31 Agosto 2013
Desinterés. Desvalorización. No sentir como propio lo que se tiene. Escasa o nula conciencia turística. Dejadez. Falta de inversión y de mantenimiento. Tal vez sean algunas de las causas por las cuales se deja caer y se saquea luego una propiedad abierta a la comunidad y a los visitantes, que paradójicamente contribuye al progreso de una comunidad. Algo así parece haber sucedido con la hostería de Amaicha del Valle, que quiere nuevamente renacer.
La Comunidad Indígena de Amaicha del Valle (CIAV) ha iniciado desde hace un tiempo un proceso de recuperación del inmueble, ubicado a 100 metros de la plaza principal, que pertenece a la Provincia. El cacique dijo que el trabajo a encarar es duro y costoso y le contó a nuestro diario que logró refaccionar varias dependencias del edificio, donde funcionan ahora la Casa de Gobernanza de la comunidad, las oficinas del cacique, del Concejo de Anciano, un jardín maternal, una biblioteca, un centro de desarrollo infantil y desde hace pocos días, una fábrica de cerveza de algarroba elaborada por estudiantes del Instituto Técnico Superior.
En la recuperación del resto hospedaje, se estima una inversión de más de $8 millones. Según explicó el cacique Eduardo Nieva se repararán 16 habitaciones, se construirá un salón multiuso y un comedor; el primer piso será destinado a hospedaje y la planta baja a servicios. En la galería, los artesanos de la zona podrán ofrecer sus productos. Se elevará a la Nación una carpeta con el proyecto para solicitar apoyo económico. Se confió el diseño de la restauración a un equipo de arquitectos de la UNT.
La última puesta punto de la hostería se inició en 1965 con fondos de la Nación y su reapertura se produjo el 26 de diciembre de 1968, durante la gobernación de Roberto Avellaneda. Se incorporaron nuevas obras, entre otras, dos piletas de natación para adultos y niños, vestuarios con solarium, una casilla para 48 cilindros de gas, una caldera automática a gas para agua caliente, cocheras numeradas, cocina, antecocina e iluminación a gas de mercurio.
Desde fines de los 60 hasta el final de la década de 1980, el hospedaje vivió sus mejores momentos. Luego sobrevino el abandono y la depredación. "Triste estado de la hostería de Amaicha" se titulaba nuestra crónica del 24 de febrero de 1999. Se informaba que en 1992 se había abierto una licitación para su concesión. Volvió a repetirse en 1994. "En el 97, el gobierno provincial dispuso la rescisión total del boleto de compraventa suscrito entre la empresa Berbeluk SRL y a Secretaría de Turismo (durante el gobierno de Ramón Ortega) que había sido autorizado y aprobado por decreto 1994/3 'por incumplimiento de las obligaciones de la firma mencionada'", indicaba la crónica. En junio de 2009, la hostería abandona fue tomada por los comuneros y de la asamblea surgió la idea de que el edificio fuese un centro de actividades culturales. Sería interesante que también se hiciese realidad esta ocurrencia en otro sitio porque permitiría canalizar y estimular las expresiones artísticas de la comunidad.
Sería importante que los proyectos de la Comunidad Indígena se concretaran. Quién mejor que los amaicheños para ocuparse de la recuperación de la hostería y de su conservación. Seguramente en sus manos estará protegida de las depredaciones de los mismos pobladores, porque la sentirán como propia.
La Comunidad Indígena de Amaicha del Valle (CIAV) ha iniciado desde hace un tiempo un proceso de recuperación del inmueble, ubicado a 100 metros de la plaza principal, que pertenece a la Provincia. El cacique dijo que el trabajo a encarar es duro y costoso y le contó a nuestro diario que logró refaccionar varias dependencias del edificio, donde funcionan ahora la Casa de Gobernanza de la comunidad, las oficinas del cacique, del Concejo de Anciano, un jardín maternal, una biblioteca, un centro de desarrollo infantil y desde hace pocos días, una fábrica de cerveza de algarroba elaborada por estudiantes del Instituto Técnico Superior.
En la recuperación del resto hospedaje, se estima una inversión de más de $8 millones. Según explicó el cacique Eduardo Nieva se repararán 16 habitaciones, se construirá un salón multiuso y un comedor; el primer piso será destinado a hospedaje y la planta baja a servicios. En la galería, los artesanos de la zona podrán ofrecer sus productos. Se elevará a la Nación una carpeta con el proyecto para solicitar apoyo económico. Se confió el diseño de la restauración a un equipo de arquitectos de la UNT.
La última puesta punto de la hostería se inició en 1965 con fondos de la Nación y su reapertura se produjo el 26 de diciembre de 1968, durante la gobernación de Roberto Avellaneda. Se incorporaron nuevas obras, entre otras, dos piletas de natación para adultos y niños, vestuarios con solarium, una casilla para 48 cilindros de gas, una caldera automática a gas para agua caliente, cocheras numeradas, cocina, antecocina e iluminación a gas de mercurio.
Desde fines de los 60 hasta el final de la década de 1980, el hospedaje vivió sus mejores momentos. Luego sobrevino el abandono y la depredación. "Triste estado de la hostería de Amaicha" se titulaba nuestra crónica del 24 de febrero de 1999. Se informaba que en 1992 se había abierto una licitación para su concesión. Volvió a repetirse en 1994. "En el 97, el gobierno provincial dispuso la rescisión total del boleto de compraventa suscrito entre la empresa Berbeluk SRL y a Secretaría de Turismo (durante el gobierno de Ramón Ortega) que había sido autorizado y aprobado por decreto 1994/3 'por incumplimiento de las obligaciones de la firma mencionada'", indicaba la crónica. En junio de 2009, la hostería abandona fue tomada por los comuneros y de la asamblea surgió la idea de que el edificio fuese un centro de actividades culturales. Sería interesante que también se hiciese realidad esta ocurrencia en otro sitio porque permitiría canalizar y estimular las expresiones artísticas de la comunidad.
Sería importante que los proyectos de la Comunidad Indígena se concretaran. Quién mejor que los amaicheños para ocuparse de la recuperación de la hostería y de su conservación. Seguramente en sus manos estará protegida de las depredaciones de los mismos pobladores, porque la sentirán como propia.
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