30 Agosto 2013
UN PADRE. El destacado escritor y lingüista David Lagmanovich fue uno de los creadores del evento. ARCHIVO LA GACETA
"Mucho ha cambiado en cada una de las ediciones sucesivas del Septiembre Musical Tucumano. Pero hay algo que permanece y es el fervor por la música, el deseo de organizar cada año el mejor festival posible; la atención a los deseos de un público culto y sensible como lo es el público tucumano". Esta declaración de principios quedó establecida por la pluma de David Lagmanovich en el libro que celebró -en 2010- el medio siglo del festival. Lagmanovich era docente de la Facultad de Filosofía y Letras y crítico musical de LA GACETA cuando emprendió la aventura de programar este encuentro anual junto a sus amigos Oleg Kotzarew y Guido Torres. Kotzarew dirigía la Sección Música del desaparecido Consejo Provincial de Difusión Cultural (CPDC) y Torres tocaba el violín en la Sinfónica de la UNT. Pronto esa idea, lanzada en pleno 1960, prendió en la comunidad artística. Se fueron sumando instituciones adherentes y así tomó forma el Septiembre, tal como lo conocemos hasta hoy.
La Comisión Artística que tuvo a su cargo la programación de la primera edición estaba integrada por Raúl Albarracín (presidente del CPDC), Mario Magliani (director del Conservatorio Provincial de Música), Luis Canz (director de Turismo), Alfredo Fénik (director de Cultura de la Municipalidad capitalina), Raúl Dorronzoro y Fraix (jefe del Departamento de Artes de la UNT), Jean Constantinesco (director de la Sinfónica de la UNT), Alberto Uzielli (decano de la Facultad de Filosofía y Letras), Lázaro Barbieri (director de Extensión Universitaria) y Mario Cognato (director del Coro Universitario). Gobernaba la provincia Celestino Gelsi. Nótese la fuerte participación que le cupo a la UNT en los albores del Septiembre, y la sinergia proyectada con el Gobierno tucumano. Rastros de un pasado en el que las cosas se hacían de otra manera.
Vale apuntar algunos fragmentos de la Declaración Inaugural del Septiembre. Se hablaba de un festival que "aspira a proporcionar a creadores, intérpretes, crítica y público la oportunidad anual de un encuentro en una ciudad, Tucumán, donde la música es una presencia antigua y querida. Septiembre, mes de la primavera, es también una época en la que Tucumán conmemora hechos importantes de su historia. Es un marco en que la pujanza de la naturaleza da fe de renovación e ímpetu". Los organizadores aspiraban a que el Septiembre Musical fuera una expresión de cordialidad y entendimiento entre los pueblos. "De ahí su carácter internacional -consignaron-, que acentuaremos en años sucesivos, al amparo de la leal amistad argentina hacia los pueblos amigos en todas las manifestaciones de su vida".
Entre los objetivos de aquella primera edición figuraba que, además de los artistas, se convocara a críticos y estudiosos de la música. Entonces se organizaron conferencias individuales y mesas panel, que permitieron al público tucumano escuchar a Jorge D'Urbano, Enzo Valenti Ferro, Leopoldo Hurtado y Rodolfo Arizaga; así como a los pedagogos musicales Emma Garmendia y Efraín Paesky; y al gran pianista argentino Antonio De Raco, por entonces incorporado a la UNT. Los expertos analizaron la situación de la música en América Latina. A la hora de la música, el público se entusiasmó con la presentación del ballet uruguayo Sodre, del violinista israelí Zvi Zeitlin, de la pianista uruguaya María Mercedes Luna y de la soprano María Teresa Garzón Savid.
La Comisión Artística que tuvo a su cargo la programación de la primera edición estaba integrada por Raúl Albarracín (presidente del CPDC), Mario Magliani (director del Conservatorio Provincial de Música), Luis Canz (director de Turismo), Alfredo Fénik (director de Cultura de la Municipalidad capitalina), Raúl Dorronzoro y Fraix (jefe del Departamento de Artes de la UNT), Jean Constantinesco (director de la Sinfónica de la UNT), Alberto Uzielli (decano de la Facultad de Filosofía y Letras), Lázaro Barbieri (director de Extensión Universitaria) y Mario Cognato (director del Coro Universitario). Gobernaba la provincia Celestino Gelsi. Nótese la fuerte participación que le cupo a la UNT en los albores del Septiembre, y la sinergia proyectada con el Gobierno tucumano. Rastros de un pasado en el que las cosas se hacían de otra manera.
Vale apuntar algunos fragmentos de la Declaración Inaugural del Septiembre. Se hablaba de un festival que "aspira a proporcionar a creadores, intérpretes, crítica y público la oportunidad anual de un encuentro en una ciudad, Tucumán, donde la música es una presencia antigua y querida. Septiembre, mes de la primavera, es también una época en la que Tucumán conmemora hechos importantes de su historia. Es un marco en que la pujanza de la naturaleza da fe de renovación e ímpetu". Los organizadores aspiraban a que el Septiembre Musical fuera una expresión de cordialidad y entendimiento entre los pueblos. "De ahí su carácter internacional -consignaron-, que acentuaremos en años sucesivos, al amparo de la leal amistad argentina hacia los pueblos amigos en todas las manifestaciones de su vida".
Entre los objetivos de aquella primera edición figuraba que, además de los artistas, se convocara a críticos y estudiosos de la música. Entonces se organizaron conferencias individuales y mesas panel, que permitieron al público tucumano escuchar a Jorge D'Urbano, Enzo Valenti Ferro, Leopoldo Hurtado y Rodolfo Arizaga; así como a los pedagogos musicales Emma Garmendia y Efraín Paesky; y al gran pianista argentino Antonio De Raco, por entonces incorporado a la UNT. Los expertos analizaron la situación de la música en América Latina. A la hora de la música, el público se entusiasmó con la presentación del ballet uruguayo Sodre, del violinista israelí Zvi Zeitlin, de la pianista uruguaya María Mercedes Luna y de la soprano María Teresa Garzón Savid.