22 Septiembre 2013
ANTES DEL ENTRENAMIENTO. Todo el equipo del zaino Many Honour, con sus propietarios incluidos, esperan con muchas expectativas el Gran Premio del martes. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
Detrás de un gran caballo, siempre hay un gran equipo. De eso no hay dudas. Para que un ejemplar llegue de la mejor forma a una competencia es necesario que cada uno de los eslabones de la cadena funcionen correctamente. "El éxito de un caballo depende de muchos factores. Los trabajos del peón, del capataz, del vareador, del cuidador, del jockey y del veterinario tienen la misma importancia. Cada uno debe esforzarse al máximo en sus tareas para que el triunfo sea posible", resume Jorge Abdelsalib, uno de los propietarios de Many Honour, que el martes 24 buscará la gloria en el Gran Premio "Batalla de Tucumán".
Trabajar con caballos requiere una gran dedicación. Se debe seguir una rutina diaria que casi siempre comienza bien temprano, no más allá de las 6 de la mañana. El primero que está en contacto con el animal es el peón, que se encarga de la higiene y de la alimentación, siempre bajo la supervisión del capataz. Luego llega el cuidador para comenzar con el entrenamiento, tarea que la realiza el vareador o el jinete. Casi siempre, todos establecen un vínculo afectivo con los caballos. "Lo primero que se aprende en el hipódromo es a querer y a respetar al caballo. Necesitamos que ellos están en sus mejores condiciones, para que puedan rendir en su plenitud. Para eso es necesario atenderlos bien", dijo Ángel Sánchez, peón que durante la gran fiesta del 24 presentará a Solventado en el especial de 1.400 metros.
"La preparación de un caballo se hace en equipo. Poder competir en el Batalla requiere de un trabajo de muchos meses. No puede fallar ningún eslabón, porque sino la victoria no será posible. Con un trabajo realizado a conciencia, llegar a la gloria es mucho más factible", señaló Abdelsalib. Se acerca el gran día y todos sueñan con poder tocar el cielo con las manos.
Trabajar con caballos requiere una gran dedicación. Se debe seguir una rutina diaria que casi siempre comienza bien temprano, no más allá de las 6 de la mañana. El primero que está en contacto con el animal es el peón, que se encarga de la higiene y de la alimentación, siempre bajo la supervisión del capataz. Luego llega el cuidador para comenzar con el entrenamiento, tarea que la realiza el vareador o el jinete. Casi siempre, todos establecen un vínculo afectivo con los caballos. "Lo primero que se aprende en el hipódromo es a querer y a respetar al caballo. Necesitamos que ellos están en sus mejores condiciones, para que puedan rendir en su plenitud. Para eso es necesario atenderlos bien", dijo Ángel Sánchez, peón que durante la gran fiesta del 24 presentará a Solventado en el especial de 1.400 metros.
"La preparación de un caballo se hace en equipo. Poder competir en el Batalla requiere de un trabajo de muchos meses. No puede fallar ningún eslabón, porque sino la victoria no será posible. Con un trabajo realizado a conciencia, llegar a la gloria es mucho más factible", señaló Abdelsalib. Se acerca el gran día y todos sueñan con poder tocar el cielo con las manos.
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