Por Natalia Viola
09 Septiembre 2013
Reducido, frío y deslucido. No sé quién inventó el Curriculum Vitae u hoja de vida (como si lo fuera, ¡Ja!), pero siempre me resultó un instrumento bastante cruel. Con gusto a poco. Presenté muchos en estos 30 años. Los estrictos y normados que piden en las universidades y esos un poco más relajados para alguna empresa. Pero en ese instante que tenés que dejarlo en un buzón o entregárselo a una secretaria bastante estreñida te asalta la duda. ¿Qué pueden enterarse estos tipos sobre mí?
Entiendo que es una formalidad que hay que cumplir, un requisito previo o un filtro. Pero, de verdad, a quién engañamos. Ese rejunte de cursos, cursitos, talleres, exposiciones y disertaciones no dicen nada.
No garantizan que vas a poder conducir una clase con cientos de alumnos, ni que vas a tener calidad humana suficiente para manejar personas. Tampoco, si vas a saber reconocer tus errores, ser un buen líder o responsable en tu tarea.
He conocido CV enciclopédicos, con cientos de páginas y abultados doble espacios. Sobre todo los de los docentes universitarios. Más papeles para los amantes de la burocracia. No niego que un par de veces estuve tentada de "deslizar" una hojita al final en la que le contara a ese tipo -que no me conoce- cómo soy. Porque no hay ítem en el que puedas agregar que tenés "mano verde" para las plantas, que hiciste un taller de stand up, que te gusta escribir cuentos y que jamás fuiste al psicólogo porque preferís pintar. Por ahí son cosas que vendría bien saberlas y se las están perdiendo.
Lo peor es que le tenés que agregar una foto miniatura. Una foto carnet en la que solo falta un cartel que diga "buscada" porque voltea la cara de asesina serial. No la salva ni el Photoshop. ¿Con eso cierra la ecuación? Me imagino. "Mil horas de curso, estudios universitarios, cara decente. Listo. Una mina capacitada".
¿Y si te pasa al revés? ¿Si recién te recibís y en tu CV solo figuran datos personales y un "título en trámite"? Decime, ¿dónde ponés que tenés ganas de laburar como nadie? ¿Y que estás dispuesto a aprender lo que se necesite? Nada. Mandás ese CV escuálido y esperás que por error suene el celular. Una tiranía del mundo moderno.
Entiendo que es una formalidad que hay que cumplir, un requisito previo o un filtro. Pero, de verdad, a quién engañamos. Ese rejunte de cursos, cursitos, talleres, exposiciones y disertaciones no dicen nada.
No garantizan que vas a poder conducir una clase con cientos de alumnos, ni que vas a tener calidad humana suficiente para manejar personas. Tampoco, si vas a saber reconocer tus errores, ser un buen líder o responsable en tu tarea.
He conocido CV enciclopédicos, con cientos de páginas y abultados doble espacios. Sobre todo los de los docentes universitarios. Más papeles para los amantes de la burocracia. No niego que un par de veces estuve tentada de "deslizar" una hojita al final en la que le contara a ese tipo -que no me conoce- cómo soy. Porque no hay ítem en el que puedas agregar que tenés "mano verde" para las plantas, que hiciste un taller de stand up, que te gusta escribir cuentos y que jamás fuiste al psicólogo porque preferís pintar. Por ahí son cosas que vendría bien saberlas y se las están perdiendo.
Lo peor es que le tenés que agregar una foto miniatura. Una foto carnet en la que solo falta un cartel que diga "buscada" porque voltea la cara de asesina serial. No la salva ni el Photoshop. ¿Con eso cierra la ecuación? Me imagino. "Mil horas de curso, estudios universitarios, cara decente. Listo. Una mina capacitada".
¿Y si te pasa al revés? ¿Si recién te recibís y en tu CV solo figuran datos personales y un "título en trámite"? Decime, ¿dónde ponés que tenés ganas de laburar como nadie? ¿Y que estás dispuesto a aprender lo que se necesite? Nada. Mandás ese CV escuálido y esperás que por error suene el celular. Una tiranía del mundo moderno.
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