23 Septiembre 2013
PROFETA EN TIERRA AJENA. Tanto con sus poemas, como con sus pinturas, Ángel Leiva es mucho más reconocido en el extranjero que en su tierra natal. LA GACETA / FOTO DE INéS QUINTEROS ORIO (ARCHIVO)
La belleza. El arte. Lo sublime. Esta parece ser la trinidad que guía la vida del poeta tucumano Ángel Leiva. Nacido en el corazón de Simoca hace 72 años, Leiva está radicado en Sevilla, donde alterna su actividad docente con sus facetas de poeta y pintor. "Lo de la pintura siempre estuvo muy escondido. Recién en los últimos años salió a la luz. Y resulta que ahora mi fama como artista plástico está empezando a opacar a la del poeta", destaca sonriente. No le molesta, por supuesto. Porque Leiva concibe al arte como un todo. Sin diferencias de género. "Muchos críticos no saben dónde ubicarme; no pueden clasificarme", alega.
Ahora, de paseo por Tucumán, el escritor presentará su último libro "Los ojos de la memoria". Durante ceremonia, que se realizará el miércoles a las 21, en el Centro Cultural de la UNT (25 de Mayo 265), Leiva leerá sus poemas en una entrevista pública que le realizará Susana Salim. Luego habrá un recital de música. "He comenzado a trabajar el tema de la memoria. De la memoria no como nostalgia propiamente dicha, sino más bien como razón de un presente cambiante. Es un trabajo que ronda más con la filosofía", señala.
Respecto de su carrera, explicó que aún tiene pendiente de publicación una novela que ya presentó a una editorial española con la que firmó un contrato, pero que -por esas cuestiones del mercado- no terminó de concretarse.
Inquieto por naturaleza, el escritor tucumano, que emigró en los años 70, frecuentó a algunas de las luminarias de las letras americanas, como
Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Ernesto Cardenal. "Tengo esos encuentros grabados y estoy analizando si los voy a publicar en la edición de mis obras completas. Es algo que me están pidiendo las editoriales, sobre todo las de España", señala. Aunque tiene sus dudas. "La cuestión es que algunas de estas conversaciones son tan personales que si las publico me parece que traiciono la naturaleza intimista de las charlas. En una de ellas, por ejemplo, Borges canta una milonga. ¿Te imaginás a Borges cantando?", declara.
Pero, además, tiene anécdotas de las más variadas que ya han despertado el interés de varias editoriales. "Me han dicho... No, me han exigido que las publique, porque afirman que ese material ya no es mío, sino que es patrimonio de la literatura. Y bueno, eso es lo que estoy analizando ahora. Hay mucho material por publicar, pero no quiero traicionar la memoria de ellos. Sobre todo porque las charlas que tuve con esos escritores, fue en un clima de intimidad poco común", manifiesta.
Frecuentar a esos escritores le dio a Leiva otra perspectiva del mundo de las letras. "De ellos aprendí una cualidad suprema que prima en los grandes artistas: la humildad. Cuando conocí a Borges, por ejemplo, descubrí que todo lo que se decía de él no era cierto. Borges era un hombre humilde al extremo, inteligente y genial, pero muy sencillo. Vivía rodeado de una frugalidad extrema", enfatiza.
Fama extranjera
El destierro forzado de Leiva (tuvo que irse porque fue perseguido en la época de López Rega) le provocó una profunda herida que aún no cierra. "Durante mucho tiempo fui amenazado, incluso cuando ya estaba en Estados Unidos. Hasta llegaron a secuestrar a mi hermana para infundirme miedo. Yo no sé por qué sucedió eso, siendo que no tenía un compromiso político concreto. Era un simple estudiante con inquietudes intelectuales y algunos antecedentes literarios", asegura.
Ese destierro le permitió ser famoso en otras tierras, menos en la suya: "nunca tuve en la Argentina el reconocimiento que alcancé, por ejemplo, en Estados Unidos o en España. Incluso en Tucumán mi obra es prácticamente desconocida. Y eso me duele un poco".
