31 Agosto 2013
CAMBIOS. Los testigos describen al juez Casas las diferencias en la Facultad.
Las remodelaciones y modificaciones estructurales de la Facultad de Educación Física (Facdef), a 37 años del inicio del golpe cívico-militar, fueron incapaces de borrar las huellas en la memoria de los testigos-víctimas de este Centro Clandestino de Detención.
Ayer, a partir de las 10, se llevó a cabo la Inspección Ocular al CCD conocido como "Escuela de Educación Física", ubicado en Avenida Benjamín Aráoz 759. Juana Rosa Peralta, Ernestina Teresa Yackel, Francisco Rafael Díaz y Ramón Brizuela, guiaron a los jueces Gabriel Casas -quien comandaba la Inspección- Juan Carlos Reynaga y Hugo Cataldi, ante la ausencia por enfermedad del presidente Carlos Jiménez Montilla; junto a los fiscales, abogados defensores y querellantes de la Megacausa Arsenales II-Jefatura II.
"Vamos por donde ustedes expresen", les indicó el juez Casas a los testigos en los primeros metros del ingreso principal a la facultad. Todos los testigos víctimas recordaron cómo fue su traslado a este centro represivo. Lo primero que dejaron en claro fue que el estacionamiento no estaba con el pavimento articulado actual. También reconocieron una escalera con descanso que lleva al primer piso, donde actualmente funciona la Delegación Administrativa y la Dirección de Alumnos, entre otros ambientes.
Yackel, de más de 70 años, contó que cuando la trasladaron al CCD la llevaron a un "saloncito". "No era un camino playo como ahora, había baches que se sentían en el auto, y me llevaron por este pasillo. Yo estaba vendada con una sábana", inició su relato. Los hechos que enunció responden a la noche del 19 al 20 de marzo de 1976. Rafael Díaz (90 años), coincidió con los demás testigos respecto al uso de los casilleros para separar a hombres y mujeres del vestuario donde los tenían cautivos.
Juana Peralta, secuestrada el 13 de marzo de 1976, contó que la trasladaron en un camión el día que inició su calvario. "Me acuerdo de la brisa de la noche que me trajeron. El tiempo que estuve aquí recuerdo haber escuchado el ruido del trampolín de la pileta y el sonido de los aviones del ex Aeropuerto", inició su relato.
Luego, llevó al magistrado Casas hasta la ubicación del vestuario, donde los mantenían cautivos. "Ahí era donde nos torturaban. Cada vez que esto pasaba encendían la radio. El día del golpe, el 24 de marzo, la radio estuvo a todo volumen todo el día", soltó. Según contó, compartió cautiverio con su esposo, Manuel Francisco Pedregosa, y se comunicaban tosiendo. Él se mantiene desaparecido desde entonces. También acotó que en la planta alta, en una oficina, los llevaban para identificarlos. "Adentro fue un infierno viviente, realmente era algo dantesco. Estaba entre la vida y la muerte. Se ensañaron conmigo, aún cuando estaba embarazada", dijo la mujer, entre lágrimas. Cuando fue secuestrada, su bebé de meses quedó bajo el cuidado de sus padres y ella pudo volver a verlo recién cuando fue liberada, en 1979. Ella, además, estaba embarazada. A causa de las torturas su hijo nació prematuro y con lesiones en un hospital de Buenos Aires, luego de su traslado al penal de Devoto.
Por la tarde, se realizó la inspección al CCD conocido como "Roformatorio". Allí la defensa quiso impugnar la prueba indicando que la inspección debía realizarse en las instalaciones de lo que hoy es el hogar San Benito. El juez Casas indicó programó la inspección por la tarde del viernes 13 de septiembre.
Ayer, a partir de las 10, se llevó a cabo la Inspección Ocular al CCD conocido como "Escuela de Educación Física", ubicado en Avenida Benjamín Aráoz 759. Juana Rosa Peralta, Ernestina Teresa Yackel, Francisco Rafael Díaz y Ramón Brizuela, guiaron a los jueces Gabriel Casas -quien comandaba la Inspección- Juan Carlos Reynaga y Hugo Cataldi, ante la ausencia por enfermedad del presidente Carlos Jiménez Montilla; junto a los fiscales, abogados defensores y querellantes de la Megacausa Arsenales II-Jefatura II.
"Vamos por donde ustedes expresen", les indicó el juez Casas a los testigos en los primeros metros del ingreso principal a la facultad. Todos los testigos víctimas recordaron cómo fue su traslado a este centro represivo. Lo primero que dejaron en claro fue que el estacionamiento no estaba con el pavimento articulado actual. También reconocieron una escalera con descanso que lleva al primer piso, donde actualmente funciona la Delegación Administrativa y la Dirección de Alumnos, entre otros ambientes.
Yackel, de más de 70 años, contó que cuando la trasladaron al CCD la llevaron a un "saloncito". "No era un camino playo como ahora, había baches que se sentían en el auto, y me llevaron por este pasillo. Yo estaba vendada con una sábana", inició su relato. Los hechos que enunció responden a la noche del 19 al 20 de marzo de 1976. Rafael Díaz (90 años), coincidió con los demás testigos respecto al uso de los casilleros para separar a hombres y mujeres del vestuario donde los tenían cautivos.
Juana Peralta, secuestrada el 13 de marzo de 1976, contó que la trasladaron en un camión el día que inició su calvario. "Me acuerdo de la brisa de la noche que me trajeron. El tiempo que estuve aquí recuerdo haber escuchado el ruido del trampolín de la pileta y el sonido de los aviones del ex Aeropuerto", inició su relato.
Luego, llevó al magistrado Casas hasta la ubicación del vestuario, donde los mantenían cautivos. "Ahí era donde nos torturaban. Cada vez que esto pasaba encendían la radio. El día del golpe, el 24 de marzo, la radio estuvo a todo volumen todo el día", soltó. Según contó, compartió cautiverio con su esposo, Manuel Francisco Pedregosa, y se comunicaban tosiendo. Él se mantiene desaparecido desde entonces. También acotó que en la planta alta, en una oficina, los llevaban para identificarlos. "Adentro fue un infierno viviente, realmente era algo dantesco. Estaba entre la vida y la muerte. Se ensañaron conmigo, aún cuando estaba embarazada", dijo la mujer, entre lágrimas. Cuando fue secuestrada, su bebé de meses quedó bajo el cuidado de sus padres y ella pudo volver a verlo recién cuando fue liberada, en 1979. Ella, además, estaba embarazada. A causa de las torturas su hijo nació prematuro y con lesiones en un hospital de Buenos Aires, luego de su traslado al penal de Devoto.
Por la tarde, se realizó la inspección al CCD conocido como "Roformatorio". Allí la defensa quiso impugnar la prueba indicando que la inspección debía realizarse en las instalaciones de lo que hoy es el hogar San Benito. El juez Casas indicó programó la inspección por la tarde del viernes 13 de septiembre.
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