El voley le hizo dar el gran salto
El voley le hizo dar el gran salto
29 Agosto 2013

La historia del voley en Monteros es un cofre lleno de tesoros. Jugadores y equipos fueron moldeando tal riqueza. De ese pasado, en la década del '80, surge la figura de César Augusto Nieto, que con 17 años y mientras jugaba en la Primera de Social, fue llamado por el técnico coreano Young Wan Sohn para integrar, en 1983, el preseleccionado nacional juvenil y luego la selección que salió subcampeona Sudamericana en Bucaramanga (Colombia).

Aquel atacante neto, de 1,80 metro y que jugó hasta los 30, tiene hoy 47 años, vive en Buenos Aires, está casado con Mariana Aldao (una odontóloga de General Madariaga), tiene un hijo, Lorenzo, de 10 años, y se dedica a su profesión, la kinesiología, mediante la cual llegó a contactarse con figuras del deporte argentino.

- ¿Qué te dejó el voley?

- Lo llevo en la sangre desde que empecé a los 11 años, en la escuela Normal de Monteros. Recuerdo con cariño haber ganado provinciales y haber representado a Tucumán en los nacionales. Me fui a los 17 años y llegué a jugar en Geba y en Ciudad de Buenos Aires.

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- ¿Qué recordás de la citación de Wan Sohn?

- Primero fui a una pretemporada en Misiones con el seleccionado mayor. Fuimos como sparrings cuatro juveniles. Entrené con Daniel Castellani, Hugo Conte, Esteban Martínez, entre otros. Fue muy exigente: fui pensando que era un gran jugador, y cuando regresé estuve más de una semana sin tocar una pelota, tenía callos, me dieron con todo y me di cuenta que, si bien podía ser una figura en la provincia, afuera no era nadie. Fue una experiencia inolvidable.

- Fueron años de mucha acción deportiva...- Comencé en 1986 en Geba y también entrenaba con la preselección juvenil. Cuando terminé la secundaria fue a Monteros el técnico de Geba a hablar con mis padres y en pocas horas se definió mi futuro: ser jugador de voley. Primero viví en hoteles, luego en departamentos. Con el viático que me daban me alcanzaba para vivir, aunque mis "viejos" - Marta y Ricardo- también me ayudaban. Ese año empecé a estudiar Kinesiología y en cinco me recibí. Dejé de jugar definitivamente en 1995 en Ciudad de Buenos Aires, equipo con el que gané varios títulos.

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- ¿Por qué no llegaste a la selección mayor?

- Hoy mido 1,84 metro, en ese momento tenía 1,80 y ya estaba el plan altura, que exigía 1,90, más allá de tener condiciones. - Pero tenías un gran salto...- Sí. Yo llegué a 1,05 metro desde el piso. Llegaba con mi pecho a la altura de la red. Era todo elasticidad, siempre me resultó fácil, sencillo y divertido. Eso sí, en 2010 me operaron de una hernia de disco por dar tantos saltos.

- ¿Hiciste carrera como kinesiólogo?

- Llevó más de 20 años en esto que me fascina. En 1995 trabajé en los Panamericanos de Mar del Plata, con la selección mayor de voley. De 1992 a 1993 estuve con el voley femenino e hice una gira por Europa durante un mes. En el '97 estuve en Malasia, en el Mundial de hockey sobre cesped masculino. Y pude haber seguido con distintas selecciones, pero preferí darle más tiempo a mi familia y a mis propios emprendimientos.

-¿Qué experiencia rescatás de tu trabajo en el Cenard?

- Comencé hace 20 años y ahora voy dos veces a la semana. Tuve la suerte de trabajar con grandes deportistas de distintas disciplinas. Pero el más grande seguro, fue Diego Maradona. Fue en el '95, luego del Mundial de EE.UU. Lo conocí a través del deportólogo Néstor Lentini, que me pidió que lo vea junto a un grupo por un problema de meniscos de la rodilla derecha. Me pareció un tipo muy divertido, nos trató muy bien, hasta nos invitó a cenar.

- En tu vida cambiaste mucha acción por la tranquilidad...

- Sí. Vivo el día a día, disfruto y valoro lo que tengo. Primero puse un centro de pilates y lo uso como un anexo para una mejor calidad de vida. También empecé meditación, aprendí en 2003 con un inglés Michael King. Todo eso lo fui transmitiendo a los pacientes, a la gente que quiero.

- ¿A Monteros siempre volvés?

- Trato de ir las veces que puedo, ya sea solo o en familia. Y más desde diciembre de 2010, cuando mi hermano mayor falleció. En octubre se casa mi hermana Julieta y voy a viajar. Y hay un dato: mi hermana Celina tiene un hijo, Ramiro, de 19 años, que es un gran proyecto en el voley. Juega en Pellegrini y es quien me sigue los pasos.

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