Incluso ahora le sigue doliendo. Porque cuando vino por última vez, hace dos años, concretó con la UNT la publicación una antología con toda su obra, pero ahora, cuando volvió, se dio con que el proyecto está frenado. "No entiendo bien por qué sucede esto. Tal vez sea esa lógica del mercado que sigue prevaleciendo sobre el arte", finaliza.
Ahora, de paseo por Tucumán, el escritor presentará su último libro "Los ojos de la memoria". Durante ceremonia, que se realizará el miércoles a las 21, en el Centro Cultural de la UNT (25 de Mayo 265), Leiva leerá sus poemas en una entrevista pública que le realizará Susana Salim. Luego habrá un recital de música. "He comenzado a trabajar el tema de la memoria. De la memoria no como nostalgia propiamente dicha, sino más bien como razón de un presente cambiante. Es un trabajo que ronda más con la filosofía", señala.
Respecto de su carrera, explicó que aún tiene pendiente de publicación una novela que ya presentó a una editorial española con la que firmó un contrato, pero que -por esas cuestiones del mercado- no terminó de concretarse.
Inquieto por naturaleza, el escritor tucumano, que emigró en los años 70, frecuentó a algunas de las luminarias de las letras americanas, como
Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Ernesto Cardenal. "Tengo esos encuentros grabados y estoy analizando si los voy a publicar en la edición de mis obras completas. Es algo que me están pidiendo las editoriales, sobre todo las de España", señala. Aunque tiene sus dudas. "La cuestión es que algunas de estas conversaciones son tan personales que si las publico me parece que traiciono la naturaleza intimista de las charlas. En una de ellas, por ejemplo, Borges canta una milonga. ¿Te imaginás a Borges cantando?", declara.
Pero, además, tiene anécdotas de las más variadas que ya han despertado el interés de varias editoriales. "Me han dicho... No, me han exigido que las publique, porque afirman que ese material ya no es mío, sino que es patrimonio de la literatura. Y bueno, eso es lo que estoy analizando ahora. Hay mucho material por publicar, pero no quiero traicionar la memoria de ellos. Sobre todo porque las charlas que tuve con esos escritores, fue en un clima de intimidad poco común", manifiesta.
Frecuentar a esos escritores le dio a Leiva otra perspectiva del mundo de las letras. "De ellos aprendí una cualidad suprema que prima en los grandes artistas: la humildad. Cuando conocí a Borges, por ejemplo, descubrí que todo lo que se decía de él no era cierto. Borges era un hombre humilde al extremo, inteligente y genial, pero muy sencillo. Vivía rodeado de una frugalidad extrema", enfatiza.
Fama extranjera
El destierro forzado de Leiva (tuvo que irse porque fue perseguido en la época de López Rega) le provocó una profunda herida que aún no cierra. "Durante mucho tiempo fui amenazado, incluso cuando ya estaba en Estados Unidos. Hasta llegaron a secuestrar a mi hermana para infundirme miedo. Yo no sé por qué sucedió eso, siendo que no tenía un compromiso político concreto. Era un simple estudiante con inquietudes intelectuales y algunos antecedentes literarios", asegura.
Ese destierro le permitió ser famoso en otras tierras, menos en la suya: "nunca tuve en la Argentina el reconocimiento que alcancé, por ejemplo, en Estados Unidos o en España. Incluso en Tucumán mi obra es prácticamente desconocida. Y eso me duele un poco".
Incluso ahora le sigue doliendo. Porque cuando vino por última vez, hace dos años, concretó con la UNT la publicación una antología con toda su obra, pero ahora, cuando volvió, se dio con que el proyecto está frenado. "No entiendo bien por qué sucede esto. Tal vez sea esa lógica del mercado que sigue prevaleciendo sobre el arte", finaliza.
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