Santaolalla embrujó con su talento y su carisma en el San Martín

Afuera llovía tímidamente y la mañana había reasumido el invierno. Adentro del teatro San Martín el clima era cálido y acogedor. Tal como preveía el programa del 53° Septiembre Musical, Gustavo Santaolalla volvió a encontrarse con el público, que llenó la sala hasta la galería, y esperó hasta un poco antes del mediodía para verlo.

A la izquierda del escenario, en un living escenográfico, la periodista Laura Melis entrevistó a Santaolalla en un diálogo amable. El artista desplegó un relato de su relación con la música desde la primera infancia. Repasó toda su carrera artística, desde Arcoiris y Soluna, pasando por De Ushuaia a La Quiaca, y sus idas y vueltas de Buenos Aires a Los Ángeles; su relación con referentes de la música popular como León Gieco, Leda Valladares y Mercedes Sosa, entre otros; su quehacer no sólo como compositor e intérprete sino también como productor.

Luego, Santaolalla cambió el sillón de estilo y subió a la tarima ubicada a la derecha del escenario. Allí lo esperaban, en sombras, dos guitarras y un charango. Las luces apuntaron hacia allí y el músico dio lo que todos esperaban. Seis temas bastaron para recordar la trayectoria. Recordó aquello que cantaba con Gieco en De Ushuaia a La Quiaca; dio cuenta de cuán esencial y entrañable era -y es- para él Mercedes Sosa, y entonó su "Río de las penas", que tanto le gustaba a "La Negra".

Luego abordó un mix de música que compuso para el cine, y ofreció pasajes de las bandas de "Secreto en la montaña" y "Biutiful". Contó que últimamente estuvo grabando en Abby Road la banda para otra película. Y que hace unos días empezó una gira de presentación de lo nuevo de Bajo Fondo (Rosario y Córdoba). Manifestó sus intenciones de emprender una gira más extensa que incluya Tucumán. Pero no se iba a retirar sin el bis que pedía el público ("una que sepamos todos") y cerró con su bucólica "Mañana campestre" cuando ya eran cerca de las 14. Todo, incluso él, felices.