18 Septiembre 2013
A VILLA URQUIZA. Eduardo Morales regresa a la celda de la cárcel y sus familiares lloran por la sentencia. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
El número de licencia de un taxi que fue apostado en la tómbola vespertina terminó siendo clave para condenar al taxista Eduardo Manuel Morales. El chofer fue condenado por la muerte de la jubilada Ester Rodríguez. En 2011, la mujer fue a cobrar su jubilación, después abordó el taxi y más tarde fue hallada sin vida en un camino vecinal que lleva a Ticucho.
Las juezas de la sala VI de la Cámara Penal Stella Maris Arce, Marta Cavalotti y Alicia Freidenberg condenaron a Morales por homicidio en ocasión de robo, y deberá cumplir una pena de 15 años de prisión.
Según el relato que realizó el fiscal de Cámara Carlos Sale durante su acusación, Morales estaba trabajando en el taxi Renault 9 el 25 de febrero de 2011, cuando en la puerta del banco "Supervielle" (en Crisóstomo Alvarez al 900) la mujer abordó el taxi.
La mujer, de 84 años, acababa de cobrar $ 2.690 de su haber jubilatorio, y las cámaras de seguridad de una entidad bancaria ubicada en esa cuadra captaron el momento en el que abordó el taxi, a las 9.40.
El cuerpo de la mujer apareció cuatro días más tarde al costado de un camino vecinal, a la altura del kilómetro 1320 de la ruta 9. La cartera de la jubilada nunca apareció, aunque a su lado había quedado la correa.
De acuerdo a la autopsia, la señora falleció por un paro cardiorespiratorio. El fiscal consideró que el corazón de la mujer no resistió el ataque, y que murió mientras forcejeaba con el taxista.
En la quiniela
La principal prueba para involucrar a Morales provino de la declaración de dos maestras que viajaban en una traffic el día en que la jubilada desapareció. Las docentes dijeron que vieron a un taxi que salía del camino vecinal que lleva a Ticucho, poco después de las 11. Cuando declararon en el juicio, les preguntaron si estaban seguras del número de licencia. "Claro que sí, porque lo jugamos en la quiniela y ganamos", dijo una de las maestras.
Ante esto, Sale solicitó a la Caja Popular de Ahorros que informara los números que habían salido en la tómbola vespertina del 26 de febrero de 2011. En el listado que elevó la institución figura el 1872 (el número que dijeron las docentes) en el segundo lugar de ese sorteo.
"Es muy grave que se haya aprovechado de una anciana de 84 años para robarle la jubilación", manifestó Sale y solicitó que una condena de 20 años.
En su defensa el taxista reconoció que trasladó a la jubilada, pero dijo que fue un viaje corto. La mujer -adujo- se bajó en la esquina de Catamarca y Córdoba (a cinco cuadras del banco) porque quería ir hasta la sede del PAMI. Tras abonarle con $ 10, Morales continuó su viaje.
El abogado Roberto Flores, quien pidió la absolución del taxista, manifestó que las pericias que se habían realizado al taxi habían dado negativo, y que además no se hicieron cotejos de ADN en la víctima ni en el acusado.
Morales lleva dos años y cinco meses en prisión. Tiene 41 años y desde que está en Villa Urquiza tuvo que ser asistido dos veces en el penal, porque es insulino dependiente y no siempre tiene acceso a las dosis que necesita. "Queda mi vida y el bienestar de mi familia en sus manos", les dijo a las juezas antes de que lo sentenciaran. Tras escuchar la condena, un policía le puso las esposas en las manos y se lo llevó, mientras su familia lloraba.
Las juezas de la sala VI de la Cámara Penal Stella Maris Arce, Marta Cavalotti y Alicia Freidenberg condenaron a Morales por homicidio en ocasión de robo, y deberá cumplir una pena de 15 años de prisión.
Según el relato que realizó el fiscal de Cámara Carlos Sale durante su acusación, Morales estaba trabajando en el taxi Renault 9 el 25 de febrero de 2011, cuando en la puerta del banco "Supervielle" (en Crisóstomo Alvarez al 900) la mujer abordó el taxi.
La mujer, de 84 años, acababa de cobrar $ 2.690 de su haber jubilatorio, y las cámaras de seguridad de una entidad bancaria ubicada en esa cuadra captaron el momento en el que abordó el taxi, a las 9.40.
El cuerpo de la mujer apareció cuatro días más tarde al costado de un camino vecinal, a la altura del kilómetro 1320 de la ruta 9. La cartera de la jubilada nunca apareció, aunque a su lado había quedado la correa.
De acuerdo a la autopsia, la señora falleció por un paro cardiorespiratorio. El fiscal consideró que el corazón de la mujer no resistió el ataque, y que murió mientras forcejeaba con el taxista.
En la quiniela
La principal prueba para involucrar a Morales provino de la declaración de dos maestras que viajaban en una traffic el día en que la jubilada desapareció. Las docentes dijeron que vieron a un taxi que salía del camino vecinal que lleva a Ticucho, poco después de las 11. Cuando declararon en el juicio, les preguntaron si estaban seguras del número de licencia. "Claro que sí, porque lo jugamos en la quiniela y ganamos", dijo una de las maestras.
Ante esto, Sale solicitó a la Caja Popular de Ahorros que informara los números que habían salido en la tómbola vespertina del 26 de febrero de 2011. En el listado que elevó la institución figura el 1872 (el número que dijeron las docentes) en el segundo lugar de ese sorteo.
"Es muy grave que se haya aprovechado de una anciana de 84 años para robarle la jubilación", manifestó Sale y solicitó que una condena de 20 años.
En su defensa el taxista reconoció que trasladó a la jubilada, pero dijo que fue un viaje corto. La mujer -adujo- se bajó en la esquina de Catamarca y Córdoba (a cinco cuadras del banco) porque quería ir hasta la sede del PAMI. Tras abonarle con $ 10, Morales continuó su viaje.
El abogado Roberto Flores, quien pidió la absolución del taxista, manifestó que las pericias que se habían realizado al taxi habían dado negativo, y que además no se hicieron cotejos de ADN en la víctima ni en el acusado.
Morales lleva dos años y cinco meses en prisión. Tiene 41 años y desde que está en Villa Urquiza tuvo que ser asistido dos veces en el penal, porque es insulino dependiente y no siempre tiene acceso a las dosis que necesita. "Queda mi vida y el bienestar de mi familia en sus manos", les dijo a las juezas antes de que lo sentenciaran. Tras escuchar la condena, un policía le puso las esposas en las manos y se lo llevó, mientras su familia lloraba.
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