Pasaron 15 años desde la última vez que corrió. Y fue nada menos que en Alemania, en 1998, con atletas de Kenia, EE.UU. y locales, a las que les ganó. Tuvo su esplendor en la década del '90, tiempo en que fue la mejor atleta de la provincia y una de las mejores del país, en la distancia de 1.500 metros a 10 kilómetros. La protagonista de esta historia es Patricia Valenzuela, la representante de Burruyacu.
El profesor Roberto Dominiko, fue su mentor. Su ídolo fue nada menos que JuanPabloJuárez, que no la pudo convencer de seguir en el atletismo.
Hoy, alejada de las pistas, está dedicada ciento por ciento a ser ama de casa y se concentra en el cuidado de sus dos pequeños hijos: LuzMorena Lobo (4 años) y SantiagoExequiel (2).
"Pato" se muestra como una persona muy callada y tímida. Sacarle palabras es tan difícil como correr al ritmo de ella, en su mejor momento. El atletismo le permitió conocer países sudamericanos, pero también Europa. Defendió muy bien la camiseta de Argentina en pruebas continentales.
Hoy, su presente es diferente. Entre sus "debes" está no haber podido concluir la carrera de educación física, en el Instituto Norte Argentino (cursó hasta tercer año). Su situación económica es un obstáculo para volver, como también la limita su peso actual para comenzar a caminar con sus amigas o sus vecinas.
En Burruyacu todos la conocen. Representó de la mejor forma a Tucumán. Hoy tiene 38 años. Y todos se acuerdan de ella desde que ingresó al colegio secundario de la Comercio Lola Mora, a los 13. Estuvo diez temporadas a plena marcha.
Dominiko la quiere como una integrante más de su familia. Sabe su historia y rescata datos de su memoria como si los hechos hubieran sucedido ayer. Al profesor, lo acompaña su hija Gabriela, que es nutricionista y que trata de convencer a Patricia sobre que se puede bajar de peso, que solo se trata de dedicación y perseverancia. "La verdad que me cuesta ir a caminar, incluso ir a la nutricionista. Creo que fui dos veces, la última a buscar el plan alimentario. Pero ahí está, en el cajón", admitió Patricia.
- ¿ Qué es de tu vida?
- Disfruto de mis dos hijos. Mi marido, Eusebio López, trabaja manejando auto rural. También cuido a mi suegro, que está enfermo. Así como en mi tiempo de deportista me dedicaba al ciento por ciento a entrenar todos los días, y a ganar. Hoy me dedico al máximo a los que quehaceres de la casa. Soy una buena chef, me gusta ver novelas mexicanas, dedicarme a aprender tejido.
-¿ Cómo recuerda aquellos años en el atletismo?
- Me crié con mi tía, Ernestina Rodríguez. Ella trabajaba en la escuela primaria Guillermo Rawson. Siempre la acompañaba a limpiar las aulas, bien temprano. Mi hermano mayor, Miguel, que falleció hace dos años en un accidente, corrió antes que yo y por eso me gustó el atletismo. En esos tiempos me dedicaba al estudio y a correr. Fui 15 días al Cenard, donde tenía entrenamiento especiales y nos probaban en otras especialidades.
- ¿ Y tus sueños truncados?
- Terminar mi carrera de educación física. No la completé, en parte por vaga. Hoy sería imposible hacerlo, porque no tengo dinero ni trabajo. Me quedé con esa espina atragantada. Hoy necesito una ayuda, ya que sólo recibo asignaciones por mis dos hijos. Pero también me gustaría conseguir un trabajo.
-¿ Dejaste la competencia en tu mejor momento?
- Sí. Y no hubo forma de convencerme. Hasta Juan Pablo me lo pidió. Sí me gustaría volver a correr, principalmente para bajar los kilos que tengo encima.
- Hay quienes sostienen que en tus tiempos de oro, pudiste a haber llegado a ser un atleta de elite...
- Sí. Pero llegué a la última competencia en Alemania y ahí quedó todo. Mediante un convenio que nos posibilitó ir por una semana, viajamos Juárez, el profesor Dominiko y yo. En ese momento era la mejor atleta de Tucumán, por eso fui. Recuerdo que gané en los cinco kilómetros, igual que Juárez. Esa era la primera vez que iba a Europa; antes ya había estado en Brasil, en la ciudad de Manaos, representando a Argentina en cross. Salimos cuartos, a nivel posta. Y en Chile participé en los Juegos Intercolegiales de Viña del Mar, en la prueba de 1.500 metros. Recuerdo que la pista estaba en Valparaíso y gané. No sé, pero creo que con los tiempos que hice entre los 18 y 19 años, podría haber llegado con las marcas a unos Juegos Olímpicos. De lo que sí estoy segura es que, tranquilamente, podría haber ocupado un podio entre las mejores del país. Tenía mucha seguridad en lo que hacía.
-¿ Cuál era tu gran virtud?
- La resistencia. Y después fui mejorando mis tiempos, por los entrenamientos con el profesor Dominiko. Los llevaba a cabo de lunes a sábado, sólo descansaba los domingos. Entrenaba en el complejo deportivo de Burruyacu, y también en las calle y las rutas de la zona.
-¿ Y tu primera carrera?
- A los 13 años, cuando ingresé a la secundaria. Fue en el aniversario de la Municipalidad de Burruyacu. El colegio me ayudaba mucho, sobre todo con los permisos especiales. Y la comuna me proveía los pasajes y las estadías. Gracias a eso pude competir y conocer casi todo el país.
- Hace poco y después de dos décadas te rompieron un récord...
- Sí, el de 3.000 metros, con un tiempo de 10'15". María Ovejero lo quebró después de 20 años. También tuve el récord de 1.500, en 4'52". Y fui campeona argentina juvenil en 3.000 y 10.000, siendo menor.
-¿ Quién es tu ídolo?
- Sin duda Juárez. Era el mejor, es un ícono del atletismo y una gran persona.
- ¿ Cómo eran tus carreras?
- No salía a ser protagonista de entrada, yo siempre mantenía mi ritmo y cuando faltaba menos, comenzaba a acelerar.
- ¿Una anécdota?
- En una prueba nacional en Santa Fe. Había un premio consistente en zapatillas. Las otras competidoras me decían que sólo por ese incentivo iban a ganar. Pero me adjudiqué las dos pruebas.
-¿Voluntad es una palabra que vendría muy bien hoy?
- Sí. Sobre todo para ir a caminar. Todos me hacen el aguante, pero sólo quedo en el intento. Pero lo voy a hacer. Aún más, se está armando un equipo de hockey en mi ciudad. Y me gustaría jugar.