Sobreponerse es su especialidad
HOBBY. Le gusta ir a pescar en lancha con su papá Raúl. HOBBY. Le gusta ir a pescar en lancha con su papá Raúl.
13 Septiembre 2013

"Hoy me siento como una persona normal, más allá que siempre me pregunté por qué Dios me quitó una mano al nacer". Son palabras de Raúl Alfredo Auach, el taekwondista de 34 años que nació sin parte del miembro superior derecho. Pese a este contratiempo, no tuvo impedimento para hacer deportes. Y no solo el arte marcial en referencia, sino también fútbol, básquet y rugby.

Desde hace dos años, Raúl asiste a la escuela del sabon-nim Juan José Cruz. Y experimentó un gran cambio de vida desde que se dedica al taekwondo. En forma paralela, también trabaja con su maestro, Carlos Centeno, en el complejo Ledesma, donde asisten chicos especiales.

"A Cruz lo considero como el hermano que perdí hace cinco años, Daniel Edgardo. Para recordarlo me puse las iniciales en el hombro izquierdo. Él, con sus charlas, me ayudó a salir de este profundo pozo. Lo fundamental en el centro de prácticas es que todos te hacen sentir como uno más, a pesar de mi problema físico. El grupo es excelente", dijo Auach.

- ¿ Cuál es tu mayor sueño?

- Recibirme de cinturón negro y ayudar a los demás que tienen una dificultad como la mía. Me hubiera gustado ser camionero como mi papá, o ingeniero civil. Hoy me quedan seis materias para ser profesor de matemática y física. Pero en lo familiar, les tengo que hacer un monumento a mis padres Raúl y Lita, a mi esposa María Rosa y a mis cuatro niñas (Maira Yamile, Mariam Nahir, Zaira María y Hazara Abir). Pero sobre todo al maestro.

- ¿ Tu condición nunca fue un obstáculo para hacer deportes?

- Tuve la oportunidad de jugar a todo lo que me propuse. En el fútbol, en la formativas de Atlético, con mi clase 79, en la que jugaba entre otros Javier Rocha y el técnico era San Román. Después fui a Central Córdoba con "Tito" de Angelis, para luego pasar a jugar al rugby en Universitario, donde primero fui wing y después forward, porque llegué a pesar 96 kilos. Con los años me puse de novio y llegaron mis hijas.

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- ¿Y a nivel educativo?

- Hice la primaria y secundaria en el Colegio San Francisco, fue muy lindo, allí tuve maestras y profesores excelentes. Para ellos era una persona normal, y siempre me trataron de esa forma. Y mis compañeros me cuidaban mucho. Y de la facultad, nada para contar: en primer año me saqué 0,25 en cálculos, mi mamá se enteró y adiós a la ingeniería. Hoy estoy trabajando en administración pública, soy contratado y manejo una camioneta. En los últimos días, gracias a un compañero, Maximiliano Talquenca, me preparé en computación para rendir un curso para ingresar en la policía, en monitoreo. Aprobé, pero falta que me llamen.

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-¿Cómo es tu vida?

- Tranquila. Tengo mucho apoyo de parte de mi mamá. Bah, en realidad soy un personaje medio raro, porque nunca tuve problemas para adaptarme. Recuerdo que ella me decía que me atara las trenzas del calzado, y había un vecino que le decía "mire que tiene ese problema en la mano" y ella le replicaba que lo tenía que hacer solo. "Si él no lo hace, quién lo va a hacer en el futuro", era su explicación. También me decía que, si no estudiaba, no iba a haber deportes.

- ¿ Y cómo se dio el rugby?

- Cuando mi abuela se enfermó, había un muchacho que se llamaba Fernando Albar que la cuidaba. Y él no quería que haga ese deporte por el tema de la mano. Hasta que un día me preguntó si podía hacer un pase: lo hice con una botella y él se quedó con la boca abierta. Luego me llevó a Universitario, cuando tenía 16 años. A todos los chicos los veo aún cuando se hacen los reencuentros a fin de año, entre ellos a Lucas Barrera Oro, a Santiago Mora.

- ¿Y tenés otro hobby?

- Ir a pescar con mi viejo a distintos lugares.

- ¿Considerás que tenés mucha gente de hierro a tu alrededor?

- Sí, desde siempre. Y puedo decir que los que estoy viviendo son mis mejores años. Sin ellos, sin mi gente, no sería nada. Sobre todo por los saboni-nim.

- ¿Qué es el Centro de taekwondo?

- Comencé a ir por una cuestión y una necesidad que yo tenía, de sacarme de mi cabeza lo que me estaba pasando en mi vida. Fue un golpe muy duro lo de mi hermano, y necesitaba hacer algo, también para defenderme en la vida. Me acuerdo que el maestro me hizo un comentario, acerca de la conveniencia de hacer taekwondo, por el tema de mis manos. "Acá se trabaja mucho con las piernas", dijo. Y acá estoy, con gente muy sencilla. No solo se practica, sino que se analiza todo.

- ¿Cómo te sentís socialmente hablando?

- Considero que tengo una gran personalidad, que me la forjaron desde chico. Pero siempre le dije a Dios que tiene una cuenta pendiente conmigo. Un día mi mamá me dijo: "por qué no le pedís la mano, así podés tocar el violín". Por un tiempo tuve una mano ortopédica pero nunca la usé, me sentía incomodo. Y aunque seguro que mi problema es operable, me acostumbré a vivir así, porque con lo que tengo hago todo, hasta los cambios en el vehículo.

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