Me Río de Gallegos
25 Agosto 2013

Marcelo Batiz - Agencia DyN

BUENOS AIRES.- Los niveles más bajos de desempleo que registra la Argentina corresponden a la última dictadura militar y para encontrar una década con un crecimiento similar a la "ganada" del kirchnerismo hay que remontarse a la "infame" de los conservadores de 1930. Esos datos, tomados de manera descontextualizada, son tan inútiles para ayudar a la comprensión de una etapa histórica como los aportados el miércoles en Río Gallegos por la presidenta Cristina Fernández, en su comentada comparación de la Argentina con Canadá y Australia. Si en tiempos de Martínez de Hoz el relato oficial aseguraba por TV que "trabajo es lo que sobra", no era para celebrar una situación de pleno empleo, sino de bajo nivel de actividad, disimulado en las cifras finales. Y en los tiempos del "fraude patriótico", el crecimiento no implicó una justa distribución de la riqueza sino todo lo contrario, con la aparición de las primeras villas de emergencia y una desocupación que ni siquiera se medía.

No está de más recordar que poco antes de la hecatombe de 2001 las autoridades argentinas de entonces también destacaban, como Cristina en Río Gallegos, la solidez de los "fundamentales" de la economía, al punto de que aseguraban que el país era uno de los pocos del planeta que cumplía con las pautas macroeconómicas de Maastricht.

Igualmente de engañoso es presentar, para comparar a nuestro país con los otros dos mencionados, el promedio del superávit primario del decenio 2003/2012. En el primer año de la serie hubo un saldo favorable de 4 puntos del PBI, la contracara de lo que ocurrió al final de la serie: el mismo porcentaje, pero de déficit. ¿Qué puede salir de un promedio de números tan disímiles? Por otra parte, el resultado primario excluye el pago de los servicios de la deuda pública que incluye el financiero. Ahí, la Presidenta podría elegir dos caminos: si toma el total de deuda de cada uno de los tres países de la comparación, la Argentina quedaría aún más airosa que en su discurso de Río Gallegos. Pero si en el análisis se consideran el acceso al mercado de capitales y las tasas de interés, la desventaja argentina es más que evidente.

De la misma forma, no tiene demasiado sentido valerse de la ecuación reservas monetarias/PBI, a la que también echó mano la jefa de Estado. Los asesores presidenciales no se percataron de que tenían a mano un dato muchísimo más contundente. Tan contundente como inútil, como todos los anteriores.

De puro desinformados, no se dieron cuenta que en vez de comparar a la Argentina con Canadá y Australia, debieron haberlo hecho con Estados Unidos. Su PBI es más o menos 30 veces superior al argentino, pero sus reservas no llegan a ser cinco veces más altas. De lo que se desprendería que la estabilidad monetaria argentina es seis veces más fuerte que la estadounidense... No puede entenderse cómo Barack Obama y Ben Bernanke están tan tranquilos. Es que esa tranquilidad se basa en otras cuentas y otras realidades. En primer lugar, y siguiendo con el repertorio de frases presidenciales, estás más que claro que en materia de emisión de dólares son los dueños de la pelota. Pero además de esa observación tan evidente, habrá que agregar otras, como más de dos siglos de historia con una inflación de un dígito anual, salvo el escandaloso 13% de 1980 que le costó la Presidencia a Jimmy Carter. Pero el análisis de la ecuación reservas/PBI es incompleto si no se tiene en cuanta algo que la Presidenta omitió en su monólogo. Canadá, Australia y EEUU, como muchos países en el mundo, no pagan su deuda con reservas. Si no se considera ese "detalle", no puede saberse si los U$S 37.000 millones que administra Mercedes Marcó del Pont son muchos o pocos. Por lo pronto, son tres veces menos que en 2003 en cuanto respaldo de la base monetaria, 14,4% menos que a fines de 2012, 22% menos que al inicio del cepo y 29,6% menos que los niveles récord de hace dos años y medio. Y serán menos en la medida que sigan usándose para el financiamiento del déficit público y el pago de la deuda, con una soja que sigue por debajo de los U$S 500 por tonelada. Datos para nada "cools" que la Presidenta seguramente no querrá sacar a relucir en el próximo encuentro con los "titulares".

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