17 Septiembre 2013
Los rumores sobre su ausencia volaron tan rápido la semana pasada como el avión que lo llevó desde Buenos Aires a Roma, Italia. Ayer, el intendente de la capital, Domingo Amaya, confirmó que en el Vaticano fue recibido en audiencia privada por el papa Francisco.
"Me pidió que les transmita a los tucumanos el mensaje de paz, que recemos por él todas las noches para que seamos artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno", resumió anoche el jefe municipal de San Miguel de Tucumán.
Amaya partió junto a su esposa y su hija hacia Italia el primer fin de semana de septiembre, tras haber gestionado una audiencia formal con el Sumo Pontífice ante monseñor Guillermo Karcher. "Llegamos el domingo y nos fuimos a presenciar el Angeluz dominical. En esa ceremonia el Papa pidió por la paz en Siria", relató Amaya.
La audiencia pública con el otrora arzobispo Jorge Bergoglio se concretó el miércoles. Allí, Amaya le obsequió un poncho tucumano, y el Papa bendijo un manto de la Virgen de la Merced. En ese diálogo, la máxima autoridad de la Iglesia lo invitó a participar un día después, el jueves, de una pequeña misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Tras el oficio, Amaya fue recibido en privado por el Papa. Fue entonces cuando conversaron con mayor tranquilidad, según describió. "Como un acto de cortesía, lo invité a visitar la ciudad cuando venga al país", recordó.
"Me pidió que les transmita a los tucumanos el mensaje de paz, que recemos por él todas las noches para que seamos artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno", resumió anoche el jefe municipal de San Miguel de Tucumán.
Amaya partió junto a su esposa y su hija hacia Italia el primer fin de semana de septiembre, tras haber gestionado una audiencia formal con el Sumo Pontífice ante monseñor Guillermo Karcher. "Llegamos el domingo y nos fuimos a presenciar el Angeluz dominical. En esa ceremonia el Papa pidió por la paz en Siria", relató Amaya.
La audiencia pública con el otrora arzobispo Jorge Bergoglio se concretó el miércoles. Allí, Amaya le obsequió un poncho tucumano, y el Papa bendijo un manto de la Virgen de la Merced. En ese diálogo, la máxima autoridad de la Iglesia lo invitó a participar un día después, el jueves, de una pequeña misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Tras el oficio, Amaya fue recibido en privado por el Papa. Fue entonces cuando conversaron con mayor tranquilidad, según describió. "Como un acto de cortesía, lo invité a visitar la ciudad cuando venga al país", recordó.
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