado por el actual Gobierno, de fuerte centralidad en las decisiones, amplifica la incertidumbre. 

Bajo estas consideraciones es que pueden plantearse algunas hipótesis relacionadas con la salud presidencial y sus probables consecuencias en la economía.

Episodio pasajero, con rápida recuperación: en este escenario, lo más probable es que tras las elecciones se profundice el modelo. Con algunos cambios para oxigenar el gabinete. Pero es poco probable que haya baja de las banderas ideológicas. Esto necesariamente, exige gestionar la economía con un alto componente táctico, no estratégico. Los anuncios tienen que ser muy frecuentes. Continuará predominando la discrecionalidad por sobre las reglas. Esto hará que los agentes económicos al no tener claro el horizonte para tomar decisiones, deban permanentemente acomodarse a los cambios repentinos de reglas de juego. Las decisiones, como hasta ahora, son día a día. No hay largo plazo. Se corre tras los acontecimientos. Por lo tanto, habrá más restricciones en el mercado cambiario, esto es, cepo al cepo. Se encarecerán los gastos para viajar al extranjero, se pisará más el freno a las importaciones, habrá nuevo round de acuerdos de precios, continuarán las intervenciones en los mercados, y no mejorará el clima de negocios y, por lo tanto, crecerán los desequilibrios. Este esquema, necesariamente, al estar centrado en el corto plazo, traba la inversión. La economía pierde productividad, por lo que se necesita más intervención para no agravar el cuadro social y evitar acelerar la inflación. De esta forma se entrará en un círculo vicioso cuya profundidad dependerá del contexto externo. Los precios de los commodities. Porque puede agravarse el déficit fiscal, lo que obligará a mayor emisión monetaria, más inflación, menos inversión y más problemas de abastecimiento de dólares. Todo sigue igual.

Episodio con consecuencias, recuperación prolongada: en este escenario, al resentirse, necesariamente, el activo liderazgo presidencial habrá más preponderancia del aspecto político. ¿Crecerá la preponderancia del vicepresidente en la toma de decisiones? En ese caso se agravarán los ya existentes cortocircuitos dentro del gabinete. Así, será mucho más complejo avanzar en la corrección de los problemas que tiene la economía. Por lo tanto, habrá un brusco estancamiento de las expectativas. Porque al profundizarse las divisiones internas, se acelerará la pérdida de credibilidad. Los partidarios de la mayor profundización del modelo y los proclives a correcciones, librarán la batalla interna. ¿Qué puede esperarse en este escenario? Sigue el cepo o alguna versión similar, aceleración de la devaluación y más inflación, puesto que todos los agentes económicos querrán cubrirse ante la posible tormenta, freno en la inversión, suba de las tasas de interés para evitar fuga de depósitos en pesos hacia el dólar, menor expansión de la economía, suben las tensiones sociales. No se toman decisiones de fondo. Las internas de las internas que pueden surgir, pueden llevar a cambios en el gabinete y en la conducción económica en concreto. En definitiva, más confusión. 

Episodio poco claro, se acentúan los altibajos: este escenario supone que al ser insuficiente la información suministrada en relación al estado de salud presidencial, la probabilidad de que sucedan episodios similares con mayor frecuencia se incrementa. Este contexto, obligará a delegar mayor cuota de poder en colaboradores. Las decisiones deben ser más consensuadas. Esto lleva necesariamente al empantanamiento de la economía. La medias que puedan tomarse tras las elecciones, como desactivar algo los subsidios, sobre todo a las empresas de servicios públicos, no tanto a los consumidores, revisar el esquema de retenciones para algunos sectores que han perdido competitividad, quedaran archivados definitivamente porque carecerán del sustento político que necesita este tipo de medidas. En caso de que en pocos meses, la salud presidencial reitere una mala pasada, primará el statu quo. No habrá recambio del elenco de gobierno. Continúa el esquema cambiario actual, dólar oficial-paralelo y otras versiones, se intensifica la fuga de capitales, se restringen más las importaciones para evitar que se profundice el desequilibrio en la balanza de pagos, siguen cayendo las reservas internacionales. Se acelera el deterioro de la economía.

Conclusión: la salud presidencial es un importante condicionante de la economía. Tal premisa cobra mayor relevancia en la actualidad, por varias razones: las próximas elecciones y las siempre posibles modificaciones en algunos aspectos de la política económica, dado que no se esperan cambios significativos, las crecientes amenazas que se ciernen sobre el equilibrio macroeconómico, que exigen definiciones con sustento político y la antipatía que en vastos sectores de la población genera la figura del vicepresidente.

Sin embargo, más allá de cuál pueda ser la evolución en la salud de la Presidente, no se esperan cambios de magnitud en la economía.

Los indicios de desdoblamiento son más evidentes

Tras vender alrededor de U$S 1.150 millones de divisas durante septiembre pasado, y aún asumiendo una nueva vuelta de cepo tras las elecciones del domingo 27 (empezando por turismo), este año el Banco Central finalizaría con ventas cercanas a los U$S 2.000 millones. Este análisis se desprende del reporte semanal elaborado por la consultora Empiria. La dinámica del mercado cambiario inducirá nuevas medidas restrictivas, aunque paradójicamente, la velocidad del deterioro podría mermar luego de las elecciones (ya no habría nada que "anticipar"), puntualiza el informe privado. 

Según el Presupuesto Nacional 2014, se propone usar las reservas del Central no sólo para los vencimientos de deuda pública en dólares, sino también para las obligaciones en pesos. "Consiste en ceder al Tesoro más dólares de los necesarios, de modo que este pueda "vendérselos" al Banco Central y hacerse de los pesos", remarca Empiria. Así, acota, logra eludir el límite legal de adelantos transitorios en pesos que impone la Carta Orgánica, aún con los generosos límites extendidos tras la reforma 2012. 

De confirmarse la suscripción de Bonos Argentinos para el Desarrollo Económico (Baade) por parte de Bridas, en el futuro no habrá inversor (extranjero o por repatriación de fondos) que se resigne a pesificar sus fondos al tipo de cambio oficial, indica el diagnóstico. En la práctica, el BCRA ya no recibiría las divisas de inversiones por el canal tradicional (liquidadas al tipo de cambio oficial), sino vía suscripción de Baade (emisión de deuda en lugar de pesos) 

Pero obviamente, dice Empiria Consultores, las empresas que ingresen fondos por ese mecanismo, luego no deberían contar con autorización para girar dividendos al exterior al tipo de cambio oficial. Análogo el caso para las firmas que traigan financiamiento del exterior. En la medida que este mecanismo se generalice, terminaría siendo la señal de largada para un desdoblamiento del tipo de cambio. 

"Luego del acto electoral, con opciones abiertas en materia regulatoria (seguramente, más cepo), parece inexorable que se reacelere el ritmo devaluatorio, para llevarlo al piso del 30% que se espera para 2014", finaliza.

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