18 Septiembre 2013
Primera escalera que encaran los jugadores antes de salir al campo.
En los últimos años, entrar al vestuario de un equipo de fútbol se convirtió en una experiencia extrañísima para cualquier persona ajena. Incluso generó algunos mitos en la imaginación de los que están del otro lado de la puerta que se caen al cruzarla. Los fanáticos del Chavo del 8 podrían comparar la situación con el capítulo donde los niños deben ir a la casa de la "Bruja del 71": sus prejuicios habían creado un escenario terrorífico -y ficticio- y ni siquiera habían ingresado.
Atlético no es la excepción a una regla que no era tal hace algún tiempo: tras el partido, los periodistas solían hacer las notas allí. Ahora las puertas se cierran. Es considerado casi un recinto sagrado. Aún así, LG Deportiva accedió al templo "decano" horas antes de una práctica. Los guías de esta visita son Daniel Mancinelli y Néstor Usandivares, los jefes de la utilería. Después de todo, ellos son lo más cercano a un par de extraños que tienen contacto directo con la intimidad del equipo. "No lo vemos como un trabajo. Somos hinchas que sabemos todo lo que pasa: lo que dicen los jugadores, los dirigentes y el técnico. Y encima nos pagan", dice "Usa" recordando el código de silencio que guardan.
La primera parada es en la sala principal del vestuario: una larga habitación pintada de celeste y blanco con bancos que bordean la pared. Allí, bajo cada bastón, cada uno de los jugadores tiene su lugar asignado para sentarse antes, durante y tras el partido. En su espacio, las pegatinas de fotos, estampitas, vírgenes, son comunes y depende de cada uno. Allí mismo Ricardo Rodríguez dará la última charla técnica antes de que el equipo salga hoy al campo para enfrentar a Brown (A) o en cualquier partido de local.
Cuentan que en el entretiempo, ese momento en el que todos imaginan un mar de indicaciones, reproches o felicitaciones, lo único que reina es el silencio. "Están callados todos . En los últimos 5' el técnico da algunas directivas", dice Daniel.
Al final de la habitación, cuelga un televisor de plasma, dos aires acondicionados y un equipo de música, bajo los que se sienta Cristian Lucchetti. La prioridad sobre los controles remoto de los aparatos es por orden de llegada, no de mérito. Eso sí: aunque el partido que protagonice Atlético sea televisado, la TV no se enciende nunca. "Lo ven en las prácticas. Generalmente liga inglesa".
La segunda parada esencial del tour es el túnel y los momentos previos a la salida a la cancha. La escalera que los conduce hacia la cancha está a metros de donde se sientan y antes de bajar se dan las primeras arengas, sin el DT. Los tapones de los botines empiezan a chocar con los escalones y la bajada inicia. Un corto pasillo separa la primera escalera de la segunda, esa que sube y los lleva al campo de juego . Allí, sigue el griterío.
"El que toma la voz cantante es el capitán, Diego Barrado. Si no está él, se encarga el "Pulga" (Luis Rodríguez)", confiesa Daniel. "Vamos por la familia, por la gente que nos espera", son los gritos, explica "Usa". Todas son emotivas pero la del clásico que ganó Atlético con gol de Gastón Stang en 2011, los supera: "todavía me pone la piel de gallina", admiten. La de hoy puede ser especial: el gol 1.000 del equipo en la B Nacional es motivo de festejo.
Atlético no es la excepción a una regla que no era tal hace algún tiempo: tras el partido, los periodistas solían hacer las notas allí. Ahora las puertas se cierran. Es considerado casi un recinto sagrado. Aún así, LG Deportiva accedió al templo "decano" horas antes de una práctica. Los guías de esta visita son Daniel Mancinelli y Néstor Usandivares, los jefes de la utilería. Después de todo, ellos son lo más cercano a un par de extraños que tienen contacto directo con la intimidad del equipo. "No lo vemos como un trabajo. Somos hinchas que sabemos todo lo que pasa: lo que dicen los jugadores, los dirigentes y el técnico. Y encima nos pagan", dice "Usa" recordando el código de silencio que guardan.
La primera parada es en la sala principal del vestuario: una larga habitación pintada de celeste y blanco con bancos que bordean la pared. Allí, bajo cada bastón, cada uno de los jugadores tiene su lugar asignado para sentarse antes, durante y tras el partido. En su espacio, las pegatinas de fotos, estampitas, vírgenes, son comunes y depende de cada uno. Allí mismo Ricardo Rodríguez dará la última charla técnica antes de que el equipo salga hoy al campo para enfrentar a Brown (A) o en cualquier partido de local.
Cuentan que en el entretiempo, ese momento en el que todos imaginan un mar de indicaciones, reproches o felicitaciones, lo único que reina es el silencio. "Están callados todos . En los últimos 5' el técnico da algunas directivas", dice Daniel.
Al final de la habitación, cuelga un televisor de plasma, dos aires acondicionados y un equipo de música, bajo los que se sienta Cristian Lucchetti. La prioridad sobre los controles remoto de los aparatos es por orden de llegada, no de mérito. Eso sí: aunque el partido que protagonice Atlético sea televisado, la TV no se enciende nunca. "Lo ven en las prácticas. Generalmente liga inglesa".
La segunda parada esencial del tour es el túnel y los momentos previos a la salida a la cancha. La escalera que los conduce hacia la cancha está a metros de donde se sientan y antes de bajar se dan las primeras arengas, sin el DT. Los tapones de los botines empiezan a chocar con los escalones y la bajada inicia. Un corto pasillo separa la primera escalera de la segunda, esa que sube y los lleva al campo de juego . Allí, sigue el griterío.
"El que toma la voz cantante es el capitán, Diego Barrado. Si no está él, se encarga el "Pulga" (Luis Rodríguez)", confiesa Daniel. "Vamos por la familia, por la gente que nos espera", son los gritos, explica "Usa". Todas son emotivas pero la del clásico que ganó Atlético con gol de Gastón Stang en 2011, los supera: "todavía me pone la piel de gallina", admiten. La de hoy puede ser especial: el gol 1.000 del equipo en la B Nacional es motivo de festejo.